Línea de vida

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—¿Quien era éste? —preguntó Harry, sujetando una foto en blanco y negro de
un hombre joven de cabello moreno que llevaba un delantal almidonado y tenía los brazos cruzados—. Empiezo a perderme.

—El tío abuelo Louis. Él fue uno de los Rossi originarios que vino de Tuscany para abrir la primera heladería en esta parte de Londres.

—Tenía tu mismo nombre y un bigote muy elegante. ¿Cómo era el helado que hacía?

—Estaba muy orgulloso de su bigote y se lo enceraba cada día. La cera sabía mejor que el helado. De hecho, creo que era la misma receta. Pero no se lo cuentes a nadie.

—Tengo los labios sellados —sonrió Harry. Su costado izquierdo estaba rozando el cuerpo de Louis, pero él no intentó cambiar de posición en la estrecha escalera de madera que llevaba al sótano y en la que estaban sentados—. El viejo tío abuelo Louis quedará estupendo en la galería de los Rossi. A Johana le va a encantar. Es una idea estupenda.

—Los restaurantes de la familia Rossi siempre han tenido fotografías de la
familia en las paredes. Sé que ahora puede resultar un poco kitsch, pero para mi padre el restaurante era una extensión de su comedor privado, y eso significaba que la familia tenía que estar alrededor. ¿Sabes que Lottie tiene más cajas de fotos en su casa?

Harry miró el montón de cajas y preguntó asombrado:

—¿Más aún?

Louis rió y movió la carpeta de fotografías que habían seleccionado juntos.

—Creo que veinte son suficientes para lo que queremos. Con unos marcos modernos y las paredes de color crema quedarán estupendamente. Ya lo verás —sonrió a Harry, pero se percató de que miraba con atención otra de las fotografías—. ¿De quién es esa foto? —la miró un instante–. Oh, no. Creía que había destrozado todas las copias que quedaban. Pásala.

Trató de agarrarla, pero él estiró el brazo y la alejó de Louis.

—Vaya, vaya, Joven Rossi. Estás muy guapo de esmoquin. ¿Era en la boda de Lottie?

Louis se quejó y se cubrió el rostro con las manos.

—Me obligaron a hacerlo. El tinto claro no es mi color. Creo que no le queda bien a nadie, pero a mi futuro cuñado le encantaba. No tuve elección.

—Oh, no lo sé… Los sacos te sientan muy bien. ¿Quizá deberías llevarlos más a menudo? —contestó él moviendo las cejas.

—Por favor, como si fueras un gurú de la moda. Me gustaría ver tus fotos familiares de aquella época. ¿O las guardas bajo llave en la caja fuerte de algún banco para que nadie las pueda utilizar como chantaje?

Harry soltó una carcajada.

—Siento decepcionarte, pero en caso de que hubiera alguna foto desapareció
hace tiempo. Ni a mi madre ni a mí nos gustaban mucho las reuniones familiares. Ella estaba demasiado ocupada mudándose de un lugar a otro como para mantener relación con cualquier pariente que pudiéramos tener en Redditch y, desde luego, no recuerdo ninguna foto en la pared —lo miró de reojo y esbozó una sonrisa—. Cuando se vive sólo con una maleta se aprende a llevar únicamente lo que se necesita.

Louis sabía que Harry decía la verdad y que no esperaba que sintiera lástima por él ¡Justo lo contrario! Hablaba de manera tan decidida que parecía que todos los días contara cosas de su difícil pasado.

¿Cómo podía ser? ¿Cómo era posible que contara su vida sin problema? Y ¿cómo podía ser que de toda la gente del mundo, Harry sólo quisiera abrirse a él? Louis quería contarle la verdad sobre Romeo. No las medias verdades que habían contado sus amigas y sus familiares. Y peor aún. Necesitaba que él supiera la verdad. Era como si el chico que había sido su primer amor y que había reaparecido en su vida fuera un amigo de toda la vida. El amigo que Louis nunca había tenido.

¿Quizá era eso? ¿Quizá quería tener una segunda oportunidad para ser amigo
de Harry? La primera vez se había sentido tan intimidado que ni siquiera había sido capaz de iniciar una conversación, y él siempre se había mostrado distante.
¿Sería posible que durante los pocos días que trabajarían juntos en el restaurante de su madre llegaran a forjar una verdadera amistad?

Probablemente fuera la única oportunidad que tuviera. Tarde o temprano ambos regresarían a sus vidas y trabajos de verdad, donde se encontrarían ocasionalmente en algún evento social, pero siempre rodeados de otras personas.

—No me gusta cuando te quedas callado. Dime en qué estás pensando —dijo Harry.

«Ni loco», pensó Louis.

Sweet delight ®Where stories live. Discover now