Capítulo 19

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-Te voy a dar una última oportunidad de que te levantes y me dejes ir.

Sonaba molesto, su tono de voz era bajo e intimidante, me estaba amenazando. Yo no flaqueé ante eso y me mantuve firme en mi posición, con una sonrisa de satisfacción en la cara. El chico que más me costaba engatusar estaba ahora mismo en mi habitación, a altas horas de la noche, en mi cama, debajo de mí y con una mirada seria que solo me hacía pensar "cómeme".

Normalmente los chicos eran los que me rogaban a mí por una oportunidad así pero con él me estaba esforzando para que cayera; yo, Karina Russer, utilizaba todos mis medios para llegar a este momento con un chico "cualquiera". Porque, vamos, Steve Petrov no era el chico más guapo con el que había estado; era atlético, pero no como los del equipo de básquetbol; tenía el cabello oscuro, húmedo y revuelto sobre mis almohadas y peluches, no como el prolijo cabello rubio de los chicos más guapos con los que salía; además de una piel blanca como la leche con algunas pecas bajo los ojos verdes, totalmente diferente a la piel bronceada con ojos azules de los chicos populares en el instituto. Él debía estar loco si no se fijara en una chica como yo, que tenía tantos chicos entre los cuales escoger y estaba usando todos mis recursos para que pudiera ponerme atención.

Me estaba volviendo verdaderamente loca... Espera ¿yo? ¿por qué estaría volviéndome loca por un chico que no he podido tener? ¡Él debería estar comiéndose la cabeza y esforzándose porque pusiera un poco de mi atención y tener una sola noche conmigo! Claro, estoy verdaderamente molesta por eso, muy molesta. De otra manera no me explicaría el revoltijo de emociones que se alojaban en mi estómago y el cosquilleo en mis manos, no eran nervios ¡JA! eso jamás sería posible, era molestia. Y era momento de detener todo esto y dármelo de una vez por todas.

-¿Sabes qué? creo que tienes algo de frío aún. ¿Qué tal si comienzo a calentarte un poco?- de nuevo sentí el movimiento de sus músculos tensándose debajo de mí.

Verlo de tan cerca me hacía notar lo grande que era en comparación con mi propio cuerpo. Busqué en mi espalda el cierre del vestido y comencé a bajarlo con delicadeza, parecía que se había quedado congelado, tensaba la mandíbula con fuerza y apretaba los puños a los lados de su cuerpo, ¿estaría esperando el momento?, me dio risa de solo pensarlo. Tomé los bordes tintos del vestido y comencé a subirlo por mis muslos, después la cadera y la cintura, para sacármelo por los hombros y la cabeza; la tela se llevó la horquilla de mi cabello e hizo que éste cayera desordenado sobre mi cuerpo semi desnudo.

Vi sus ojos abrirse y sus pupilas dilatarse cada vez más, pero su expresión seria y molesta volvió tan rápido como un rayo. El movimiento de su cadera tensa debajo de mí consiguió que una parte de mi cuerpo comenzara a palpitar rítmicamente, lo que causó un cosquilleo y escalofrío ramificado por mi sistema nervioso, deteniéndose cada tanto para volver con fuerza. Me examinó cuidadosamente desde las piernas, pasando por mi diminuta braga de encaje negro, que contrastaba completamente con mi tono de piel pálida; después por mi abdomen para detenerse brevemente en mis pechos bien sujetos con un sujetador a juego en lencería; para terminar mirándome al rostro, que comenzaba a sentir caliente y seguramente estaba sonrojándome.

-Karina, no hagas esto.

-¿Hacer qué? ¿No es mejor entrar en calor en esta noche tan fría?

-Quitarte la ropa hará precisamente lo contrario contigo.

-Pero no contigo, me preocupo por tu bienestar ¿no soy una buena chica?

Sus manos se volvieron dos puños contra la cama, una vez más. Las venas de sus brazos y cuello saltaban por la tensión, haciéndome mirarlas detenidamente y contenerme de suspirar ante lo guapo que era. Está bien, lo dije, Steve es guapo, y estas características me hacían afirmarlo todavía más; tenía tantas ganas de que me tomara con fuerza con sus manos y me sometiera contra la cama toda la noche. Me detuve pensando que él por fin tomaría la iniciativa y comenzaría la acción que tanto estaba esperando, pero no llegaba, me miraba fijamente con sus ojos claros y las cejas en un ceño fruncido.

Bad bitchWhere stories live. Discover now