Capítulo 2

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Al día siguiente lo invité de nuevo a comer.

Aceptó con cara de desconcierto pero dio lo mejor de sí en la grabación del programa con una sonrisa en los labios, mirándome de vez en cuando.

Volvimos al restaurante del día anterior. En medio de la comida, sacó algo de su bolsillo.

— El otro día en el centro comercial estaba mirando Zippos para regalarle a Mond — sonreí por lo detallista que era, siempre aparecía con algún detalle para alguno de nosotros, Mond coleccionaba esos mecheros de gasolina y me pareció tierno que Gun se hubiese acordado de él — Y, bueno, vi éste y pensé que te gustaría — abrió su pequeña mano y me mostró un Zippo del 'Manchester United'. Mi cara se iluminó como la de un niño ante el escaparate de una juguetería.

— ¡Es genial! — exclamé agarrando el mechero y mirándolo con adoración.

Ya me gustaba que fuese de uno de mis equipos preferidos, pero que Gun hubiese pensado en mí era la guinda del pastel.

— ¿Te gusta? Me alegro — dijo como si no tuviera importancia.

"No sabía que diablos regalarte. Me recorrí todas las tiendas que se me ocurrieron después de que me dejases en casa. Y al final solo encontré esta tontería. Que bien que te haya gustado, de verdad"

— ¡Me encanta! — medio grité, sonriéndole con cariño.

"Y a mí me encanta tu sonrisa"

— Parece que he acertado — se sonrojó.

— Obvio — me levanté sin pensarlo y le di un beso en la mejilla, volviendo a sentarme mientras miraba encantado mi regalo.

"Actúa como si nada, solo ha sido un beso en la mejilla, no te sonrojes... NO, ATTHAPHAN, NO TE SONROJES...No es la primera vez que te besa en la mejilla... MIERDA, me he sonrojado. Haz como si nada, sigue comiendo, así, muy bien...PERO NO TE ATRAGANTES, POR EL AMOR DE DIOS. ATTHAPHAN, ERES PATÉTICO...

Lo observé toser, tratando de pasar el trozo de pollo por su garganta.

— Te has puesto rojo por que te he besado — canturreé malicioso.

— ¿Qué idioteces dices? Solo es raro que te pongas a dar besos en publico cuando se que no te agrada el skinship — me espetó, fingiéndose ofendido.

"Aunque en público yo hasta te follaría, pero eso no te lo voy a decir. Pfff ¿Cómo puede afectarme tanto un puto beso en la mejilla? ¡Ni qué tuviese quince años! Me pones, no hay más, me pones muchísimo, me haré una paja cuando llegue a casa, eso me calmará, por si mañana me invita otra vez"

Empecé a salivar cuando contemplé en mi mente la imagen que él formaba en la suya: su pequeña y delicada mano con anillos subiendo y bajando por su polla. Dios, recé para que esa imagen fuese totalmente verídica por que la tenía muy, muy, muy bien, traté de no relamerme.

— Está bien, no volveré a besarte... en público — reí coqueto.

Seguimos así unos cuantos días en los que mi nivel de excitación estaba ya por las nubes.

Ese pequeño era tan retorcido como yo, e incluso, más sexual. Tuve que hacer uso de todo mi autocontrol en demasiadas ocasiones para no saltar sobre él y arrancarle la ropa.

El día en que definitivamente creí que mis pantalones estallarían sino hacía algo al respecto, fue uno en el que se imaginó follándome en los baños de la compañía.

La imagen que formó fue tan nítida que estuve a punto de gemir al ritmo de cada penetración que él me "propinaba" en su mente.

No aguanté más y, esa tarde, me presenté en su casa. Abrió la puerta algo desconcertado.

Hidden RealityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora