Capítulo 6: Conejillo de indias

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—¿Se puede saber qué hacemos aquí?

Sara lo había preguntado al verse en tierra firme, desde que Barba blanca había ordenado que los tiraran por la borda no había estado en otro lugar más que su barco, pero después del nuevo enfrentamiento que había tenido con el capitán, Ace la había llevado a ese lugar, aunque esta vez, por lo menos Ace la había llevado a la isla en un bote y no habían tenido que nadar hacia la orilla, que eso, según ella, ya era un avance.

—En el barco esta cosa no se ha activado cuando te has ido—Dijo señalando la pulsera—Así que quiero hacer pruebas para saber cómo se activa.

—Entiendo, somos parte de un experimento.

—¿Cuándo llegasteis aquí qué hicisteis exactamente?

—Bueno, después de que mi hermano casi se ahoga por culpa de tu querido "padre"...

—Al grano.

—Salimos del agua y nos sentamos en la arena, poco más—Contestó secamente.

—Tal vez si mojamos esta cosa...

Ace miró las olas ir y venir sobre la arena y se agachó metiendo la mano en el agua y mojando la parte de la pulsera, pero nada pasó.

—Pues no.

—Igual ¿hay que meterse más?

—¿En el agua?—Preguntó Ace con tono disgustado.

—¿Eres alérgico?—Dijo burlándose un poco de él—Pobrecito que dos gotas lo van a matar.

—No, pero al haber comido una fruta del diablo no vuelves a ver el agua del mar con los mismos ojos. Tal vez es mejor que lo pruebes tú si tantas ganas tienes...

A Sara ni siquiera le dio tiempo a preguntar, ni a quejarse, ya que Ace la empujó y cayó de morros contra el agua, y aunque no llegó a mojarse entera, porque aun estaba muy cerca de la orilla. Notaba como parte de su cuerpo se empapaba mientras la sonrisa socarrona y altanera del moreno salía a la luz.

—¿Por qué me miras así? La idea ha sido tuya.

—Sí, a qué mala hora abro la boca ¿Verdad? ¡Ah por cierto! Se me olvidaba decirte algo importante...

—¿Has recordado algo?

Segundos después de preguntar una bola de arena mojada impactaba sobre su moflete derecho, dejándolo por un momento rígido como una piedra y sorprendido por la respuesta de la chica.

—También estaba rebozada de arena...

—Bueno... creo que no era ninguna de las dos cosas—Dijo Ace quitándose la arena de la cara.

—Por una vez estamos de acuerdo.

El chico extendió la mano hacia ella para ayudarla a subir aunque ella se empujó con sus propios brazos y se levantó sola mientras apretaba las puntas de su cabello que se habían mojado un poco al caer al agua.

—Chica testaruda—Dijo Ace cerrando la mano que había extendido para ayudarla.

—¿Decías algo?

—Que entonces tenía razón desde el principio, es al alejarnos.

—Pero tiene que ser una distancia grande porque en el barco no ha pasado nada.

—Bueno, pues como lo estamos probando todo, vamos a ver cuánto aguanta esta cosa. Quédate aquí quietecita mientras me alejo—Se giró un momento y luego volvió sobre sus pasos—Quieta.

—Ni soy un perro ni estoy sorda, lo he entendido la primera vez.

—Buena chica, quédate aquí—Dijo dándole unas palmaditas en la cabeza—¿Quién es una chica obediente?—Empezó a revolverle el pelo.

Mundos paralelosWhere stories live. Discover now