Jennifer no pudo caer más bajo. Tras ocho años de matrimonio sin poderle dar un hijo a su marido él decide pedirle el divorcio tras enamorarse de una joven veinte años menor.
Ella en un intento desesperado por restaurar su matrimonio, le ruega, le l...
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*Narra Ethan
Jamás pensé que escucharía de la boca de Jen las palabras más crueles del mundo. Después de todo lo que hice por ella.
Me miraba con odio y desprecio, aun llevando mi hijo en su vientre y con la oportunidad que le ofrecí de formar una linda familia en esta casa para que fuera feliz.
No voy a volver a causarle heridas, esas que tanto la lastimaron. Aunque me sea tremendamente difícil no volver a experimentar esas sensaciones que tuve al tenerla de esa manera. Negarle a mi cuerpo el placer de someterla así, me despertaron otros deseos que ahora debo reprimir.
Pero voy a castigarla de otra manera, lastimaré su corazón y su mente como lo hizo conmigo.
Instalé unas cámaras que tenía guardadas. Y que eran para inmortalizar, nuestros más felices momentos.
Esta vez servirían para grabar todo lo que íbamos a hacer en el cuarto, como un recordatorio permanente, que debe aprender a hablarme con más cariño.
No soy de hablar con groserías, lo encuentro demasiado vulgar, habiendo tantas formas de comunicarse.
Pero busqué información acerca de las palabras y frases que más hieren a una mujer, las que más la denigran y lastiman emocionalmente. Y las memoricé; me esforzaría en usarlas aunque no sintiera lo que estaba diciendo, porque Jen merecía todo mi esfuerzo.
Lo mismo hice con las cosas que se hacen en la cama y que dada la personalidad de Jen de seguro le iban a asquear. Quería sin lastimar su cuerpo que sintiera todo el desagrado y la incomodidad posible, que se sintiera igual de ofendida como me sentí yo, igual de humillada.
Me miraba con curiosidad mientras yo instalaba todo y tarareaba una canción romántica. Seguro ni podía imaginar lo que le esperaba.
Le permití que fuera al baño y se duchara, que se pusiera un rico perfume, solo miraba su cuerpo mientras se aseaba. Cada vez que veía el agua correr por sus curvas la encontraba más hermosa. Y de solo recordar como la tuve en la mesa y dejé su cuerpo temblando me encendía de tal manera que me costaba respirar. Me fascinaba evocar esas imágenes y sensaciones una y otra vez en mi mente, para ella fue horrible, pero para mi fueron los instantes más emocionantes que sentí en mi cuerpo.
Me miraba con miedo y desprecio y le ordené que pusiera unas sábanas que tenía en el closet muy bonitas.
—Acuéstate Jen — le dije
—No me vas a volver a tocar, puedes pegarme y matarme si quieres, ¡pero no te dejo, entendiste maldito enfermo! — me gritó.
Pero eran solo palabras, en realidad no podía hacer nada contra mi fuerza, por más que se resistió e intentó golpearme, en poco tiempo ya estaba de nuevo completamente inmovilizada.
Y me di el placer de lamer su vagina, y tocar su cuerpo, morder sus pechos. Y penetrarla con todo mi deseo mientras iban saliendo de mi boca todas las palabras humillantes que había memorizado. Y con cada palabra dada duras estocadas con toda mi fuerza, y con cada una de ellas acompañaba un insulto. Y no acababa en su vagina, sino que me complacía en hacerlo en su cara, abrir por la fuerza su boca y hasta forzarla a que tragara. Sin permitirle vomitar.