Realidad :)

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Miró su teléfono con resignación, recostado en su cama. No le había hablado desde hace tres días, pero él ya se estaba desesperando. ¿Cuántas veces se había tragado su orgullo para hablarle con cualquier excusa? Ahora no iba a ser él quién le hablara, no podía hacerlo.

¿Qué mierda le había hecho Nicolás? Lo había cambiado de una manera horrible. Cuando estaba con él, no era enojón, no era tan pesado, llegaba a ser tierno en ocasiones.

¡Él!

¡Tierno!

Lograba hacer que su humor cambiara en un minuto. Podía estar muy enojado, pero con sólo recibir un mensaje de él, una sonrisa idiota se le plantaba en el rostro. Cuando estaban juntos, se sentía extrañamente en paz. Cuando estaban separados, sentía unas ansias tremendas, se sentía frustrado, inquieto, y muy nervioso. Notaba que le faltaba algo.

Él era como su droga. Y eso estaba mal, muy mal.

Necesitaba hablar con él. Ya no usaban mucho Skype, porque su conexión de internet era como las reverendas weas y se caía a cada rato. Se estaban tomando un mini break, ya habían grabado suficientes juegos para un mes, así que no tenía una excusa para escuchar su voz.

Era fin de semana largo, y habían hecho un carrete hace menos de una semana con su grupo de amigos, así que no tenía una excusa para verlo.

No habían tenido problemas con la página, no tenían ningún tema pendiente con el canal, así que no tenía ninguna excusa para mensajearlo.

¡Puta la wea! Tampoco sabía por qué estaba buscando excusas para verlo, y eso le daba rabia. No tenía por qué sentirse así.
Suspiró con cansancio mientras se estiraba en la cama.

- ¡Puta la wea! ¿Qué chucha me hiciste? -Gruñó a la nada.

- ¿Qué te hizo quién? -La confundida voz del moreno lo sobresaltó. ¿Qué chucha estaba haciendo ahí?

- N-nadie. ¿Nico? -Preguntó confuso.

- No weon, soy tu mamá. Estoy probando un nuevo look, ¿te gusta? -Respondió irónico el moreno, Jaime no pudo evitar sonreír como imbécil.

Si hubiese sido cualquier otra persona, lo habría dado vuelta a chuchás. Pero no, era Nicolás.

- Me encanta. -Murmuró.

- ¿Ah?

- Nada. ¿Qué cresta estás haciendo acá?

El moreno lo miró un momento, levantó las cejas y con una mano en el pecho y con voz falsamente indignada le respondió:

- ¡Yo te vengo a ver y tú me recibes así! No, Jaime, es que es lo último. Yo que te amo tanto.

Y con sólo esas palabras, sabiendo que eran parte de las bromas de Nicolás, su corazón se aceleró. Frunció el seño y apartó la mirada sin dejar que el sonrojo se apoderara de sus mejillas.

- Vei que eri fleto, Nico culiao. -Masculló entre dientes.

Nicolás rió y caminó hasta los pies de la cama de Jaime para sentarse en esta.

- No weon, de verdad te vine a ver.

- ¿Gracias...? Pero, ¿Qué onda? ¿Te pasó algo?

- No, te quería ver.

Levantó la mirada y lo observó, estaba mirando el suelo, sonrojado hasta las orejas, y jugando con sus dedos, nervioso. Jaime no pudo evitar sonreír ante la escena.

- Ya, ven. Veámos una película o algo...

El moreno se recostó en la cama del barbón mientras este buscaba algo entretenido en Netflix. Finalmente encontró una buena película y se recostó junto a Nicolás.

Las horas pasaban y los jóvenes no se querían separar. La noche había caído en Santiago hace rato, y la luz de luna acompañaba el ambiente que ambos compartían.

Ya habían visto varias películas, y la que actualmente estaban viendo era de terror. Jaime reía y se burlaba de los malos efectos especiales de la película. Nicolás se reía a veces con él, otras veces lo hacía callar o se asustaba.

De un momento a otro, Jaime sintió que Nicolás se apoyaba más en su pecho y luego la respiración calmada de este lo hizo confirmar lo que creía, se había quedado dormido.

Bajó la mirada y observó al moreno esbozando una sonrisa. Se veía tan tierno dormido. No aguantó las ganas de acariciar su mejilla, y luego acercó sus rostros para juntar ambos pares de labios en un beso lento.

Grande fue su sorpresa cuando sintió los labios del moreno moverse al ritmo de los suyos.

- Jaime... -Susurró.

- Me gustas, Nico. -Dijo sin censura.- Mucho.

El moreno sonrió medianamente dormido y mientras cerraba los ojos susurró un tierno:

- Yo te amo. -Que dejó al menor sin aire.

- ¡Jaime! -Su mamá lo sacó de la pequeña fantasía que había tenido, devolviéndolo a la realidad.

La realidad donde Nicolás no iba a ir hasta el otro lado de Santiago para hablarle, la realidad donde las cosas no son tan fáciles, la realidad donde él estaba enamorado de su mejor amigo.

Locamente enamorado, y sabía que Nicolás no sentía lo mismo que él. Una realidad donde a Nicolás no le afectaba si él, un enojón y desagradable de mierda, no le hablaba, una realidad que le dolía, y mucho, pero realidad al fin de cuentas.

No podía vivir su vida basándose en fantasías.

Soltó una risita irónica mientras una lágrima se resbalaba por su mejilla y se sentía imbécil.

Imbécil por sentirse mal. Imbécil por ser tan débil. Imbécil por haberse enamorado de su mejor amigo.

El amor es horrible cuando no es correspondido.

Y en esos casos, por más optimistas que seamos, la realidad es cruel, muy cruel.

Realidad :) Jainico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora