Prólogo

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Esto surge como producto de mi increíble necesidad de leer a los merodeadores y los mortífagos en su época escolar sin la preocupación de una guerra por delante. Solo quería escribir a adolescentes siendo adolescentes.

.......

—¡De todos mis años enseñando en Hogwarts, nunca había tenido la desgracia de tratar con niños tan problemáticos como ustedes!­

Los furiosos regaños de la profesora McGonagall resonaron en las mentes de cada uno de los 8 adolescentes parados frente a su escritorio. Cuatro de ellos bajando la cabeza en señal de vergüenza, dos con una cara de verdadero triunfo, uno con una mirada aburrida y arrogante y el último mirando atentamente el tic en el ojo de la mujer sin saber realmente cómo había terminado aquí.

Bueno, sabía cómo había empezado todo, por favor él lo inició, pero simplemente no recordaba cómo es que fue atrapado junto a sus compañeros y terminó en el aula de transformaciones con la jefa de casa de los leones.

El hecho de que la temible mujer estuviera en una bata de dormir de tela escocesa y red en el cabello no hizo menos aterradora la experiencia.

No es que ellos pudieran decir algo al respecto realmente, considerando que todos allí estaban llenos de pintura, serpentinas y gorros de fiesta, además de que varios estaban en distintos grados de desnudez.

—Y por el amor de Merlín, ¡cúbrase, Sr. Black!— rugió la pobre mujer desviando la mirada del adolescente.

Severus Snape rápidamente tomó la cortina que Sirius tenía entre las manos y la colocó de manera brusca sobre el hombre que solo tenía puesta ropa interior negra (irónico, ¿no es cierto?). Apenas sirvió para cubrir las manchas de pintura verde que tenía alrededor de todo su cuerpo.

Sirius le guiñó el ojo coquetamente a su salvador y Severus solo alcanzó a fruncir el ceño y sonrojarse como virgen (de lo cual no tenía nada, si me permites decirlo, considerando que sus manos tenían el mismo color que las manchas en Sirius).

—No creo que sea para tanto, Minerva, querida— murmuró una segunda voz que se había mantenido en silencio hasta ahora. El profesor Slughorn solo quería regresar a la cama y seguir durmiendo, sus ojos y tono así lo demostraron para el profundo disgusto de la profesora.

Regulus Black inconscientemente se acercó a su fuente de calor más próxima, aka James Potter, ante la inevitable discusión que venía.

—¿No es para tanto, profesor? — murmuró peligrosamente McGonagall, haciendo que los cuatro slytherins allí reunidos sintieran pena por su jefe de casa —Estos 2 grupos de adolescentes han estado haciendo fiestas clandestinas dentro y FUERA de Hogwarts durante el último año, haciendo y bebiendo quién sabe qué cuando todavía son menores de edad y todo debajo de nuestras narices

El profesor tartamudeo un poco antes de decir —Bueno, sí lo pones así suena un poco mal y peligroso.

—De hecho, profesora, ya soy mayor de edad— sonrió arrogante Lucius Malfoy, pero su expresión murió ante la mirada furiosa de la mujer mayor.

—Con mayor razón, Sr. Malfoy, se supone que usted sería un adulto responsable.

El rubio tenía la intención de replicar pero gracias a Merlín, Remus Lupin le tomó la mano y la apretó. Malfoy cerró la boca y sostuvo la mano del hombre.

—Además, usted y los señores Lupin y Snape son prefectos. Se supone que deberían poner orden y evitar que sus amigos hagan cosas estúpidas.

Remus y Severus al menos tuvieron la delicadeza de lucir avergonzados para el silencioso deleite de Minerva.

—No hicimos cosas tan estúpidas— murmuró el menor de los Black con su rostro impasible aunque McGonagall pudo presenciar muy bien como parecía esconderse un poco detrás de James.

Minerva escaneo el resto de la audiencia. Sirius Black lucía divertido, Lucius Malfoy preguntaba con los ojos cuánto quería McGonagall para dejarlos ir y por último, Peter le daba a Barty un fuerte golpe en las costillas cuando notó que había empezado a abrir la boca.

Minerva solo pudo rodar los ojos.

Tomó unas profundas respiraciones, se sentó tranquilamente y dando una mirada que les atravesó el alma a todos, dijo: —¿Quién empezó?

Inmediata e inconscientemente, 7 adolescentes miraron al segundo más pequeño de su grupo.

Barty Crouch Jr, solo atinó a levantar sus hombros y dar una sonrisa traviesa.

Merlín, llévame. Pensó la pobre mujer.


Happy BirthdayWhere stories live. Discover now