Un reencuentro, y un accidente.

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La vida de un estudiante como yo, no es fácil. Apenas tengo 14 años, hace poco entre a la secundaria y ya vivo solo. Mis padres... no son los mejores, además de que nunca fui el hijo favorito a pesar de ser el mayor. Pero no me quejaba, tenía un departamento para mí solo, una gran cantidad de dinero cada semana y total libertad a mi antojo. Podía usar mi apartamento para tener sexo sin control... Si tan solo alguno de los chicos, no; mas bien... si tan solo hablara con algún chico además de los perdedores de mis "amigos" de clase, los cuales; eran muy feos. 

Pero aquello lo sustituía por tardes de pajas a mi antojo, hasta que la mano se me torciera y los muslos me quedaran temblando, hasta que mi respiración fuese super pesada y demás. Las revistas porno debajo de mi cama me hacían un gran favor, y casi a diario, una nueva revista llegaba a la colección. Por suerte, el viejo del mini mercado no preguntaba una mierda cuando entregaba mis revistas pornografias gays en el mostrador de la caja para pagarlas; pase de ir con gafas de sol, cubre boca y una gorra, a preguntar por el nuevo número de "Conejitos 18" cada quince días.  Supongo que el punto era vender. 

Porque, apenas era lunes, y ahí estaba yo. En la estación de tren de Shinjuku, a punto de ir a casa para jalarmela con el nuevo número de Conejitos 18, donde salía un tipo muy menudo; rubio y con pecas en el rostro. Uff, lucía hermoso... los rubios eran mi perdición, más si tenían un buen culo como el de la revista. 

Ni siquiera me di cuenta de que había desenvuelto esta, comenzando a mirarla con toda la gente alrededor, pero; que se jodan. Lo que piensen me va y me viene...

—Disculpe, jovencito... ¿puedo llegar a la calle 302 desde aquí?—menuda mierda, por supuesto que no, vieja mugrosa. 

Pero me da tanta paja explicarle...—Si, claro que si.

—Gracias, que amable joven.

Bufe para mis interiores, volviendo a vista a la revista. Había un poster doblado dentro con aquel tipo menudo usando orejas de gato, con el culo hacia arriba mientras se abría los cachetes de este, sonriendo. Se notaba que le encantaba que lo mirasen así, o al menos, la fotografía captaba aquella intención. 

—Disculpe... joven, creo que no es por esta dirección; estoy perdida. 

—Joder, mire... debe esforzarse, ¿si?, no puede andar molestando a la gente. Busque la dirección o tome un taxi, no puede dejar que la gente le resuelva todo, ¿de acuerdo?, estoy ocupado, abuela.

la anciana bajo la cabeza, asintiendo mientras mordía suavemente su labio inferior. —Entiendo, disculpa.

El joven de 14 años gruño por lo bajo, guardando la revista guarra dentro de su mochila, esperando el tren que lo llevaría a su destino. A su lado, vio una silueta de, casi, su misma estatura. Un joven de piel canela se puso de pie a su lado, uniforme escolar y una pinta de malandro mientras miraba fijamente hacia el frente. A lado de ambos, un vagabundo borracho paso, chocando contra Chanyeol, quien rodó los ojos, alejándose unos pasos. Aquel sujeto moreno le resultaba familiar, pero no lograba captar de donde, donde lo había visto...

GANTZWhere stories live. Discover now