Día 1: Escuela

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Rindō Haitani, estudiante del tercer año de media superior ha decidido que hoy es un gran día para declararse al chico que le gusta. El nombre del susodicho es Souya Kawata, de segundo año. Tiene un pequeño problema en ello: Souya siempre está pegado como chicle a su hermano Nahoya Kawata ¿O Nahoya siempre está pegado a él?.

De cualquier manera, siempre de los siempres veía a Souya con él pero hoy era un día más que especial: Nahoya había enfermado, por lo que Souya estaría solo el resto de la mañana y parte de la tarde.

El Haitani se encontraba sentado en medio del salón vacío, mirando el sobre que contenía la carta y acompañado de su mejor amigo: Sanzu Haruchiyo, quien esperaba a que dijera algo al respecto.

─ Lo haré, hoy es el día. ─ Exclamó al fin el de hebras rubias.

─ Llevas diciendo eso toda la puta mañana y no te veo moviéndote, Rindō. ─ Le recriminó el de cabellos rosados.

─ Que buen amigo eres, en fin, es hora de irme, se supone que en diez minutos cruzará el pasillo entre este edificio y el de artes. ─ Explicó Rindō, quien se colgaba en el hombro la maleta.

Sanzu se limitó a asentir, mirando a su mejor amigo irse con toda convicción y seguridad a su destino, agitando la mano en despedida.

El Haitani se hallaba con algunos nervios dentro de sí, pero mantenía la mirada seria de siempre. Nunca se había atrevido a hablarle a Souya, siempre tuvo su distancia y sólo lo veía ir y venir, totalmente atrapado por la actitud y belleza del gemelo.

No tardó en llegar al lugar. Se colocó recargando su espalda en la barda del pasillo, esperando con carta en mano a que el peliazul cruzara. Pasaron los minutos y se pudo distinguir a lo lejos los cabellos azules que el Kawata tenía.

Souya siempre mantenía un gesto serio y enojado en su semblante, pero todos en el lugar sabían que Souya era el más bondadoso de todos los del instituto. El Kawata cruzó la puerta de salida, entrando así al edificio con calma y manteniendo una mano en la correa de la maleta que cargaba.

Rindō enseguida sintió las mejillas arder un poco al mirar al menor, admirando en la medida de lo posible lo bien que se veía con el uniforme de verano de la escuela. De pronto, el Kawata levantó la mano, provocando que Rindō creyese que era para él y haciendo que se acercara. Qué idiota fue, detrás de Rindō se acercaba Hakkai, quien alzaba su mano para saludar al Kawata.

─ ¡Angry! Saliste rápido hoy ¿Ya almorzaste? ─ Preguntaba el alto que mantenía una sonrisa, mismo que frenó de golpe a Rindō.

─ Ujum, aunque aún me quedé con algo de hambre ¿Vamos a la cafetería? ─ Propuso Souya, volviendo de vuelta al edificio principal.

Rindō se quedó parada en ese lugar, sintiendo la vergüenza recorrer todo su rostro y provocando que se cubriera con la palma de la mano.

─ Que bien te salió eso, todo un ganador. ─ Se escuchó desde una de las ventanas del primer piso del edificio; se trataba de nuevo de Sanzu, quien se carcajeaba ante la escena sujetandose el estómago por la risa.

─ ¡C-CIERRA LA MALDITA BOCA, LO LOGRARÉ, TODAVÍA ME QUEDAN DOS CHANCES MÁS! ─ Recriminó el Haitani, guardandose la carta en el bolsillo de su pantalón y encaminandose hacia el interior del edificio.

Su segundo chance era en la clase de cocina. Él se había metido a esa clase sólo por el mero hecho de que Souya también se había inscrito, por lo que tendría a su favor ese momento y si todo iba bien, podría hacer algo de comer para el Kawata.

El menú de ese día era algo simple, galletas. No habría alguna falla, ¿Quién no podría hacer unas tontas galletas? Rindō confiaba demasiado en su habilidad, y si tenía una razón para ello estaba más que seguro que el amor ganaría.

 𝕮𝗢𝗧𝗧𝗢𝗡 𝕮𝗔𝗡𝗗𝗬 - 𝗢𝗻𝗲𝗦𝗵𝗼𝘁𝘀 © ( RinGry Week )حيث تعيش القصص. اكتشف الآن