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¿Que le quedaba de su anterior vida? Una casa en ruinas, un recuerdo doloroso de su vida familia rota. Por una vez podía agradecer la comida normal frente a ella; tocino, un kilo en una pila frente a ella y huevos, ocho. En cualquier momento pudo parecerle excesivo pero después de la noche anterior le sorprendió tener apetito para comer al tímida. Timidez que carecía Yari frente a ella atacando las pilas de hot cakes y los platos con carne cocida.

Ella se dió el tiempo para ver dónde se encontraba, un restaurante familiar vacío. Eran las 12 del día y la gente no solo se limitaba a ver por las ventanas de vidrio y la terraza cuando pasaban por la terraza mientras pasaban a comprar en la plaza comercial.  Yari no había dicho una sola palabra desde que salieron de su casa, avanzaron por la ciudad en un lujoso Corvette propiedad de Yari, más bien de una de sus víctimas; llegaron al restaurante más lujoso de la zona más acaudalada de la ciudad. Tiffany vió como la hostes detuvo en la entrada a una pareja y les pidió que se retiraran. Tenían todo el restaurante para ellas solas.

—¿Qué tal el desayuno?— preguntó una recia voz femenina.

—nada divertido de comer— dijo Yari levantando una ceja.

Tiffany giró a ver a la mujer que había hablado; media 1.90, de cabello blanco, largo y ondulado. La luz del sol se reflejó en el diamante azul en su ombligo en el centro de su abdomen desnudo. El muro de músculos de su estómago tenía seis gruesos ladrillos perfectamente tonificados. Se sentó entre Tiffany y Yari levantando la pierna y entrecruzandola.

—pensé que vendrías con Joe— volvió a decir la mujer sacudiendo su pelo.

Sus hombros desnudos por su top de cinta mostraban su gruesa espalda.

—ahora somos uno mismo— dijo Yari guiñando el ojo.

—a este paso nunca sentaras cabeza— dijo la mujer torciendo el labio— ¿Dime, por qué trajiste a esta niña?—.

—tiene hambre— contestó Yari sin miramientos.

—¡Yo también!— dijo la mujer.

—es como nosotras— dijo Yari sorbiendo su café— tiene mucha hambre— enfatizó.

La mujer centró su mirada en Tiffany de forma inquisitiva, no, la analizó.

—brazos flacuchos, algo gorda, temerosa, escuálida— dijo la mujer sin tapujos— me recuerda a tí cuando te rescaté— dijo a Yari.

La mencionada soltó una risotada. Tiffany se relajó en su asiento y siguió comiendo.

—le daré 3 meses en el ABSolut, sino veo resultados, será la cena— dijo la mujer poniéndose de pie.

Un par de hombres con traje entraron por la puerta principal, la hostes llamó a la monumental mujer y se despidió del par. Ellas salieron del lugar sin pagar la cuenta, al salir Tiffany miró atrás a la mujer sentada en el final de la terraza del local. En un sofá de media luna extendiendo  los brazos en la cabecera del mueble. Uno de los hombres trajeados miraba el diamante en el ombligo de la mujer con una lupa y el otro le tomaba las medidas de la cintura mientras ella reía. Al salir Tiffany miró el nombre del local y se le hizo curioso, "Le bon ventre" y como logo estaba un diamante azul.

Ellas fueron en auto por unos minutos, después de viajar por las calles llegaron a un local, el edificio rectangular tenía cuatro pisos y ocupaba toda la cuadra. Ambas cruzaron las puertas dobles de vidrio y se toparon con el escritorio del recibidor. Había un chica con una blusa de cuello entrecruzado de color verde. Sus ojos rasgados se posaron sobre el par y de forma amable mostró sus frenos en sus dientes en una sonrisa.

—Lo siento señoritas, hoy no laboramos— dijo la mujer arrugando sus cejas depiladas.

—Suleyma nos envió aquí— dijo Yari torciendo el labio.

Tiffany AND The Bad BelliesWhere stories live. Discover now