Primera semana

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Rubius y Willy:

Sus ojos se abrieron lentamente al oír una especie de pitido agudo. Se sentó en la cama, con una mano sobando su cabeza, intentado recordar como es que había llegado a aquel extraño y desconocido lugar, al menos para él.

Empezó a observar sus alrededores, viendo como se encontraba en una extraña sala hecha de cemento gris, con un enorme hueco en el medio, un retrete sucio, un lavamanos que esperaba que soltara agua potable y una cama al otro lado de la habitación. En una de las paredes ponía un número en un color rojo brillante: 567.

Willy se levantó de la cama rápidamente al oír gritos a través del hueco, dirigiéndose a este y viendo como había mucha gente por debajo de él gritando cosas inentendibles o simplemente observando como lo estaba haciendo él.

"¿Qué coño?" Se preguntó el albino mentalmente, viendo con ligero desagrado como una pareja hacía cosas muy sucias un par de pisos debajo de él.

Tras un par de segundos despegó la vista de ahí, rodeando el hueco y acercándose a la cama contraria, sorprendiéndose al ver a su compañero Rubius allí tumbado, durmiendo en una completa tranquilidad.

-Rubius despierta... ¡RUBIUS!

-¡Joder! ¡¿Willy bobo o qu...?! ¿Dónde estamos?- dijo el híbrido de oso tras levantarse, viendo confundido a su alrededor, notándose medianamente molesto con el albino por despertarle de tan brusca manera.

-Ni puta idea, estoy igual que tu, solo que se que hay mucha gente por debajo y por encima de nosotros.

-¿En qué sentido?~

-¡Coño! ¡No tenemos tiempo para tus frases de doble sentido! Algo está realmente mal Rubius, debemos encontrar a los demás y salir de aquí ya. Tengo un muy mal presentimiento sobre todo esto...

-Tranquilízate, no hay nada que nos pueda vencer, somos los héroes de Karmaland, no puede ser tan malo para que no podamos vencerlo, ¿vale?

El de boina verde suspiró frustrado antes de decir:

-Ójala Bromas, ójala... Acércate al agujero con cuidado, ¿qué ves?

-Gente... Mucha gente, parecen... Desesperados, como si hubieran perdido la cabeza.

-Exacto, por eso debemos irnos de aquí antes de que eso nos pase a nosotros.

-¿Y no podemos preguntarles qué les ha pasado? - preguntó Doblas, alejándose un poco del hueco, por si acaso.

-No pasará nada malo por probar.

Después de esas palabras ambos se volvieron a acercar, preguntando el más alto de los dos en un grito:

-¡¿Dónde estamos?! ¡¿Qué hacemos todos aquí?!

Los que estaban abajo de ellos los miraron con pena, pensando lo mismo:

"Nuevos que pronto serán corrompidos"

-¡No lo sabemos, pero lo que tenemos seguro es que es un maldito experimento del gobierno! - se oyó gritar a la voz de un chico joven, seguramente de unos 23-25 años de edad.

-¡¿Y por qué se encuentran todos tan desesperados?! - preguntó de nuevo el híbrido, con una mezcla de curiosidad, preocupación y miedo en su voz.

-¡Por culpa de la falta de comida!- exclamó la compañera del chico que les había contestado antes- ¡Os daré un consejo! ¡Si se os da comida no la rechacéis! ¡Sea lo que sea que estos putos locos entienden por comida!

-¡Okey! ¡Gracias! -exclamó el de tez blanca, la cual se había puesto incluso aún más pálida, si es que eso era posible.

Su compañero al ver esto se acercó rápidamente a él, apartándole del hueco para que no se cayera en caso de desmayarse.

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