𝐂𝐚𝐩 𝐈

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Llegar temprano al trabajo no era una tarea sencilla para Min Yoongi. Aunque su rutina siempre era la misma desde hace unos años, siempre se encontraba contratiempos en el trayecto desde que abría los ojos temprano por la mañana, hasta el momento en que pisaba el suelo de la oficina.

No era que Min fuese un hombre irresponsable, todo lo contrario; pero había días en los que simplemente el padre tiempo no cooperaba con él y justo como el día de hoy, llegaba apenas a la hora a su escritorio.

―Mierda― murmuró entre dientes. Al colocar su bolso sobre el escritorio sin mucho cuidado, por poco y derrama el café que llevaba en las manos. Siseó, pues un par de gotas del líquido caliente cayeron en su mano, enrojeciendo la zona un poco, apenas tiñéndola. Pasó su lengua sin ninguna delicadeza por su piel, para intentar mitigar el dolor.

Un par de pasos resonaron sobre el mármol de la recepción, acercándose hacia su escritorio. ―Vaya― dijo una voz profunda. ―No sólo pareces un dulce gatito, sino que también te relames el cuerpo como uno. Lindo.

El pelinegro ignoró la voz, y rodó los ojos, tomando asiento por fin en su lugar, intentando poner orden a sus pertenencias. Mientras encendía la computadora y revisaba la agenda de su jefe, una carpeta cayó frente a él, sobre el cristal de la mesa. Elevó la mirada y miró con aburrimiento al chico que le sonreía con sarcasmo desde arriba.

Suspiró y regresó a su trabajo. ―Dime en que te puedo ayudar, Taehyung.

―He venido en tres ocasiones a tu escritorio y no estabas, Min ¿Se te hizo tarde esta mañana? ¿Se te pegaron las sábanas? ― sonrió. Al castaño le encantaba molestar al chico en todo momento.

Min tomó el teléfono de su oficina y comenzó a teclear. Elevó por segunda ocasión la mirada hacía el contrario y sonrío falsamente. ―Taehyung, si me disculpas, tengo trabajo que hacer.

La sonrisa engreída que había estada dibujada en los labios del castaño, se borró después de ver el rostro del chico. Elevó una de sus cejas y se acomodó la corbata roja. ―No pienses que no le mencionaré a mi primo que gracias a ti no se ha podido entregar el informe antes de las nueve, Min.

―Pudiste enviarlo por correo, Kim― comenzó a hablar con alguien por teléfono, con Taehyung como espectador, esperando a que terminara de hablar con quién sea que lo hacía. Una vez colgó abrió la boca para decir algo, pero Min lo interrumpió. ―También pudiste enviar a Dahyun, que para eso es tu secretaria― el pelinegro se puso de pie y, aunque medía poco menos que el castaño, lucía intimidante. ―Ahora, si me permite, Señor Kim, tengo que comenzar mi día, que como ya vio, lo comencé tarde. Con permiso― hizo una reverencia mínima y se adentró a la oficina de su jefe.

El castaño vio desaparecer al hombrecito. Casi soltó un gruñido, dando media vuelta, se largó de ahí.

―Tarde de nuevo, Min― se escuchó una vez que el chico estuvo dentro de la oficina. Yoongi, rodó los ojos y se sentó frente al escritorio de su jefe. ―Casi escuché tus ojos rodar. ¿Podrías girar la pantalla? No quisiera perderme el espectáculo que eres esta mañana― sin muchas ganas, el chico tomó la pantalla del ordenador y lo giró hacía él. ― ¡Ahí está mi eficiente asistente! ¿No extrañaste a tu jefe preferido o porque esa cara?

El chico pelinegro ni siquiera levantó la mirada, con tableta en mano, repasaba sus tareas pendientes para ese día, ignorando la cara de su jefe a través de la pantalla. ―Hoy tiene video llamada con Choi Youngjae para saber si estará aprobada la ampliación de la sede en Tokio.

El rubio en la pantalla resopló y cruzó los dedos sobre el escritorio, uniendo sus labios en una mueca sin gracia. ―Ya había hablado con Choi sobre eso. Detesto que no tomen en serio lo que les digo. Si sigue insistiendo, lo voy a despedir. Conmigo no se juega. Me hace perder el tiempo. ¿Qué más, Min?

A Little Secret | JinSuWhere stories live. Discover now