Visita a un extranjero Parte 5

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Antes de que amaneciera me levanté rápido para preparar el desayuno, pero olvidé preguntar el día anterior si querían que se lo llevase a la cama

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Antes de que amaneciera me levanté rápido para preparar el desayuno, pero olvidé preguntar el día anterior si querían que se lo llevase a la cama.

Me arriesgué y puse el desayuno del Conde en una bandeja, luego fui y toqué suavemente su puerta.

— mi señor, su desayuno — dije tratando de no hablar muy fuerte

— entra de una vez! — dijo molesto, puse la bandeja cerca de su cama y me dirigí a la puerta

— espera un momento, después que le lleves su desayuno a Elizabeth, búscate ropa decente, porque veremos a un señor extranjero y no quiero que andes por ahí como una pordiosera — dijo el Conde

— Si mi Lord — dije antes de salir, después de llevarle el desayuno a Elizabeth, el problema era, que no tenía nada decente que ponerme.

Nada que sirviera fuera de la cocina. Tuve que ponerme el traje de luto, que usé para los entierros. Y por supuesto no tenía ninguna joya, mucho menos maquillaje o perfumes.

Y como era mandato del conde, tapé todo mi cabello con una gorra de la misma tela de mi vestido.

Subimos al carruaje y nos llevaron hasta una hermosa casona. No tenía idea quién vivía ahí. El Conde ayudó a bajar el Elizabeth y yo bajé por mí misma. Ellos caminaban adelante y yo lo seguía. En la puerta nos atendió quién seguramente era el ama de llaves. Y nos hizo pasar a un gran salón. La casa en si era muy lujosa y amplia.

No tenía nada que envidiarle a un castillo. Se notaba que quién viviera ahí tenía bastante dinero.

De pronto entró al salón, un hombre como de mi edad, alto, elegante de aspecto por demás atractivo. Su cabello rubio, rostro perfectamente arreglado y ojos turquesa, lucía como la pareja perfecta para Elizabeth. Entonces concluí, que veníamos en busca de marido para ella.

— buenos días señor Conde, qué alegría poder recibirlo aquí en mi casa y a su hermosa hija — dijo el extranjero sonriendo mientras ojeaba a Elizabeth

— ella es mi hija Elizabeth, y ella es Kate la mayor. Él es el señor Henry Lau— dijo el Conde

— perdón por mi error, entonces ambas son sus hijas — dijo Henry con gestos de desconcierto.

— sí lo son, Kate es la hija de la cual hablamos por correspondencia. —dijo el conde

— Discúlpeme mi impertinencia Conde; ¿podemos hablar a solas en mi despacho? — dijo Henry mirando con gesto de seriedad al conde

— por supuesto señor. Ustedes dos quédense aquí en la sala — dijo el Conde

*En el despacho de Henry

— seré sincero señor Conde, me veo en la obligación de casarme para que mi padre no me quite la herencia. Pero su hija Kate de verdad no es lo que esperaba, por favor no se ofenda. Aquí soy conocido, por mi gusto por las mujeres bellas y no existe forma de que su hija mayor me inspiré algo. Solo soy honesto, espero no se tome esto como una afrenta personal — dijo Henry

— créame que lo entiendo, y no estoy ofendido. Para mí también es una vergüenza haber tenido una hija como ella, que no se parece en lo absoluto ni a su bella madre ni a sus hermanas. Pero tengo algo más tentador que ofrecer — dijo el Conde sonriendo de medio lado

— y qué sería? — pregunto frunciendo el ceño Henry

— cásese con la mayor, solo por las apariencias, pero quiero un heredero con mi apellido y para ello su verdadera mujer en la intimidad será el Elizabeth. Quiero que quién herede mi título no se parezca a Kate, sería una deshonra. — dijo el Conde — Además por normas de la monarquía con quien puedo hacer esto entre dos hijas es la mayor, el pequeño debe ser presentado como hijo de ella.

— déjeme entender — dijo sorprendido Henry y con grandes ojos — entrega su hija mayor solo por las apariencias, pero espera que yo haga vida marital con la más bella?

— exactamente, ignore a Kate, solo úsela en los eventos sociales y una vez tenga el heredero, yo mismo le ayudó a deshacernos de ella — dijo el Conde sin ninguna expresión en el rostro

El extranjero no podía dar crédito a lo que decía el padre, pero terminar teniendo ambas fortunas y a una mujer hermosa como Elizabeth era tentador en gran manera. Y terminó por acceder.

Después de todo, una vez Kate desapareciera de la ecuación quedaría en libertad de volver a casarse para guardar las apariencias con Elizabeth.

— señor conde bajo esas condiciones acepto, el primer niño heredará su apellido y su título, y después de que se vaya Kate me casaré formalmente con Elizabeth. Pero me quedo una duda— dijo Henry levantó una ceja

— cuál es?

— Kate sabe de esto? — dijo Henry

— no tiene porqué, ella solo aceptará lo que yo le indique de lo contrario se las verá con mi bastón, ella ya sabe que le conviene mantener la boca cerrada y aceptar mis órdenes sin quejarse — dijo el Conde sonriendo arrogante

El extranjero miraba al Conde, y también le costaba entender la forma tan fría y despiadada con la que trataba a su hija mayor. Salieron del despacho del extranjero y este mandó al ama de llaves a traer copas para brindar.

*En el salón de  la casa de Henry

En cuánto trajeron las copas, ninguna de las dos hijas del Conde entendía porque brindarían.

—Kate desde ahora estás comprometida con el señor Henry, te casarás en un mes y te mudarás a esta casa — dijo el Conde sin mas

Y Kate pensó que no había escuchado bien, aunque Henry tenía su misma edad no podía creer que su padre le estuviera comprometiendo con un hombre adinerado y que no fuera un viejo decrépito.

Su rostro empalideció por la sorpresa y la incredulidad. Miraba el extranjero y este le sonríe ahí levantada su copa. Y luego miro a Elizabeth, quién tenía la suya completamente descompuesta de la indignación de que ella no fuera la prometida.

— corresponde el brindis a tu futuro marido Kate o arreglaremos cuentas en casa — dijo el Conde con rostro de amenaza

Entonces Kate levantó su copa mirando a aquel hombre que sería su marido, mientras pensaba que todo aquello se trataba de un sueño. Y que en cualquier momento despertaría.

Salió de la casa de quién supuestamente sería su futuro esposo, todavía sin creer la noticia. Se subió en silencio al carruaje y lo miraba despedirse por la ventana.

En conversaciones con Nana le dijo que los hombres nunca se casan con mujeres de su edad, salvo que el hombre sea demasiado joven, cómo lo fue su padre al casarse cuando tenía quince. Pero ya tras su adultez, prefieren siempre mujeres mucho menores que ellos.

Y ella sabía, que su edad de casarse había pasado hace mucho. Entonces no entendía, ni la decisión del Conde ni la del extranjero. Sobre todo, estando Elizabeth de por medio.

Elizabeth la mirada con tal aire de odio, que parecía que en cualquier momento saltaría sobre ella a clavarle sus uñas.

El último trenWhere stories live. Discover now