Capitulo 14:

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Como si su cerebro hubiera activado una alarma natural, Ginny se despertó muy temprano al día siguiente. En su pecho estaba plantado un sentimiento de preocupación, pero a la misma vez de esperanza, que obviamente estaba percibiendo de otra persona.

Luego de comprobar que sus compañeras estaban dormidas, se levantó, se vistió y bajó a la sala común, en donde pudo encontrar respuestas a lo que había percibido antes.

Harry, estaba sentado en una mesa en una esquina de la sala, y escribía algo muy concentrado en un pedazo de pergamino. Cuando Ginny se le acercó, apenas levantó la mirada unos segundos para verla, y después continuó escribiendo con afán. Ella se sentó a su lado, y observó el pergamino por encima del hombro de Harry. Estaba escribiendo lo siguiente:

Querido Sirius:

Creo que lo de que me dolía la cicatriz fue algo que me imaginé, nada más. Incluso lo del sueño lo exageramos Ginny y yo. Tuvimos casi la misma pesadilla, pero creímos que fue la misma, y que estaba Voldemort involucrado, pero todo lo malinterpretamos. No tiene sentido que vengas, aquí todo va perfectamente. No te preocupes por mí. Ni por Ginny, ella está a salvo.

Harry.

Ginny alzó una ceja.

"Sé que no crees que lo convenza, pero tengo un poco de esperanza" le dijo el azabache, ahora mirándola con preocupación.

"Entiendo, pero quiero que sepas que no tendrá ningún resultado. Es demasiado tarde" explicó ella, y Harry solo asintió.

Ginny se dio cuenta de que él enserio guardaba esperanzas, por lo que decidió seguirle el juego. Cuando terminó de firmar la carta, lo acompañó para salir por el hueco del retrato, subieron las escaleras del castillo, que estaba sumido en un silencio demasiado tétrico (sólo los retrasó Peeves, que intentó vaciar un jarrón grande encima de ellos, en medio del corredor del cuarto piso), y finalmente llegaron a la lechucería, que estaba situada en la parte superior de la torre oeste.

La lechucería era un habitáculo circular con muros de piedra, bastante frío y con muchas corrientes de aire, puesto que ninguna de las ventanas tenía cristales. El suelo estaba completamente cubierto de paja, excrementos de lechuza y huesos regurgitados de ratones y campañoles. Sobre las perchas, fijadas a largos palos que llegaban hasta el techo de la torre, descansaban cientos y cientos de lechuzas de todas las razas imaginables, casi todas dormidas, aunque Ginny podía sentir aquí y allá algún ojo ambarino fijo en ella. Harry se acercó a Hedwig, que estaba acurrucada entre una lechuza común y un cárabo, resbalando un poco en los excrementos esparcidos por el suelo.

Al azabache le costó bastante rato persuadirla de que abriera los ojos y, luego, de que los dirigiera hacia él en vez de caminar de un lado a otro de la percha arrastrando las garras y dándole la espalda. Evidentemente, seguía dolida por la falta de gratitud mostrada por Harry la noche anterior. Al final, Ginny sugirió en voz alta que tal vez estuviera demasiado cansada y que sería mejor pedirle a Ron que le prestara a Pigwidgeon, y fue entonces cuando Hedwig levantó la pata para que Harry le atara la carta.

--Tienes que encontrarlo, ¿vale?-- le dijo Harry a Hedwig, acariciándole la espalda mientras la llevaba posada en su brazo hasta uno de los agujeros del muro --Tienes que encontrarlo cuanto antes. Mucho antes que el Ministerio o los dementores--

Ella le pellizcó el dedo, quizá más fuerte de lo habitual, pero ululó como siempre, suavemente, como diciéndole que se quedara tranquilo. Luego extendió las alas y salió al mismo tiempo que lo hacía el sol. Harry y Ginny la contemplaron mientras se perdía de vista, sintiendo la ya habitual molestia en sus estómagos. Ginny sabía que Harry había estado demasiado seguro de que la respuesta de Sirius lo aliviaría de sus preocupaciones en vez de incrementárselas, pero obviamente, se había equivocado.

Nuevo Comienzo (4 Libro) (Hinny)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora