06| Tranquilidad Frágil

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Que placer puede ser comer, que jodido horror es para mí. No logro encontrar el "delicioso" sabor de las tostadas, solo siento la asfixia, no puedo disfrutar del cítrico jugo de maracuyá, no puedo disfrutar del placer de comer, tampoco de una buena bebida... Vaya mierda de vida.

Y el tarareo de la morena no ayuda en lo más mínimo. Han pasado unos días desde que Adney y yo nos encontramos con los yakuzas... Desde que yo los maté; y desde entonces no me han dejado irme de la mansión, Massimo dice que es peligroso estar afuera, dice que lo mejor es que me quede aquí, a salvo.

Me dío un cuarto, me dío algo de ropa, y le ordenó a una sirvienta que se ocupará de mi; la misma morena que me había ayudado el día que matamos a los Yakuza ahora me cuida. No es una mala chica, solo es algo intensa... Molesta.

—¿Te gustó la comida? —pregunta sonriendo.

La chica deja de limpiar y posa su mirada en mi; sus ojos café tienen una chispa de esperanza, su cabello negro cual brea y lacio le da un aire de majestuosidad y su uniforme de sirvienta logra resaltar su forma. Sigue viéndome con esa sonrisa, esperando un halago.

—Esta bueno —miento.

Ni drogado sería capaz de disfrutar la comida...

La chica esboza una sonrisa más grande.

—¡Me alegra que te haya gustado! —chilla con felicidad.

No puedo evitar ocultar mi mueca de disgusto, su voz es muy chillona, muy aguda.

—Lo siento —suelta una risita nerviosa.

Un suspiro escapa de mis labios, así han sido mis últimos días aquí; la morena sigue con su trabajo, yo termino a duras penas el desayuno, comer es un horror... Un verdadero horror.

Toda mi vida se ha vuelto uno.

Asesiné a cuatro personas, perdí mi capacidad de respirar, casi todo mi sentido del gusto, a mi mejor amigo... Ja, vaya amigo resultó ser... Vaya novia tuve.

Perdí el poco apoyo que tenía, ¿pero realmente lo tuve en algún momento? Perdí varias capacidades físicas, ¿pero siquiera me importaba el sabor de la comida o respirar bien cuando estaba drogado? Asesiné a cuatro personas, perdí parte de mi humanidad...

¿Pero, a caso la tenía ? Yo, ¿ya había perdido mi humanidad? Yo.

—Joven Salvatore.

Joven Salvatore... Salvatore... La familia Salvatore, los demonios de las calles del pecado.

Ahora, ¿también soy un demonio?

—¿Mikey? —chilla preocupada.

Su voz es molesta... Justo ahora solo me provoca dolor de cabeza, igual que el resto de mi vida, igual que mi decisiones... Igual que sus muertes

—¡Mal nacido!

¿Señor?

—¿Qué mierda quieres? —grito perdiendo los estribos.

Veo como la morena se sobresalta, su cuerpo empieza a temblar con violencia; dejo escapar un suspiro lleno de frustración. Maldición, no quería gritarle...

—Lo lamento. Lo lamento, lo-lo dejaré solo —suelta con rapidez.

Esta tan alterada, aterrada, yo la puse así... ¿Desde cuándo actuó así? Yo, nunca antes le había gritado a una chica.

—Auri espera.

Demasiado tarde, la morena se ha ido ignorando cualquier cosa que pudiera decirle. Maldición... Soy todo un caso.

Street of SinWhere stories live. Discover now