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Desde aquella gripe se ha sentido muy débil pero no ha sido impedimento para levantarse temprano y continuar con la rutina que había mantenido por años.
Nuevamente ver el amanecer desde la pequeña ventana de su cocina, sin prevenir lo que podría llegar a suceder, admira y contempla los distintos escenarios que las nubes retratan en esa obra de arte entre el cielo y el amanecer.
No necesitaba mucho, un corazón humilde y cerrado como el de él, se conformaba con muy poco para ser feliz: solo una taza de café, un campo, los animales y ahora un compañero con quién compartir ideas y ocurrencias; nada más necesitaba porque ya lo tenía todo.
De forma extraña, Fargan aún no se levantaba.

-No me digas que te has vuelto a dormir- comenta al acercase al intento de habitación que éste tenía en la planta baja.
No, no se había dormido.
-¿Qué... qué haces?

Una imagen de un hombre con el torso desnudo y guardando todo lo poco tenía en una mochila lo sorprendió por completo. No por el hecho de verlo semidesnudo, más bien porque parecía que se iba.
Ya lo veía venir, en algún momento lo iba a dejar, lo iba a abandonar, "un completo fracaso" fue lo primero que se ocurrió al dueño de la granja al haber confiado por un momento en aquél que se había encargado de llenar su soledad de colores que no habían sido descubiertos.

-Focus- fue lo que respondió con voz quebrada, ojos hinchados.
En un arrebato del corazón y de dolor, éste corre a abrazarlo y, permítanme contarles, que no había sentido abrazo más frío como el que le dio. Abrazar a una persona completamente quieta, aún sin comprender que sucedía, sin una sola mueca de sentimientos o alegría, como si se estuviese muriendo.

-Te vas a ir
-Si, pero debo contarte
-No digas nada, ya me lo has dicho todo
-Pero, necesito explicarte
-No

Odiaba las despedidas. Decir "adiós" es para aquellas personas que nunca más se iban a volver a ver y luego de la última se prometió jamás volver a despedir a nadie pues, si se va que lo haga sin decir adiós; al menos así le quedaba una pequeña luz de esperanza que podría llegar a volver.

-Ire a trabajar- comenta despegandose del abrazo.

El silencio de la casa había comenzado a llorar luego de aquella escena, hasta las paredes se dan cuenta del dolor de ambos. Desconcertado y aún más frágil que al comienzo, termina de guardar sus cosas. Se coloca el uniforme del ejército y, no sin antes dar una última vuelta por la casa, se asoma a la ventana de la cocina y allí lo ve labrando la tierra con suma fiereza, parando de vez en cuando para esconder sus lágrimas. Una mirada, un último encuentro de ambos fue suficiente para despedirse. Dos corazones, que sin darse cuenta, laten al compás de una canción que pronto parecía acabar.
El día era completamente igual al resto pero esta vez hasta los animales parecían gemir un constante lamento y focus se daba cuenta, ocultando en ellos su propio sufrir.
Pobres animales, no lamenten la perdida de un compañero ¿Acaso no saben que se va y vuelve luego?

-Tonto- se repite- soy un tonto

¿Pensar que por fin había encontrado a aquél que llenaba los vacíos? No me hagan reír que hasta su conciencia lo estaba haciendo.
Voces que van y vienen, vomitan una gran cantidad de fanfarrias que volverían a cualquier persona cuerda en un desquicio de la sociedad y hasta se complacen de su dolor.
Idiota .
El sol cabizbajo se encarga de evaporar aquellas lágrimas que tanto están hidratando la tierra pero ¿A quien le importa? Si llegase a desaparecer nadie notaría su ausencia. A nadie le interesa su presencia, siquiera a él parece interesarle más bien, el oficio de la vida la cumple tan solo por obligación y no por querer ¿Qué hacer? Ya nada le importaba, volver al comienzo nada más.
Levanta la mirada nuevamente con la mínima esperanza de encontrarlo nuevamente, que todo era una cruel broma como las que solía hacer, que era mentira; pero no, no había nadie. Al volver a la casa la encontró tal y cual estaba desde un comienzo, antes de encontrarlo herido, antes de improvisar la cama para que duerma, antes de compartir tantos momentos juntos, antes de Fargan.
El hogar, si es que se puede llamar hogar, estaba en un profundo silencio como en un continuo duelo, sin escuchar tarareos de canciones que desconocía de fondo, sin escuchar palabras sueltas o preguntas sin sentido. Estaba en silencio.
Resignado a perseguir un sueño que sabía que no se iba cumplir, sube a su habitación y allí en en borde de su cama había una carta y junto a ella el collar con la medalla del ejército de Fargan.

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Focus:

Quise decirte esto pero me veo en la obligación de contarte de esta manera. Tu sabes que yo formaba parte del ejército y me han rastreado y a ti también.
Quiero protegerte, eres un diamante para mí y no quiero perderte.
Me fui para solucionar las cosas, no sé si volveré pero aquí te dejo mí medalla para no te olvides nunca de mí porque yo jamás me olvidaré de ti.
Te robe una paja de tu sombrero para acordarme de ti, has dejado una huella muy grande en mí corazón y, se que no es el mejor momento ni la mejor manera pero, te quiero.

Fargan.

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Quizás no era tan tonto. La pequeña chispa de esperanza aún seguía despierta, solo queda esperar.
Ahora tiene colgante nuevo y el más hermoso de todos, aunque le cueste admitirlo, le gustaba mucho tener su nombre colgado en el pecho.

Muerto en combate// Farcus Where stories live. Discover now