7.

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¿Qué más podía hacer? Joder, nada estaba funcionando. Por más que la chica fuera mi novia, por más que la incluía en mi vida, por más que la veía, cierto castaño no podía salir de mi mente.

En la salida de campo me decidí decirle todo de una vez. Heather no era tonta, me imagino que podría sospechar lo que pasaba... De lo que sentía por cierta persona. Joder, si siempre le hablaba de él. De lo que le gustaba, de lo que odiaba, de sus manías, recuerdos de ambos. Todo era él.

El viento sopló y la chica se acercó a mí, a regañadientes la rodeé con mi brazo y se acurrucó en mi pecho.

—¿Por qué suspiras?— dijo—. ¿En qué tanto piensas?

Es mejor que no lo sepas, quise decirle, porque la respuesta no te gustará.

—Debemos hablar... Más al rato— le susurré.

—¿Es... Algo malo?

No supe responderle y sólo la abracé más fuerte. Se veía indefensa y yo estaba por romperle el corazón.

—No— mentí, besándole la cabeza.

Miré de reojo a mi amigo y sonreí inconscientemente. Reía con los novios y no pude amar más ese sonido. Hace mucho tiempo que no lo escuchaba, sobretodo porque cada vez nos íbamos alejando más. Pero ya estaba, no lo iba a permitir. Podía vivir toda una vida amándolo en silencio y aceptando que nuestro destino era estar separados.

—Pronto será tu cumpleaños... ¿Crees que sea tiempo de conocer al resto de tu familia?

Tragué en seco y asentí sin pensar.

—Si así lo quieres— susurré con un agudo nudo en la garganta.

No quería presentarla, no a ella. Quería llevar a otra persona de la mano, alguien que ellos ya conocían.

SEOKJIN | LIBRO #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora