Parte única

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Un hombre sonrió triunfante mientras acariciaba las cómodas sábanas de un camarote de primera clase que al fin había podido pagar. Se recostó sobre la cama cómoda, disfrutando de lo bien que dormiría los próximos días. El éxito era lo único que invadía su vida en esos momentos, y por supuesto, iba a luchar para que esa palabra se quedara por muchísimo tiempo más, cómo siempre hizo.

El nombre de aquella persona que ahora reía en esa lujosa habitación de un crucero es Osamu Dazai. Un pretencioso ladrón que se ganaba la vida arrebatando bienes muy costosos en distintos lugares. Su maravillosa inteligencia le permitía crear estrategias con métodos creativos y eficientes a la hora de robar. Había nacido para ello, aunque jamás se daba el mérito de sus logros.

El siguiente plan que estaba llevando a cabo ocurría en un fabuloso crucero. El viaje tardaba una semana completa, el tiempo suficiente como para asegurarse unos cuántos dólares con muchísimos elementos de valor de las casi 6000 habitaciones que tenía aquel enorme barco, y antes de que siquiera pudiesen descubrirlo, él ya estaría muy lejos de allí.

Pero sin duda, aquel robo sería diferente al resto. Aquella experiencia sería inolvidable, pero no por el botín que ganaría, no, eso sería lo de menos. Dazai se iría de aquel barco con ganas de regresar, y no por algo, si no por alguien.

Dos días pasaron.

El castaño se tomó su tiempo de desempacar su maleta y guardar con cuidado su ropa de altísima calidad y elegancia en aquel armario perteneciente a su habitación temporal. Luego, decidió salir a pasear por el lugar.

La embarcación había partido de una pausa en una pequeña isla hacía muy poco, todavía se veía desde el allí, y a pesar de que antes de emprender el viaje había memorizado hasta el más mínimo detalle del barco, no venía mal una recorrida nueva ya con mucha gente dentro. Se dió una última mirada en el espejo, acomodando su ropa negra. Las únicas prendas de su atuendo que no eran de ese color eran sus vendas, blancas y perfectamente limpias que se usaba debajo de una camisa violeta y por encima de está, tenía un completo traje de tres piezas.

Cuando finalmente salió de aquella habitación, se preguntó a dónde podría ir. El barco era tan grande que tenía muchísimos lugares para explorar, era tedioso decidir cuál vería primero. Sin embargo, se decidió rápidamente -aunque no muy convencido- a dirigirse hacia la parte delantera del crucero, específicamente a la cubierta de paseo. Observar el mar sería agradable al menos por un rato.

Todavía no había robado absolutamente nada, debía tomarse el tiempo de socializar un poco. Se había inventado una historia de vida en dónde fingía ser el hijo de un productor de cine de Japón, y ya había comprado a varios empresarios con ese verso.

Al llegar a la cubierta, había poca gente. Probablemente estaban ocupados en otras actividades dentro del barco, ya que probablemente esa noche habría una fiesta. Al acercarse a la baranda para observar el mar, escuchó a dos de los empresarios con los que había estado hablando días anteriores, no se había dado cuenta de su presencia antes.

-Probablemente sea un éxito-dijo el primer hombre -. Recientemente tuvo un concierto en Nueva York y el estadio se llenó.

El segundo hombre hizo una expresión de sorpresa, claramente impresionado. El castaño sintió curiosidad sobre quién era la persona de la que estaban hablando. En ese momento, uno de los hombres lo vió y lo saludó.

-¡Hey, Dazai-san! ¿Cómo estás? Ven, ven, charla con nosotros.

Osamu puso su mejor sonrisa como si no le diera pereza hablar con esos hombres que le doblaban la edad, pero aún así fue, a ellos les robaría más solo para molestarlos posiblemente. El segundo de ellos habló mientras prendía un cigarro. Estaba comenzando a atardecer.

A heart thief - soukoku one-shotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora