Capitulo 20

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En el valle...

-Agg... ah- sangre cayo al suelo, haciendo cada vez mas grande el charco de sangre, Aome respiraba rápida y cortantemente, podía sentirlo, sentía como cada árbol, planta y animal moría a cada segundo que pasaba. Su estado era lamentable, desde que Akira apareció y lastimó a Rin, no había regresado, tampoco Sesshomaru, por lo que podía sentir sabia que el se encontraba con sus hijas, que estaban juntos, eso por una parte la mantenía feliz y tranquila, era mejor en esos momentos no le gustaría que su esposo la viera en esos momentos. Sus energías y fuerzas estaban decayendo, la maldición en ella era cada vez mas pesada, el invierno ya estaba a la vuelta de la esquina y con ello el eclipse de la luna de sangre también. Aome no sabía si lograría salir con vida de esa... había pasado tanto tiempo asi, que lo único que quería era poder descansar. El lugar tembló, más ramas del árbol habían caído...

-Estas sufriendo mucho- Aome levanto la mirada observando al árbol sagrado bajo la imagen de Kikio

-Me... sorprendes que aun sigas... haciendo esto, todo a tu alrededor ya está muerto- comentó bajando la cabeza

-Aun puedo soportarlo, sabes que tienes más soluciones

-No lo hare... no terminara solucionando nada

-Entonces prefieres morir?

-De ser necesario si... pero- Aome levanto la cabeza en alto- Le prometí a mi esposo que resistiría y esperaría por él y nuestras hijas, aun si termino muriendo... no romperé mi promesa, después de todo... no le temo a morir

-Pero tienes miedo- ante lo dicho Aome se quedó callada- Temes no ver a tus hijas, temes no poder despedirte si llegas a morir, temes no poder disculparte por lo que hiciste

-Solo... las protegía, era un dolor necesario, no había elección

-No lo veo asi, pudiste decirles los sacrificios que debías hacer siendo lo que eres, que te alejas por largos periodos para regenerar poder, sin embargo, permitiste que pensaras que habías muerto y las aislaste, lo comprendo solo querías protegerlas, pero también terminaste hiriéndolas y el padre no es muy hablador y expresivo tampoco. Pudiste presentarte ante ellas en muchas ocasiones antes de la maldición, pero no lo hiciste

-Estas muy hablador... ¿solo viniste a esto? Ya me siento bastante mal... como para que vengas a criticarme- habló con un tono cansado Aome, aunque hablara y escuchara estaba tratando de no quedar inconsciente, su vista se estaba volviendo pesada

-Hmm solo vine a ver como estabas, y convencerte de que mi oferta...

-Bien - interrumpio-... ya te di mi respuesta

-Como desees, sin embargo, somos parte la una de la otra, te ayudare con lo último que me queda

-Eh? – Aome sin entender levanto la mirada, pero no había nadie

-Enviare a los animales al valle, sus energías te serán útil por unos días, pero seguirán muriendo poco a poco, serás la ultima que quede al final- escucho la voz del árbol

-Para ser tan obstinado, si tienes corazón... -no hubo respuesta, Aome sonrió un poco- Si aun me escuchas... necesito que me hagas un ultimo favor...

Mientras tanto el Este...

-Todo está muerto... ¿Qué vamos a hacer?

-Esto se está saliendo de control...

-Aome... crees que... Miroku

-Tranquila Sanguito- Miroku abrazo a su esposa para calmarla- Ella aun esta viva, pero seguro muy débil- la pareja observo su alrededor todo estaba muerto la pradera donde se encontraban parecía un desierto, cualquiera dudaría que antes estaba lleno de verde

Las Hijas de un DaiYokai y una DiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora