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Después de una semana, entera acostada, llena de cuidados, medicamentos, médicos y miradas de lástima, aquellas serviciales jóvenes a cargo de mi cuidado ayudaron a vestirme, no podía usar ropas pesadas, ni ostentosas.

Las miradas no pararon mientras me vestía, mientras comía, mientras descanzaba, mientras tomaba los medicamentos.
Nuevamente esas miradas mientras arreglaban mi cabello. Aún que las veía todos los días, cada momento, nunca me acostumbré, todas eran molestas.

- Señorita, hoy se ve más hermosa que de costumbre - Comentó Annie, sus ojitos marrones brillaban alegres, ésta niña era la excepción.

Sonreí.

- Hoy es un buen día verdad? - La miré por el reflejo del espejo.

Cabello oscuro, de baja estatura, manos pequeñas, carita redondeada, era muy linda.

- El clima es muy agradable. - Repondió de vuelta, sus manos tocaban suave y delicadamente mis cabellos castaños, al parecer tenía un gran gusto y cariño por el, la verdad es que no entiendo la razón.

Regrese la mirada a mi reflejo, piel pálida, ojos almendarados, color miel, cansados y con ojeras, para tener diecinueve tengo cara de una niña, una muy enferma.

Al terminar me levanto, para comenzar la caminata hacía el comedor, a mi alrededor unas cuatro chicas, incluyendo a Annie, revisando y preguntando en cada momento si me siento bien.

Pero, no logras escuchar los susurros?
Ellas saben que no es necesario tanto para alguien que al final no ayudará en la familia, que pronto esta casa caerá, sin un heredero, con su líder cada vez más cansado, sin la señora que se fue hace mucho.

Al llegar, rápidamente me senté, esperando impaciente que se marcharan, seguidamente entró alguien más, acomodándose en su lugar.
A plena vista se lo podía ver cansado, algo triste.

Sus canas se hacían de notar, sus arrugas de igual menera, aún no es tan mayor, por el estrés acumulado las bolsas bajo sus ojos, relucian mucho más.
Podía saber sin que lo dijera, estuvo llorando mucho anoche.

Cuando nuestros ojos chocaron, di una de mis mejores sonrisas.

- Buenos días padre, cómo dormiste? - pregunté buscando iniciar una conversación.

- Buenos días igualmente para ti Emily - empezó con una voz cálida y gentil - Dormí muy bien hija, qué hay de ti?, te haz sentido bien? No te duele nada? Puedo llamar a...

- Descanse muy bien! - Interrumpí - No te preocupes tanto papá, no soy tan débil - Vacile, para empezar a tomar la sopa que me trajeron, buscando de esa forma mejor dar por terminada la corta charla.
Será mejor acabarla ahora, todo está llendo hacia el lado equivocado.

- Lo sé - se quedó unos segundos en silencio - Algún día, tu podrás estar completamente saludable, ya verás.

Quedé helada, mis labios y mis manos se apretaron, pero regresé a mirarlo con una sonrisa.

- Por supuesto.

Por supuesto.......

Caminando por el pasillo, todo era silencioso, no había mucha gente.... Pude apreciar el deterioro del lugar, acaso el hermoso jardín que tanto amaba mamá esta totalmente descuidado?
Por qué la necesidad de tantos cuidados a mi, lo cual debe estar costandote, en lugar de cuidarte a ti, a nuestro hogar.

Una chica abrió lentamente mi puerta para que pasara, una arreglando el armario, otra revisando la lista de medicamentos, una tercera y cuarta limpiando arduamente el lugar.

Me acerqué al costado de la habitación, al sillón cerca de la gran ventana, que, papá hizo como compensación de no poder salir, pero con la oportumidad de apreciar el exterior aún adentro, protegida, lentamente pequeños fragmentos de lluvia empezaron a aparecer afuera.

Realmente no noté cuando aquellas muchachas se fueron, ni cuanto tiempo había recurrido, ni la oscuridad que se extendía desde el cielo, ni el gran sonido de estruendos de éste.

Que se mezaclan en mi mente.

Las gotas mantenían camino constante en el vidrio en la ventana, acaso éste no iba a ser un día soleado?

-Señorita, se va a resfriar - se escuchó a mi lado, el sonido de que dejó algo en el pequeño escritorio, una manta fue puesta en mis hombros, voltee a mirarle mientras se alejaba para tomar nuevamente el objeto.

Annie, eres muy dulce siempre.

-Solo quería mirar un poco... - Suspiré, ella dejó de servir el agua, regreso a mirarme con esos ojos adoloridos, esa expresión, traté de evitar su mirada-.... antes de tener que estar acostada todo el día..... - Continúe, con algo más de pésame en la voz.

Sentí como tomaba mi rostro, lo voleaba para poder mirarle fijo, poco a poco me acercó a ella y posó mi rostro en mi hombro, me abrazaba de manera reconfortante.

- Si algo le pasara.... Yo estaría muy triste... - susurró en un hilo de voz.

Lo cálido del momento me forzó a responder.

- Lo sé. - En un murmullo lento, me levanté para dirigirme directo a la cama.

Podría pelear con todo el mundo, pero no podía negarme a esos ojitos que me quieren tanto, me genera un gran peso en el pecho, pero.....

Ella comenzó a buscar en aquel armario, tomó las indicaciones y ese sin fin de medicamentos, aparté la mirada.

Mi cabeza dio vueltas.
Yo sabía, ella sabía y también sabía que yo sabía que ella sabía.

-No frunza los labios mi señorita - sonrió mirándome fijo, sacándome de mis pensamientos, tal vez sabía que acaba de pensar algo que no tenía coherencia.

- Es que...

- Debe tomar sus medicamentos si quiere mejorar - Me interrumpió. Apreté las sábanas algo molesta, de nuevo.

- Por qué? lo dices co....

- Tenga el baso de agua - interrumpió nuevamente, apreté los labios. - Primero debe to...

- No quiero hacerlo. - Interrumpí yo está vez.

- Señorita, no empie..

- Por qué debo tomarlo si de igual manera voy a morir? - Hablé duramente sin mirarla.

-Emily! - Rogó con voz lastimera, pude notar el brillo de sus ojos, no ese tan alegre que la caracterizaba, sino el que demostraba cuan difícil se lo estaba poniendo, la lluvia ha pasado a quedarse en tus ojos.....

La presión en mi pecho, creció.

Los minutos pasaron, ambas en silencio, ella extendió los medicamentos sin mirarme, sin pronunciar una palabra, no pude negarme, los tomé, me sentía mal, no debía haberle hablado así, no tenía una razón. Esperé unos segundos, respiré hondo.

- Lo siento, yo...

- Lo siento, no puedo hacer nada para ayudarte y.. Cada vez está peor, ya no sé que hacer, no deberías pedir perdón no es tu culpa, tienes razón.... Y..y.. - Con la voz ahogada, roca, se aferró a mi un rato, intentando hablar con balbuceos acaricié su cabeza.

- Dejemos eso.

Suspiré, ella se alejó sin mirarme y salió diciéndo "Que descanse".

Ella conoce muy bien mis pensamientos, el porque de mi resistencia, está bien, entiendo que quieren mantenerme más tiempo con vida, pero a qué costo?
Está bien, tendré que irme, lo sé.

Con la mirada fija en la puerta, conté hasta cincuenta, cuando ya no se escuchaban pasos en el exterior, ni voces, dejé mi cama con mucho cuidado de hacer ruido, me senté en el escritorio, tomé el libro y la pluma, tenemos que empezar ahora.

Promete no amarmeWhere stories live. Discover now