“quédate en el suelo hasta que tus rodillas duelan. basta de rezos, bebé, seré tu predicador”.
church - chase atlantic.
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fem oc. karissa green, 21 años. 25/03, aries, entp. venezolana.
andrea - bad bunny.
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De niña, por alguna razón, siempre había deseado ser una nube. No sabía realmente por qué, pero, cuando me acostaba en el césped del jardín del convento y las veía vagar lentamente, solitarias y tranquilas, sentía muchísima envidia. Debía ser grandioso pasar toda tu vida viajando por el cielo sin que nadie te moleste, simplemente existiendo.
No entendía por qué había recordado algo así de la nada, tal vez era porque mi cuerpo se sentía sumamente liviano sobre el sofá de mi sala, mientras el humo del porro me llenaba los pulmones con cada calada y aumentaba mi felicidad sin razón aparente.
En ese momento, la marihuana me hacía sentir como una nube. Ahí, en la sala de mi departamento, con la música a tope que hacía retumbar los vidrios de mis ventanas y con mis mejores y más preciados amigos a mi alrededor, me sentía la persona más plena, viva y alegre de todo el mundo. De repente, las ganas de seguir viviendo volvían a mi cuerpo y parecían estar haciéndome cosquillas, porque no podía parar de reírme mientras miraba las raras texturas que tenía mi techo, con la cabeza descansando en el respaldo del mueble.
—¿De qué demonios te ríes, desquiciada? —preguntó Alessandro a mi lado, igual o más drogado que yo, con el cabello negro en forma de rizos cayéndole por la frente y adheriéndose a ella por el sudor.
Me arrebató el porro de las manos de repente, pero no me molestó en lo absoluto, estaba demasiado ocupada mirando a bailar a Sasha, que se movía descoordinada y torpemente contra una de las paredes de la habitación, aparentemente haciendo un striptease. Connie la miraba también, sentado en el suelo con un cigarrillo y una botella de cerveza en una misma mano, riéndose a carcajadas por la forma en la que cantaba su mejor amiga.
