II: Indoblegable, inquebrantable

578 84 72
                                    


Brianna

~♛~

Entreabro suavemente mis ojos, parpadeando con lentitud en las melancólicas sombras del anochecer, acabo de volver a despertar de los obligados largos sueños a los que he sido inducida todo este tiempo. Cada vez que recobro la consciencia vuelven a dormirme con pasiflora y amapola, lo reconozco porque cuando asesinaron a mi padre y hermana, lo tomaba para poder conciliar el sueño por las noches.

Pero claramente me han dado una dosis mucho más pura, me siento débil y somnolienta.

¿Dónde estoy?

Lo primero que me viene a la mente son mis hijos y Daeron, ¿les han hecho algo? ¿están bien o sólo me han traído a mi? No recuerdo con exactitud nada más después de que salí a visitar la tumba de mi padre y Aline. Luego de eso llega a mi memoria el haber despertado la primera vez dentro de un barco, donde comenzaron a sedarme cuando me resistía a ser llevada en contra de mi voluntad.

Intento levantarme pero mi esfuerzo es en vano porque me tambaleo y no logro ponerme de pie sin marearme en el proceso. Estoy en una especie de caballeriza abandonada, tirada sobre heno como si fuera piltrafa. Vislumbro por el borde inferior de la puerta siluetas moviéndose en la entrada. Es seguro que son personas costodiando.

Vuelvo a hacer el amago para colocarme de pie pero fallo otra vez, chocando mi trasero en la fría tierra. Golpeo con rabia la hierba seca, me siento frustrada por no poder hacer algo tan simple ¿qué tanto sedante han podido darme para consumir mi fuerza?

Al parecer mi caída fue estruendosa porque abrieron la puerta después de unos segundos, son dos sujetos altos y fornidos los que se adentran al lugar.

—Atrás —los señalo con mi dedo índice, amenazante y fulminante, no permitiré que me intimiden—. No se acerquen más o se arrepentirán.

Se miran a los ojos fugazmente y comparten una risita irónica.

—¿Cómo nos arrepentiremos? —alza una ceja el más alto, es calvo y asqueroso. Es de noche pero puedo ver sus dientes podridos desde la distancia.

—Ustedes son unos insectos insignificantes, tienen que dormirme y debilitarme porque si estuviera en óptimas condiciones —comienzo a elevar mi tono de voz—, rompería sus cuellos y ni siquiera se darían cuenta ¡cobardes!

—¿Escuchaste eso Ralph? —codea a su compañero, burlón—. Esta pequeña prostituta dijo que nos mataría sin que nos diéramos cuenta ¿le crees?

—¿Sería capaz? —le sigue la corriente a su estúpido acompañante.

—Sería capaz de eso y mucho más —una nueva voz que no conozco se escucha detrás, muevo mi cuello para buscar al dueño de la misma. Un hombre con aspecto diferente, mucho más pulcro, se acerca a paso firme—. ¿Acaso no han escuchado sobre la Reina de Fuego?

Los dos renacuajos abren sus párpados desmesuradamente y voltean a mirarme asombrados.

—¡Demonios! —cubre su boca por la sorpresa—. ¿Cómo íbamos a saber que la prisionera era Brianna Armstrong?

—Robert eres un idiota —musita muy bajo pero logro escucharlo. Giro mis pupilas, exasperada—, esta mujer es legendaria y acabas de insultarla.

—No es una prisionera en realidad —aclara, pero mi ceja enarcada intenta discrepar. Si no soy una prisionera ¿por qué estoy en estas condiciones?—, es sólo que hay que pasar desapercibidos para no llamar la atención. Si todos lo supieran se regaría la voz y demasiada gente lo sabría, y su Gracia no quiere eso.

Kingdom: Fire will Last [Fire III]Where stories live. Discover now