GEMELOS - YEONBIN

CASTIGO.

Volví mi atención a Hyo Ri un segundo para de inmediato hacerlo de nuevo con Soo Bin, el cual se hallaba sentado en una pequeña mecedora, con lo que parecía un álbum de fotos en las manos. Beom Gyu se encontraba en la cama, con una expresión que ya le conocía muy bien a esas alturas. Obviamente yo seguía sin caerle bien al mayor de los hermanos.

—Hola —saludé, volviéndome hacia mi prometida.

—Hola —replicó ella sin demasiados ánimos, haciéndose a un lado y yendo a mirar por la ventana.

Entré a la habitación por completo y cerré la puerta detrás de mí, aunque a diferencia de ella, no eché la llave. De todas formas no era probable que permaneciera ahí mucho tiempo. No con la evidente hostilidad de Beom Gyu y Hyo Ri dirigida hacia mí, aunque una tímida sonrisa por parte de Soo Bin me confirmó que a él no le molestaba mi presencia.

—¿Están todos bien? —inquirí, pensando en ir directo al grano.

Los tres me miraron al momento. Al hacerlo comprobé que, en efecto, lo que Soo Bin parecía mirar era un álbum de fotos. De cuando eran niños, supuse.

—¿De qué hablas? —fue Beom Gyu el primero en hablar.

—Anoche. Sé que pasó algo con su padre.

—Ese no es tu asunto.

Está vez fue Hyo Ri quién lo dijo, ganándose al momento una mirada por parte de Soo Bin, una que fácilmente podría querer reñirla. Y que eso me hiciera feliz sólo servía para confundirme todavía más.

—Tal vez —asentí —pero me gustaría saber. Si yo puedo ayudarles en algo...

—Eso lo dudo —volvió a gruñir Hyo Ri, ya sin mirarme.

—¿Por qué no pueden decirme la verdad?

Mis palabras fueron suficientes para hacerlos volver el rostro e intercambiar miradas entre ellos. Sabían que había una verdad que debían decirme, pero no parecían deseosos de hacerlo. Y yo tampoco me sentía del todo preparado para confesar que ya lo sabía.

—Escucha, Yeon Jun, sobre anoche...

Empezó Beom Gyu, tras aquel largo y enigmático intercambio de miradas, pero fue interrumpido cuando la puerta detrás de mí se abrió, dando paso a la señora Lee.

—¡Queridines! —chilló—. ¿Están todos aquí?—. Y entonces sus ojos se fijaron en mí. La observé a mi vez. La madre de los chicos tenía unos ojos muy parecidos a los de los gemelos, sin embargo los de ella se veían algo turbios, como si carecieran de brillo y sinceridad—. Yeon Jun, cariño, te dije que no vinieras a molestar a Hyo Ri.

—Él no me molesta para nada —se apresuró a replicar mi prometida, dándose la vuelta para enfrentar a su madre. —¿Qué quieres?

La señora Lee dudó un segundo, atenta a las miradas hostiles que recibió por parte de sus tres hijos. Miradas que hasta yo era capaz de detectar.