54. Ellos están mirando

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Febrero.

La mirada de Kim Taehyung luchaba intermitente entre el documento que sostenía y la pantalla del ascensor que dictaba el piso en el que se encontraba. Suspiró. Ahora, quedarse atrapado ahí, no le parecía un problema, sino, una necesidad.

Sin embargo, las puertas se abrieron frente a sus ojos, mostrándole la planta baja del área de rehabilitación física, justo el lugar que más temía en el mundo.

No tuvo otra opción más que salir del ascensor, ganándose, como últimamente, las miradas curiosas de sus colegas y demás personal del hospital.

Nunca pensó que tener la atención de todo el mundo sería una complicación para sus actividades cotidianas, pero si esas personas no hacían más que mirarle con desagrado y repugnancia, no podía evitar dejarse consumir. Su estabilidad emocional ya no dependía de los medios, no obstante, las personas a su alrededor se encargaban de hacerle recordar su posición, una y otra vez. No solo eran esos que lo miraban raro, también estaban los murmullos y pequeñas carcajadas que explotaban tras su paso. Se estaba volviendo difícil, un completo martirio. No podía con tanto y tampoco entendía como era que seguía adelante, si a cada paso que daba era juzgado por terceros a su existir.

Jungkook.

Pensó y un pequeño nudo en su garganta se formó. Otra vez extrañándolo, otra vez sintiendo que su pecho dolía. Ojalá estuviera cerca para poder abrazarlo y ponerse llorar como un niño.

Entonces, respiró. Debía ser fuerte, no tenía alternativa.

Por eso, intentó concentrarse en el documento que llevaba en sus manos, mientras se dirigía a su consultorio. Kim Seokjin le había encomendado un nuevo caso, pero, para la mala suerte de su mente cansada, se trataba de un atleta con un problema similar al que un día tuvo su novio. Y eso lo hizo reparar, nuevamente, en el pelinegro que tanto quería. Hacía más de dos semanas que no se veían y eso lo ponía triste; pero más que eso, preocupado.

Jeon Jungkook, estaba siendo presa de las exigencias recién puntuadas por su madre, quien decidió dejar de ser una mujer amable y le comenzó a exigir, de forma desapacible, resultados perfectos en la pista de carreras. Además de lo anterior, contrató a alguien para seguirlo a donde fuera y no permitir que ocurriera una reunión pública entre ambos jóvenes; era lamentable y muy doloroso.

Se sentía como si tuviera que estar nadando contra la corriente.

Jungkook no dejaba de disculparse cuando hablaban cada noche para desearse dulces sueños. Así sería mientras las cosas siguieran latentes en los medios coreanos, Taehyung lo entendía y de verdad deseaba que la calma llegara. Jungkook estaba en una situación difícil, todo era tan complicado: entrenaba desde el amanecer y eso hacía a Taehyung angustiar, sobre todo porque el chico se había quedado dormido un par de veces mientras conversaban en plena llamada.

Soltó un resoplido. Jungkook era fuerte, pero a ese ritmo, caería enfermo en cualquier momento.

Taehyung se sentía tan culpable, y es que no era para menos si había ocasionado que todo estuviera encima del joven pelinegro. Aparte, ya le había dicho que si estaba cansado no le llamara, pero Jungkook le aclaró que solo deseaba estar a su lado; por ende, el castaño supo que Jungkook se esforzaba tanto para no perder su comunicación, que la presión llegaba a niveles escandalosos.

Taehyung era un estorbo para Jungkook, uno muy grande, lo sabía bien.

Si no estuviera de por medio, la vida de Jungkook sería más sencilla y solo se preocuparía por ganar las Olimpiadas y cumplir cada una de sus metas.

—Taehyung —y la voz de Misuk hizo que saliera de sus pensamientos, reparando en el rostro de la enfermera que lo escudriñaba— ¿Podemos hablar?

—¿Ocurre algo? —preguntó, observando a su alrededor, viendo como todos los que pasaban cerca los observaban indiscretos.

Noche Oscura || KooktaeWhere stories live. Discover now