Prólogo.

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Que no sé porqué lo hago.

Sólo sé... que he nacido para romper las reglas, para tomar las decisiones equivocadas y también, para ser despojado, herido y traicionado.

Que si algún ser humano ha pasado por lo mismo me gustaría saber si continúa con vida, porque de no ser así, me dejaría caer en este preciso momento, mi rodillas ceder junto con el peso de mi cuerpo  cayendo sobre la superficie firme.

Consciente de que no desperdiciaría mis últimos suspiros de vida en ser catalogado como un cobarde al huir.

Mi garganta arde, como si estuviese irritada, peor a cualquier tipo de angina. Fiebre naciendo de las comisuras de mi herida. La anatomía que me pertenece tiembla cuando el frío se cuela por la tela del uniforme, la epidermis de mi piel se encrespa a la vez que recibo intencionales pinchazos en las plantas de los pies en aviso de un próximo calambre.

Al atravesar la luz del día me enceguece y me recibe. Agitado presiono mis rodillas con ambas manos , analizando el camino que me sería más favorable tomar.

¡Respira! Ve hacia la derecha.

¡Huye! mejor ve hacia la izquierda,

¡QUE DEBES CORRER! El grito de mi mente al oír a la distancia el bullicio y los pasos apresurados de los monaguillos que van a mi encuentro para secuestrarme.

Alguien de allí dentro pide mi sentencia.

Quiere arrebatarme la vida.

Pantalón de vestir marrón marfil, mancha de pintura oscura semejante a la sangre impregnado en él. Tardíos latidos en mi mano izquierda me obligan a mirar la gravedad de la herida, de la verdadera nada ficticia que hay en ella. La sangre espesa sigue fluyendo esparciéndose por mi tacto.

Nombrándole así, mi primer descuido emocional.

† EXPERIENCIA RELIGIOSA†Where stories live. Discover now