Capítulo 5: una botella de cristal

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Eldar

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Eldar.

-Escucha bien lo que te voy a decir, Eldar. Porque cuando la luz se apague, entraras en tierra de nadie. Y una vez ahí, estarás solo. -

Ahora cierra los ojos.

Hipnótica indicó la voz detrás de la penumbra, causando inmediata obediencia por parte del chico. Quien, para ese entonces se habría cuestionado una infinidad de veces el valor de su propia vida, y aun cuando muchas eran las interrogantes que a raíz de lo anterior surgieron, no fue capaz de romper el silencio. Porque, tan pronto concluyó aquella advertencia, la carreta en la que iba abandonaría el recinto.

Los recuerdos que Eldar guardaba bajo llave, de pronto se volvieron difusos y aun cuando quiso recuperarlos al dar un último vistazo a la persona que lo despidió entre tinieblas. No lo hizo. Le habría hecho una promesa y esta dictaba que, bajo ninguna circunstancia debía levantar la manta que cubría la zona de carga, lugar donde permanecería oculto hasta quien sabe cuánto tiempo.

Desplazada la luz de las antorchas se vio gracias a la oscuridad del manto nocturno. Aspirándose en los alrededores un aroma que lejos de asemejarse al de la civilización, contenía gotas de rocío ¿habría sido eso a lo que la fémina se refería? Porque en un inicio, aquello que llamó "tierra de nadie" no lucia en lo más mínimo aterrador, al menos a través de la tela que limitaba en gran cantidad su visión. ¿Y si en lugar de ocultarlo, la manta fue colocada para que no recordase el trayecto, de modo que no pudiera volver? No. De ninguna manera. Iria jamás le jugaría en contra, o eso era lo que quería creer.

«-Con el transcurso del viaje, muchos serán los que querrán dirigirte la palabra. Al igual que en los cuentos, los malos harán lo imposible con tal de obtener tu confianza. Y encontraran la forma. Se harán sus aliados. Pero prométeme que no importa quien sea dueño de la voz que oigas durante ese tiempo. No confiaras en nadie. -»

Iria habría sido clara a la hora de otorgar a su hijo las instrucciones que le asegurarían su sobrevivencia. Lo último que Eldar podría hacer en respuesta a lo anterior, era desconfiar de la persona que le trajo al mundo. A excepción de lo ocurrido minutos atrás, no existía otro registro que le hubiese dado al joven razones para sentirse traicionado. Al contrario, ningún padre les daba a sus hijos la dedicación que aquella doncella le otorgó a Eldar mientras pudo. Y eso todo un reino lo sabía.

Era tan frecuente verlo acompañado de su madre, que el escenario menos probable ante una crisis inminente era el que se había dado en la actualidad. Después de haber sido participe de una amena jornada familia, el muchacho creyó podría reunir los antecedentes suficientes como para exponerlos con agrado durante el desayuno, del mismo modo en que lo habría estado haciendo por años. Ingenuamente su fe le llevó a pensar que en esas sacudidas desesperadas encontraría una sorpresa maternal. Y a decir por el mensaje que los azules orbes de Iria transmitían, en cuanto pudo apreciarlos con mayor claridad, entendió que su realidad estaba próxima a cambiar.

Dern: whispers of the hidden treeWhere stories live. Discover now