MENTIRAS

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Tirado en el piso, Jiang Cheng se retorcía de dolor; apretó los puños y los dientes. El sudor empapaba su cuerpo, con sus pupilas recorrió el techo; fue como tener una venda de gasa en los ojos. Sin embargo, no gritó.

Escuchó el eco lejano del pestillo girando.

–        ¿A-Cheng?– era Wei Ying preocupado – por favor, aguanta – suplicó.

Su cuerpo punzó doliéndole de punta a punta, estaba comenzando a entumecerse y su visión se desenfocó a intervalos alarmantes. Entre las sombras, alcanzó a distinguir gritos preocupados y figuras borrosas corriendo apresuradas.

Sus labios se movieron en un murmullo indistinguible.

–        ¡A-Cheng! – fué lo último que escuchó entre todo ese zumbido infernal antes de que todo se oscureciera.

Abrió los ojos lentamente.

Tardó más de un minuto en darse cuenta que ya no se encontraba en el piso, si no más bien en su cama. Se llevó una mano a la cabeza como si eso pudiera aminorar el dolor que persistía. Se movió un poco sintiéndose húmedo y pegajoso; claro, ésta vez el dolor había Sido más fuerte.

–        Mierda – maldijo.

Últimamente era más doloroso que de costumbre. Quizás por eso había sido egoísta al querer permanecer al lado de Lan Zhan.

Apretó sus cabellos.

¿Por qué era tan frustrante? ¿Por qué había arrastrado también a Lan Zhan? ¿Por qué era tan débil cuando se trataba del joven de ojos dorados?

Maldita sea; estaba harto.

Pero, no quería renunciar a él.

Chasqueó la lengua y apretó los dientes; se puso de pié con cuidado y tomó su cartera.

No estaba de humor para permanecer postrado en una habitación.

La vida allá fuera seguía.

~*~

Llegó a la escuela cuarto para las siete, los alumnos revoloteaban de un lado a otro. Eran tan…ruidosos.

Viviendo plenamente sin restricciones en completa ignorancia; los envidió.

Apretó el puño; no era momento de estar deprimido.

Una causa perdida era sólo eso a fin de cuentas.

Frunció el ceño; la vida le había enseñado que era la mejor arma. Incluso la debilidad y el miedo se podían esconder en él.

Empujó la puerta.

Seguramente Lan Zhan ya estaría ahí.

Lo vió enterrando la nariz en un manojo de papeles. Ah, claro, recordaba algo sobre un inventario.

Se detuvo en el umbral.

–        ¿A-Cheng?– Lan Zhan levantó la mirada al escuchar el ligero ruido.

–        Sólo me dejas dormir y te haces cargo de todo. ¿En serio me vez como tu mascota?– reclamó

–        ¿Me ofreces tu ayuda?

–        Olvídalo, no dije nada.

–        Ya veo – sonrió.

Ese gato callejero no estaba siendo sincero.

–        No te rías – gruñó tomando la mitad de los documentos.

–        Gracias

–        ¿Por qué me agradeces?

Jiang Cheng era amable a su propia manera.

Tan…adorable.

Aún con su personalidad esquiva y huraña, había logrado aceptarlo.

Era verdad que ninguno de los dos conocía bien la definición del amor y que nunca lo habían sentido. Pero si querer permanecer a su lado, protegerlo, guardar miles de memorias y querer envejecer a su lado no era amor, entonces jamás comprendería esa palabra.

Ese gato le gustaba.

Amaba al gato callejero.

–        Oh, cierto – recordó Jiang Cheng – A-Zhan

–        ¿Mmn?

–        ¿Sabes mucho de arte, cierto?

~*~

–        Ya entiendo – exclamó sorprendido al ver el lienzo.

Un paisaje sublime se iba levantando con los ágiles dedos de jade blandiendo el pincel, a veces eran trazos rudos, otras delicados, pero poco a poco iba tomando forma.

–        Serías un pintor magnífico – puntualizó Jiang Cheng– estaría feliz de verte pintando – sintió que la sangre se concentraba en sus mejillas.

–        Si me convierto en uno, ¿Irías a ver mis exposiciones?– inquirió, sus ojos brillaron.

–        Sí.

Qué lengua tan sucia; mira que mentir tan descaradamente. Suspiró levemente “No podré verte, ni siquiera felicitarte” pensó.

–        ¿Y tú? – preguntó

–        No voy a ir a ninguna universidad, para empezar, me gusta ser criado. – sonrió suavemente apretando la mano de Lan Zhan.

El reloj en su interior no estaba programado para avanzar más allá del instituto, hacía mucho que lo sabía. Su tiempo se estaba terminando.

–        Entonces me aseguraré de ganar suficiente dinero.

–        Espero que así sea – concedió con la mirada perdida, como si pudiera ver algo que Lan Zhan no.

–        Mmn, lo prometo.

Jiang Cheng se apoyó en su hombro

– no importa lo que decidas ser en el futuro, mientras seas feliz te apoyaré de todo corazón.

Lan Zhan sintió su corazón latir acelerado; ahuecó su mano en el rostro del joven y lo atrajo hacia él pegando suavemente sus labios.

Jiang Cheng lo mordió tan fuerte que sintió un leve sabor a hierro en su boca.

Lan Zhan profundizó su asalto, sus pestañas revolotearon. Él sabía que los gatos podían llegar a ser crueles al mostrar sus verdaderos sentimientos porque no confiaban en salir ilesos al ser honestos.

El tiempo seguía avanzando.

Y el gato no quería despedirse tan rápido; deseaba vehementemente que los días siguieran acumulándose detrás de ellos.

Esos sentimientos eran tan…problemáticos.

Por eso no quería enamorarse; no tenía caso cuando estaba desapareciendo.

Desafortunadamente…ya era tarde.

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STRAY CAT Where stories live. Discover now