capítulo 17

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«Jazmín contempló todo el reino, recordó todo lo que había sufrido por ver el día en que viera a su país en paz, vio que lo había logrado, se mostró hacia su reina, se arrodilló ante ella. Su nueva reina la tomó como una vieja amiga, rompió el protocolo arrodillándose junto a ella y le dio un beso en la mejilla, luego se volvió a poner de pie, tomó su espada de investidura y con un gesto en cada hombro la convirtió en caballero y le dio un título nobiliario. Ahora Lady Jazmín, se levantó sonriendo. En su mente ella ya estaba de nuevo corriendo por el bosque sigilosa y traviesamente sin hacer ningún ruido entre los árboles y la maleza, se maravillaba con las bellas flores de extraños colores que nunca había visto jamás.»

Por fin había terminado, estaba hecho, mi novela estaba terminada, hoy es lunes 3 de octubre. Estaba escribiendo en la biblioteca de la escuela, afuera llovía a cántaros y hacía mucho frío me estiré y sonreí cuando sentí la presencia de cierto pelirrojo que se me acercaba por la espalda.

Me abrazó y me dio un beso en la mejilla.

—¿Está listo? —preguntó mirando la pantalla de su laptop, la mía había pasado a mejor vida hace un tiempo y él me prestaba la suya.

—Sip, por fin terminé, llevaba casi un año en este borrador.

De pronto caí en cuenta de eso, llevaba un año en este borrador, había empezado este borrador entre lágrimas una noche que mi madre se había molestado conmigo por no ser un robot obediente. Me imaginé libre, viviendo aventuras en tierras lejanas... no había caído en cuenta de lo personal que era este manuscrito hasta que me vi rodeada de unos brazos fornidos y cariñosos en una tarde tormentosa de octubre.

Una lágrima bajó por mi mejilla, últimamente estaba más sensible de lo normal y tendía a llorar por cosas que antes me parecían nimiedades.

—No llores por favor, mira este es tu trabajo lo has terminado.

De repente me invadió una sensación de vacío.

—No lo entiendes Gab, creo que ese es el problema —me expliqué limpiando mis lágrimas—. Ya terminé, ¿ahora qué sigue? ¿qué más podría hacer? De repente me sentí como si ya nada de lo que me propusiera hacer sería como esto. Tú eres pintor, ¿este sentimiento es normal?

Él sin soltarme pensó unos segundos en que decir.

—Mmm bueno, no sé si lo entienda del todo, generalmente cuando termino un cuadro me siento aliviado, a veces implica demasiada energía el traer esos sentimientos a mi mente... evocarlos, es la palabra que busco, para plasmarlos en un cuadro y cuando terminó me siento feliz de ya no tener que hacerlo más. Tal vez sea un estilo más desgarrado que el de la academia pura y dura, pero es como lo hago —argumentó—. Eso es lo bello del arte, es subjetivo, y no como ciertos artistas contemporáneos quieren hacerlo ver, es subjetivo porque todos lo sentimos de manera diferente y evocamos diferentes partes de nuestra psique para crearlo. La relación entre la teoría y la creación como tal es la misma relación entre el mythos y el logos. Cómo dicen ustedes los literatos.

Ahí donde lo ven, estúpido e inocente como es, cuando se pone a filosofar sobre el arte y sobre la pintura, dice cosas que me dejan perpleja, así fue la primera vez que vi sus pinturas.

—De repente sonaste igual a Sebastian y eso no sé qué tan positivo o negativo sea —respondí riendo—. Pero creo que entiendo tu punto.

—Jamás, soy mucho más guapo.

—En tus sueños pelos de zanahoria, tal vez volviendo a nacer —volví a reír y le di un beso en la mejilla—. Vamos, te invito a un chocolate, hace mucho frío.

—A un café y es un trato.

—Trato hecho pelos de zanahoria.

Guardamos nuestras cosas, él tomó mi abrigo de la silla y me ayudó a ponérmelo. Salimos, compartiendo paraguas.

Laura(borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora