ℓα ƒυквσιηg 😍😍🤑 [Yves y tu] (Parodia)

Cinco por el culo te la hinco 😍

Había pasado un chingo de tiempo entre la última actualización pero el tiempo se paró en la historia así que seguimos en la misma mamada que el capítulo pasado que alchile la autora no recuerda bien.

Ah sí que la Sooyoung se agarró a putazo limpio con una servidora pública por mi corazón y la Blanca Vergel se fue a México 😍

Me dieron de alta en el hospital pq no pasó nada en realidad cuando me atropellaron, osea sí pero esto también se ambienta en GTA.

Cuando salí del Hospital mis amigas me esperaban muy felices de que me hubieran dado de alta.

Heejin corrió a abrazarme.

— ¡T/N que alegría que estás bien y no te quedaste en coma como el Beomgyu de la habitación 553!

Le pegué un putazote por andar spoileando ese fic y porque no quiero que me recuerden la historia que me quitó la estabilidad emocional.

— Siokentiendo.

Isabela llegó también y muy preocupada me abrazó.

— ¡T/N pensé que te habías muerto!

— Ni que fuera tu abuelo Pedro.

La Isabela se quedó bien tiesota por pinche comentario más edgy.

— En fin, te traje marihuana para tus dolores, seguro que no has de estar tan joya después de que te atropellaran.

Me encogí de hombros.

— Nah alaverga ya estoy bien.

Aún así tome su bolsita de marihuana.

— La creé yo solita. Me di cuenta que gano más como narcotraficante que vendiendo florecitas.

— Abueno.

Seguimos caminando por la calle en camino a casa porque convenientemente tenemos que encontrarnos a alguien por el camino y me tengo que caer de la sorpresa por tremenda revelación. Y, porque el atropello me género un trauma con los autos inexplicablemente.

Total que la sorpresa no tardó en llegar porque era conveniente y a la autora no se le ocurrió que más poner.

— Espera... ¿T/N? — escuché una voz muy familiar.

Me volteé a ver dando una triple mortal hacia atrás y torciendo mi cuello 180 grados.

Ahí frente a mí, estaba el cabrón del sol, osea un wey con la cara igualita a la del sol alaverga.

— CUANDO CALIENTA EL SOL. — cantó el señor.

Se acercó a mí y empezó a llorar.

— Te pareces un chingo a tu mamá.

— Ya sé, por algo soy su hija.

— Si wey pero no vas a preguntarte porque chingaos conozco a tu mamá.

— Ah sí, ¿porqué conoces a tu mamá?

— Porque me la cogí.

— Ora pendejo.

— Perdón pero me cogí a tu mamá.

— Ya vas cabrón, cálmate y deja de andar hablando de mi madre pendejo.

— No entiendes pendeja. ME COGÍ A TU MAMÁ.

— No, tu no entiendes que te voy a partir el osico. — saqué una navaja channel con incrustaciones de gemas preciosas bañadas en oro de veinte mil kilates y con trozos de almas y sueños rotos de niños afganos.

— No wey, osea que soy tu papá.

Dejé caer mi navaja porque no importa, tengo otras tres.

Tapé mi boca con mis manos y me largué a llorar como pendeja. El señor solo me sonreía incómodo y mis amigas que habían presenciado todo se estaban cagando de la emoción.