Noveno acto.

180 12 14
                                    


   Rosas por todas partes, varios ramos de rosas rojas alrededor de la oficina que ambos compartían, incluso parecía la florería misma; canastas con todo tipo de chocolates que seguramente le provocarían muchos granos; en su silla un oso de peluche blanco casi tan grande como él y finalmente en la mesa una botella de vino del ochenta y seis.

   Brian sonrió y tomó la tarjeta que estaba colocada en la botella.

    "No hay razones para que me perdones, pero mi corazón egoísta te necesita, camino sin rumbo sin saber que hacer o a donde ir si tu no estas a mi lado. Te necesito porque, te amo."

   Brian arrugo su frente: ¿Acaso todo eso era para él?. Roger había llegado tan lejos hasta para decirle que lo amaba y, ¿Por qué eso lo hacían sentir tan feliz?. El rubio apareció detrás de la puerta. 

— ¿Puedo pasar? —preguntó tímidamente. Roger se veía precioso con esa mirada tímida que le estaba regalando.

— También es tu oficina, no hay necesidad de preguntar y por favor manda a alguien a recoger esta estupidez que no puedo trabajar.

   Roger abrió y cerró la boca sin saber que decir. Se movió de un lado a otro, mordiéndose las uñas.

    Miró el oso de peluche, miró las rosas decorando toda la oficina, los chocolates, la botella, de nuevo las rosas, tomó el ramo más cerca y lo estrello contra la pared para sorpresa de Brian,

— ¡Maldita sea! —gritó pateando otro ramo.

— Roger cálmate —pidió Brian impresionado por la reacción del chico, pero fue ignorado. Roger siguió pateando ramos sin descanso, maldiciendo: a Dios, al mundo, a las mujeres.

   Hasta que Brian lo abrazó por la espalda. 

— Lo siento, no pensé que la estuvieras pasando tan mal.

— Estoy tan mal que ni siquiera he podido ir por una mujer sin pensar en ti.

   Harold sonrió y Roger lo hizo también, se sentía bien tener a Brian sosteniéndolo, rodeando su cuerpo con sus largos brazos.

   Roger se dio la vuelta y abrazó a Brian fuertemente. 

— Tu definitivamente no puedes apartarme de tu lado, moriré si lo haces o siquiera lo intentas.

— ¿Qué es esto, una confesión de amor? —preguntó Brian pasando sus manos por el cabello de su niño.

— Tómalo como quieras.

   Brian tomó su barbilla y lo obligó a verlo a los ojos, los ojos de Brian se sentía como si le perforaran, siempre le gustó la forma en que brillaba y ver su reflejo en esos ojos.

   Entonces Brian eliminó la distancia entre ellos, sus labios se unieron apenas un poco. Roger se apartó de inmediato, su confesión no era de ese tipo.

— Es lo justo no, me has quitado una mujer, entonces vuélvete una para mi.

    Brian lo atrajo de nuevo y volvió a besarlo esta vez más demandante, tratando de obligarlo a abrir los labios, Roger se sintió demasiado extraño por un momento, intento apartarlo hasta que finalmente se rindió pasando sus manos por el cuello del rizado y dándole total acceso a su cavidad.

   Ignoró las manos de Brian recorriendo su piel, ignoró las manos moviéndose hasta sus piernas y después acunando sus nalgas.

   Brian lo alzó hasta sentarlo en el escritorio.

   ¿Qué estaba pasando y porque se sentía tan bien?, Roger no lo entendía, estaba excitado, caliente y duro como una roca, Brian frotó su propia erección contra su pierna y no pudo evitar gemir ahogadamente entre los labios del mayor.

   El teléfono comenzó a sonar. Roger iba a contestar, pero Brian lo impidió: —. No contestes.

   Roger asintió y siguió besándolo y frotándose contra la dureza de Brian. El teléfono volvió a sonar.

— Maldita sea —se quejó Brian. Roger respiraba dificultosamente. 

— Tenemos que contestar.

    Brian le dio la razón: —. Pero no hemos acabado, terminaremos en mi departamento. Bueno..." —respondió.

   Roger se bajo de la mesa y cerro la puerta con seguro, luego empezó a quitarse el saco y la camisa todo ante la atenta mirada de Brian.

— Yo no voy a aguantar hasta llegar a tu departamento.

   Brian gruñó. 

— Le hablo al rato para confirmar si tomaremos su caso señora Jane, sí, ahora tengo otro asunto.

   Entonces Brian colgó. 

— Ni yo.

¿podemos seguir siendo mejores amigos? ➳ maylor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora