XIII

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Draco Malfoy guió a los soldados de Dumbledore como mejor pudo a través de los pasillos del Ministerio, para poder llegar hasta la puerta que Harry tuvó en sus visiones y en otros tiempos, en sus pesadillas. Potter habló con sus compañeros para que lo dejarán emprender solo hacia el rescate de su padrino, pero ellos, obstinados, no lo dejaron marchar para enfrentarse solo al mago más temible de todos los tiempos, en especial Draco. 

Al cruzar la puerta azul se veían estanterías de cincuenta metros de alto repletas de esferas que brillaban débilmente, casi no había luz y caminaban con cuidado, iluminados por sus varitas.

—¿Draco qué lugar es este? —preguntó Luna, asombrada por la magia que sentía alrededor.

—Aquí almacenan las predicciones, pero no creí que fuera verdad —le respondió con el mismo tono de admiración.

—Este es el mundo mágico, casi todo es posible... casi.

Los siete caminaban lentamente sin saber adonde llegarían, pero algúna forma de hipnotismo los llevaba lentamente como si fueran hojas sobre el agua.

—Harry —Neville interrumpió el viaje psíquico del grupo con su ñoña voz—, esta lleva tú nombre.

Harry se acerco hacia la bola de cristal que el otro le había señalado y la tomo en sus manos suavemente, con miedo a que se hiciera polvo en sus manos. 

Efectivamente, esta tenía una etiqueta con su nombre y una fecha que apenas alcanzaba a distinguir, Harry dudo y se la paso a Draco delicadamente, esperando que le confirmara que decía lo que el había leído.

—Eres una desgracia como Malfoy, Draco —la voz de Lucius los hizo saltar de sus lugares—, entrégame la predicción o tus amiguitos pagarán por tus deshonrosas acciones —cada palabra la había pronunciado de forma contundente esperando asustar a su hijo.

Lucius extendía la mano con al menos veinte mortífagos detrás suyo, esperando que sus pedidos se cumplieran. Draco no se dejo intimidar y no despego los ojos de los de su padre.

—La única deshonra aquí eres tu, Lucius. Eres una deshonra para el mundo mágico.

—¡Cómo te atreves! —el hombre lanzo un hechizo que rebotó con otro de Ron y terminó por arrojarlo hacía atrás de forma violenta.

Eso desencadeno un huracán de hechizos de parte de ambos bandos, mientras los alumnos corrían escapando de los mortífagos, sin siquiera saber hacia donde iban. De repente, un hechizo golpeo el hombro de Hermione que cayó desplomada al suelo. No era un hechizo mortal, pero se notaba que estaba gravemente herida, no había sangre pero apenas podía manejar su varita. Ginny se detuvo, y observo como los enemigos se acercaban cada vez más. Decidida y con una actitud osada, con una voz potente bramó la maldición:

¡Reducto! —de repente, una fuerte luz se encendía, la enorme estructura se tambaleó al tiempo que estallaban cientos de esferas de cristal y las figuras de blanco nacarado se desplegaban en el aire y se quedaban flotando—, esa no era mi intención —dijo Ginny al darse cuenta de que cada vez se desplomaban más y más profecías llegando a ellos.

Ron tomo a Hermione en sus brazos y todos empezaron a correr lo más rápido que podían huyendo de los mortífagos y la avalancha que se venía detrás de ellos.

¡Alohomora! —dijo Neville apuntando hacía una de las cinco puertas diferentes que habían.

Cuando todos cruzaron la puerta cayeron por un precipicio que hubiera sido imposible de evitar, todo estaba oscuro y justo antes de tocar el piso dejaron de caer y lograron ponerse en pie.

La habitación empezó a iluminarse sola con una débil luz, dejando contemplar un arco gigante de piedra.

—¿Qué es eso? —preguntó Harry— ¿Qué son esas voces?

—¿De qué hablas Harry? Allí no hay nada —le respondió Ron mientras miraba el arco que para él estaba vacío. 

Harry miro a Draco en busca de ayuda, pero Draco no comprendía nada de lo que él decía.

—Yo lo veo Harry —dijo Luna, acercándose cada vez más junto a Harry.

De repente unas sombras negras irrumpieron entre ellos, eran los mortífagos lanzando hechizos hacia todos las direcciones. En apenas unos momentos los desertores de la luz, habían  capturado a todos los compañeros de Harry, excepto a él.

—Dame la profecía, Potter —le dijo Lucius Malfoy apareciendo de entre una nube negra—Dámela y no lastimare a tus amigos.

Harry dio vuelta en su eje y observó a todos sus compañeros retenidos y amenazados con las varitas de los mortífagos. Hermione trataba de ser fuerte mientras le pinchaban el cuello con su varita y le apretaban el hombro herido con fuerza. Todos llevaban mascaras en el inició del enfrentamiento, pero las habían perdido o se las habían quitado, no sabía si era para asustarlo a él o simplemente por el hecho de que se mostraban orgullosos de sus acciones y querían que sus victimas recordaran sus rostros, lo último que verían antes de morir.

 Harry Potter extendió su mano hacia el Malfoy mayor, el que había criado a un hijo igual a él, pero que Harry pudo cambiar para siempre en un abrir y cerrar de ojos.

De repente unas luces iguales a las anteriores se expandieron por todo el lugar solo que esta vez eran blancas. Harry aprovechó la distracción y golpeó a Lucius, haciendo que a este se le resbalara la profecía y se rompiera en pedazos sobre el suelo. 

—¡No! —grito Lucius Malfoy en un gritó desgarrador. 

Aurores y alumnos pelearon contra los mortífagos, los cuales poco a poco iban cediendo o terminaban por escapar. 

— ¡Harry! —Sirius le hablaba a su ahijado mientras se lanzaban hechizos entre dos magos andrajosos que habían escapado de Azkaban.

—¡Lo se! —interrumpió Harry a su padrino— ¡Se que no debería estar aquí! Tendría que haberme dado cuenta de que Voldemort jugaba con mi cabeza nuevamente.

— Harry... yo estoy orgulloso de ti —dijo el hombre mientras lanzaba una última maldición para quitarse a ambos magos de encima, Sirius lo miro con una sonrisa paternal—. Estoy orgulloso de que hayas sido tan valiente... 

—Draco nos guió, si no fuera por él no estaríamos aquí—dijo mientras su compañero de Slytherin se acercaba a ellos. 

Sirius le palmeo el hombro al rubio, afecto del tipo que su padre no le daría de nuevo jamás.

Una macabra risa femenina resonó a las espaldas de Harry. Bellatrix Lestrange surgió de en medio de la oscuridad silenciosamente, sin que nadie la notara.

 —Estoy orgullosa de tu inocente estupidez, Potter... ¡Avada Kedavra!.

El destello de luz verde iba directo hacia Harry, pero Sirius lo cubrió dándole de lleno en el pecho. Desde ahí todo transcurrió en cámara lenta. Los gritos de Harry, el escape de los mortífagos que habían capturado y la evaporación del alma de su padrino que solo Harry y Luna pudieron contemplar con dolor y horror. Los gritos desgarradores del joven llamaron la atención de los demás, unos quedaron shockeados, mientras Lupin sostenía el cuerpo del hombre y lo dejaba con delicadeza en el suelo mientras sollozaba. 

Draco sostuvo con fuerza a Harry para que no corriera detrás de su psicópata tía. 

A Beautiful Lie ;drarry;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora