III

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Percibir la luz del día que entraba por las delgadas paredes de papel fue lo que terminó de despertar al vastaya, quien abrió los ojos solo para toparse por primera vez con su compañero de habitación plácidamente dormido a su lado, en su propio futon, pero gracias al reducido espacio y el inmenso cuerpo del vastaya, casi parecía que estaban sobre el mismo.

Se tomó unos momentos para observar nuevamente las delicadas facciones en el rostro ajeno mientras este era iluminado con la suave luz matutina; su piel se miraba tan blanca y pálida, resaltando sus tatuajes haciéndose preguntar al vastaya el porque se los había hecho. Su delgada mandíbula y su respingada nariz... Sett sabía que Aphelios era un hombre hermoso.

Estiró su mano para removerle un mechón azul del rostro, pero justo cuándo levantó el brazo, esos rasgados ojos azules se abrieron para posarse sobre él.

-H-Hey.-Le saludó nervioso tratando de disimular su brazo flexionado en su dirección, fingiendo que se estiraba. El lunari se medio incorporó sobre el suelo y lo miró unos segundos antes se relajar sus facciones al verlo nuevamente.

-Buenos días, Sett.-Le respondió amablemente y el nombrado sintió un cosquilleo en su estómago al no verlo con el ceño fruncido ni su perpetua cara sería al verlo a él. La platica de la noche anterior había servido para romper las barreras entre ellos.

Luego de ver el lado vulnerable del lunari, le había creído que no estaba ahí para dañar a su mamá, si no más bien para todo lo contrario. Había decidió confiar que esta era la forma del extraño en querer sanar lo que venía cargando y Sett decidió no hacerle más difícil su camino por esta casa.

Le sonrió ligeramente mientras el otro le miraba, y no pudo evitar sorprender al ver que el otro le correspondió la sonrisa tímidamente, la cual solo se amplió cuando Aphelios miró las esponjosas orejas levantarse de la impresión.

Sett se dio cuenta y las bajo, levantándose por fin y ofreciéndole una mano a su compañero para ayudarlo, mano la cual aceptó haciendo que volvieran a verse frente a frente, ambos de pie.

-¡Buenos días!-Se escuchó al mismo tiempo que la puerta se deslizaba, dejando ver a la mamá del vastaya y haciendo que se separaran de golpe por la impresión.-¡Oh! Ya están despiertos.-Se río.-Creí que seguirían dormidos, aún no es ni medio día, pero ya está listo el desayuno.-Anunció impresionada y retirándose tan pronto como llegó.

La noche pasada no habían dormido hasta que el sol comenzó a salir, siguiendo la tradición de no dormir, sorprendiéndose de que el lunari le acompañara, y en algún punto de la madrugada, Sett se ánimo a preguntarle si el lo estaba haciendo por sus padres también, pero Aphelios solo se limitó a responder que realmente no tenía más familia que su fallecida hermana.

Tal vez fue ese momento cuando Sett decidió confiar en él.

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-Los siguientes días es más que nada visitar a tus familiares o amigos, o que te visiten a ti, Phel.-Hablaba Sett sumergiendo un dumpling en salsa de soya, mientras masticaba otro y apuntaba con los palillos al targones.

-Settrigh, no hables con la boca llena.-Le reprendió su mamá, comiendo igual de reservada que su invitado.-Probablemente hoy o mañana iré al bosque.-Volteó a ver a su hijo, quien frunció el ceño.

-¿Enserió iras a verlos? ¡Ellos te expulsaron!-Habló algo molesto, al saber que su mamá quería ir a ver a su tribu, a sus padres.

-No le hables así a tu madre.-Le reprendió, lanzándole el dumpling que tenia en sus palillos, soltando una pequeña risa junto al de cabello azul cuando el mitad vastaya lo atrapó con su boca.-No te estoy pidiendo que vayas conmigo.-

Año Nuevo Lunar (Settphelios)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora