Día 11

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Había perdido casi todo el día en la búsqueda de la gitana; la cual le había dado las razones por las cuales existía una inmunidad con personas muy cercanas a él.
Tales disparates de cierta forma le sorprendían, pero su mente no hallaba otra respuesta a esa incógnita; después de todo tal vez debía creer cuando sus ojos contemplaban la magia presentarse frente a él.
Ahora que de hallaba de regreso a casa en un taxi, pensaba en la situación que se había presentado con sus hyungs; de tan solo pensar en ello, la frustración y desánimo regresó a él.

—¿Podría ir más rápido?—.Le preguntó al chico que conducía el taxi. Con lentitud a su parecer, ya que cada vez se aproximaba más la noche, y no estaba ni cerca de llegar a su casa.

—Estoy haciendo todo lo que puedo jóven—. Contestó nerviosamente el chico. Evidenciando que era nuevo en el trabajo.

—Mira yo soy el que te va a pagar; así que aumenta la velocidad o lo reportaré con la central de transportes—. Advirtió Kai con poca paciencia.

—N-no jóven por favor no haga eso; necesito éste trabajo para mantener a mi esposa e hija—. Expresó con preocupación el chico. Sorprendiendo de cierto modo al castaño al ver lo jóven que era el taxista como para tener una familia.

—Entonces trata de acelerar—. Fueron sus últimas palabras ya que sintió como el chico aumentaba la velocidad; sabiendo que su empleo estaba en juego.

Kai giró su rostro, y lo primero que vieron sus ojos fue su propio reflejo, por la ventanilla del taxi; observando su peinado en un copete, piel más cuidada y tersa, inclusive un poco de maquillaje. Observando el aspecto que daba, pero eso no fue lo que realmente le preocupó; lo más sorprendente fue ver en su reflejo aquella mirada soberbia y egocéntrica que mostraba.
Sin duda ese no era él.
Suavizó su mirada al darse cuenta de la persona en la cual se había convertido.
Algo dentro de él hizo click, como si su mente reaccionara ante lo que hacía. Sintiendo decepción sobre sí mismo.
Recordó todo lo que había perdido gracias a su actitud arrogante y llena de orgullo. Su empleo en Sky Sweet, la confianza de Beomgyu, el orgullo de Taehyun, la amistad que tenía con Soobin.
Lo más importante en su vida ahora estaba derrumbándose frente a sus ojos.
Sabía que toda persona que se hubiera visto en tal poder para manipular a las personas, y conseguir cosas por su belleza; le harían sentir en la cima. Pero todo eso era realmente falso ya que a pesar de todas esas atenciones mostradas y halagos, no le seguían por su forma de ser, o por lo que realmente era. Simplemente era por ese hechizo, y cosas superficiales.
Las únicas personas que lo querían y aceptaban tal y como era, les había dado la espalda y ahora estaban muy lejos de él. Eso le llenaba de tristeza y frustración, no sabiendo ai algún día lograría recuperar todo eso que alguna vez llegó a tener, sin ser merecedor. Deseando con todas sus fuerzas haberse detenido en el momento en el cual comenzó a aceptar las ofertas y regalos brindados por hombres cegados por su belleza que a fin de cuentas no era real; o al menos así lo veía él.
Aún le quedaba el resto de la noche, y cuatro días más para arreglar todo lo que pudiera hacer con su poder, esperando que de algo le ayudara.

Suspirando rascó su cabeza al darse cuenta de que aquel hechizo que muchos hubieran deseado, considerándolo una bendición, terminó siendo en su más terrible maldición.

Suspirando rascó su cabeza al darse cuenta de que aquel hechizo que muchos hubieran deseado, considerándolo una bendición, terminó siendo en su más terrible maldición

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¿𝗕𝗲𝗻𝗱𝗶𝗰𝗶𝗼́𝗻 o 𝗺𝗮𝗹𝗱𝗶𝗰𝗶𝗼́𝗻? - Sookai Where stories live. Discover now