Líneas

2.8K 281 226
                                    

Escucho los suaves jadeos de Charlotte sobre mi oído, sé que está cerca; conozco sus sonidos, gestos y muecas, he aprendido a leerlos en los casi dos años que hemos hecho esto. Apresuro mis dedos que salen y entran rítmicamente de su interior. Su pierna presionado mi centro y su olor, su olor tan exquisito que funciona como afrodisiaco para mí. No escucho más que mi nombre y respiraciones trabajosas cuando me desplomo sobre ella. Cierro los ojos un momento tratando de recordar como inhalar y exhalar mientras mi corazón martilla tan fuerte sobre mi pecho.

⸻Ese fue uno muy bueno. ⸻Sus manos están aferradas a mi cintura sudorosa.

⸻Lo fue. ⸻Inesperadamente reposa sus labios sobre mis hombros. La siento tomar una larga respiración.

⸻Me voy, Sue ⸻dice⸻. La editora de la capital tomará un sabático y necesitan que alguien esté a cargo. Me lo han pedido a mí. ⸻Me toma unos momentos poderle contestar.

⸻Me alegra mucho por ti, lo mereces. ¿Cuándo te vas?

⸻Al final de mes debería estar con todo lo que necesito allá. ⸻Dos semanas antes de dejar de verla por mucho tiempo, quizá para siempre.

⸻En verdad estoy muy feliz por ti. Es una oportunidad increíble. ⸻En definitiva, la mujer se ha ganado la lotería.

⸻Ya no podré verte. ⸻Río.

⸻Eso es baste obvio, Einstein, estaremos a muchos kilómetros de distancia.

⸻Me siento rara, estoy acostumbrada a esto; descomplicado y satisfactorio. ⸻Me da una nalgada como usualmente lo hace después de que tenemos sexo.

⸻Estoy segura que encontrarás a alguien con quién descomplicarte la vida allá.

⸻Muy probablemente. ⸻La siento sonreír⸻ ¿Quieres ir por un café? ⸻Pongo mis manos a lado de su cabeza para sujetarme y verla mejor.

⸻En dos años no hemos hecho eso. Nada público, no creo que esta debería ser la situación para la premisa.

⸻Como quieras. ¿Cena? ⸻pregunta mientras comienzo a vestirme. Asiento. La escucho tomar su teléfono y pedir mi platillo favorito del restaurant italiano que está a unas cuadras de su casa.

⸻Iré a preparar café.

Lo que me dijo resuena por mi cabeza. Me altera tener que alterar mi normalidad; no tener que lidiar con citas, con celos, con todo lo que muchas veces se jode con una relación. Sólo tenemos sexo, cenamos y pasamos tiempo juntas de vez en cuando y eso es todo. Pero estoy acostumbrada a esta descomplicación, como le llama ella.

La conocí cuando apenas tenía una semana trabajando para el periódico; la chica nueva de redacción que de vez en cuando la hacía de fotógrafa y ella la encargada de que todos los engranajes funcionen. Era inevitable no fijarse en las pecas que adorablemente adornar su rostro, junto con esa nariz tan fina. Pero cuando la escuché hablar por primera vez y su voz profunda penetró mis oídos, sabía que tenía que acostarme con ella. Y creo que ella se sintió de la misma forma; una semana después tenía su mano debajo de mi falda en el elevador que oportunamente se había detenido. No hemos parado de vernos desde entonces.

El Jardín PerenneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora