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La expresión de él era neutra, pero ella sabía que allí había un depredador,
pronto a atacar a su presa. Yoongi iba a atacar. La cuestión era saber cuando.

– Come —Yoongi la incitó, tranquilo.


Yein se enojó aún más.

– Perdí el apetito.


– Pide alguna otra cosa.

Ella mal podía resistir la tentación de tirarle cualquier cosa en aquel rostro
arrogante.


– ¿Puedo saber como descubriste donde estaba?


– Creí que ya sabías la respuesta.


– Contrataste un detective —concluyó, hablando un poco más alto. — Y él me
siguió.

– ¿Juras que no sabías que haría eso?

Yoongi la estuvo cazando en los últimos días. Invadió su sueño, perturbó sus nervios.

La mesera trajo el café, y él pidió la cuenta.

– Pago mi propia comida.

– No seas ridícula.

– ¿Qué quieres, Yoongi? Sugiero que lo digas de una vez, porque tengo que volver al
trabajo en diez minutos.

– No tienes que volver, no.

– ¿Qué quieres decir con eso?

– Ya no tienes ningún empleo, y el contrato de tu apartamento ya fue cancelado.


Yein sintió el calor desparramarse por sus mejillas. ¡Estaba fuera de si!


– No tienes derecho...

– Lo tengo.

¿Cómo podía estar tan seguro? ¡Tan tranquilo!
¿Y cómo controlar el deseo de saltarle a la yugular?


– No, ¡tú no lo tienes!


– Podemos continuar esta discusión boba, pero el resultado será el mismo.

– Si piensa que voy a dejar todo, sumisa y prudente, y volver contigo a Daegu,
estás loco.


– Esta tarde, de noche, de aquí a dos días... pero pronto. —la miró directo a los
ojos.


Su primera reacción fue levantarse pero la fuerte mano en su brazo le impidió
dar un sólo paso. Sin contenerse, Yein le tiró el azucarero, observando, estupefacta, el
modo como él consiguió atraparlo en el aire, sin tirar ni un grano de azúcar, y colocarlo
de regreso en su lugar.


– ¡Quiero el divorcio!

¡Dios del cielo! ¡¿De dónde salió esa afirmación?! Hasta ese segundo, no consiguió
siquiera considerar esa opción, en sus largas noches mal dormidas desde que dejara
Daegu.


– El divorcio no es una posibilidad.


Yoongi no perdía el auto control, y la hacía sentirse como atrapada en una trampa.


El silencio ganaba cuerpo entre ellos y la ponía más y más nerviosa.


Yein no consiguió hacer nada cuando él aumentó la presión en su brazo, para
forzarla a sentarse.


– ¿No tienes algo que decirme?


No hubo tiempo. Yoongi captó la ansiedad en su semblante antes que Yein
consiguiese ocultarla.


– ¡Sal de aquí y déjame en paz!


– Inténtalo de nuevo, querida.


Él no podría saberlo. ¿Ó si? La sangre parecía abandonarla. En las últimas
semanas, ya se acostumbrara a planear entre la alegría y la desesperación.

Secret Of Love | Min Yoongi ﷼ ©Where stories live. Discover now