Prólogo

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Un crimen sin castigo, una alma sufriendo sin consuelo alguno era frustrante no poder hacer nada por ella solo podía sentir impotencia y dejar que me llevarán a ese lugar desconocido al cual no quería ir.

Escuchaba ese último aliento de mi hermana antes de que dejara este mundo con dolor y con voz algo cansada.

-perdón hermano no podré cumplir lo que te prometí.

Creí que era una epifanía sentí el rose de sus manos en aquel instante como las manecillas del reloj se movían y al mismo tiempo me miraban de reojo esa fue la última vez que sentí su calidez.

Todo fue la culpa de ella y por eso yo la mataré como ella lo hizo.


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