Apaga Stream

3.2K 161 60
                                    

Rodrigo se levantó temprano ese día, ya que estaba solo, solin, solito en su departamento.

Tenía planeado un muy buen stream con muchas actividades, y estaba seguro de que a sus seguidores les iba a encantar.

El día parecía bueno. Un clima perfecto en ciudad de Buenos Aires, estaba soleado, y una suave brisa soplaba en las calles.

Se baño, se lavo los dientes, se afeitó, se puso ropa fachera, y se sentó en la silla que usaba habitualmente para hacer sus streams diarios.

Después de unos minutos de espera, sus seguidores por fin vieron a aquel streamer tan copado que seguían con entusiasmo.

—¡Hola, hola! — saludó animado a su gente, mientras leía sus: "HOLAA💜💜" en el chat.

Empezó a charlar de buen humor con los que lo veían a través de la pantalla. Se levantó para ir a buscar una speed en la heladera, y de paso agarró el celular que reposaba en la mesa. Volvió y se sentó nuevamente.

Prendió el celular mientras seguía hablando con la gente, para ver una llamada perdida de su amigo.

—Uh, me llamó Sprinfield — soltó mirando el celular.—¿Qué quiere el pelotudito este? — miró a la cámara y se rió —... re forro el chabón.

Le devolvió la llamada y lo puso en alta voz, acercando el micrófono al teléfono mientras sonreía.

Iván atendió.

—¿Qué pasa, hermanito hermoso? — bromeó mientras usaba un tono infantil.

—Rodri — su expresión cambio totalmente al escuchar su voz tan rota, tan hecha mierda y rasposa.

No parecía recién despierto. Parecía que se había desgarrado la garganta sollozando y llorando lamentablemente.

Enseguida le saco el alta voz, silenció el micrófono y puso en espera el stream.

Se alejó del set up y se sentó en el sillón.

—¿Qué pasó, amigo? — un pequeño sollozo resonó en la línea, preocupandolo aún más como si fuera posible.

—¿Puedo ir a tu casa, boludo? — carraspeó, queriendo dejar de sollozar como nenita, pero se le hacía imposible.—Perdón, perdón, amigo. Ya sé que estás en stream, y no quería llamarte, pero me siento como el orto, boludo — otro sollozo se le salió —Apaga stream- digo...— suspiró —¿Podés apagar stream, Rodri?

Rodrigo miró de reojo su set up, esperando su regreso para continuar con el stream.

Seguro la gente estaba preocupada, y desesperada en el chat. Ellos no eran boludos, bien sabían quién era el propietario de esa voz tan herida y lastimada. Probablemente habían algunos perdidos que entraron hace menos de un minuto exigiendo saber que paso. Pero su amigo del alma, su hermanito de otra madre, lo necesitaba. Él estaba aullando de dolor, exigiendo a gritos silenciosos un abrazo, pidiendo un amigo que lo abrazara y le dijera que todo iba a estar bien. Rodrigo lo sabía.

—No me pidas perdón, boludo. Yo ahora apago y voy con vos — musitó, relamiendose los labios.

—No, no — se sorbió los mocos, algo asqueroso, pero tierno —No estoy en casa.

—¿Dónde estás? — se acostó en el sillón y miró el techo.

—Yo ahora voy para allá, ¿dale?

—Iván — insistió.—¿Dónde estás?

Su pregunta quedó en el aire cuando escuchó como su amigo carraspeó y cortó la llamada.

Hizo una mueca. Se levantó y se acercó a su set up, sentándose en la silla, quitando la espera de la pantalla.

El chat era pura desesperación, preocupación, y conspiraciones conspiranoicas.

—Volví, volví — carraspeó algo incomodo —Eu, perdonen, gente hermosa — se lamentó mientras se preparaba para apagar stream.—Surgio algo y me veo en obligación de apagar — soltó una risita algo aspera, pero después mantuvo su semblante serio —Les pido mil disculpas, y si quieren de rodillas. Ya sé que hoy les prometí un montón de cosas piolas, pero es medio grave el asunto acá.— se rascó la nuca algo nervioso — Perdón, lo de hoy queda para mañana, después aviso el horario. Mañana sí les juro que se vienen cosas copadas.

Sintió que la estaba alargando, y volvió a carraspear.

Después de varios besos al aire y disculpas, apagó stream y solo se dedicó a esperar al alto.

Veinte minutos pasaron, y el timbre sonó.

Rodrigo se paralizó por unos segundos, pero enseguida corrió a la puerta a abrir.

Y ahí estaba él. Hecho pija.

Su pelo negro más desordenado de lo común. Sus lindos ojos marrones hinchados, con ojeras, y lágrimas aún acumuladas. Sus labios resecos y cortajeados. Simplemente, una mierda.

Iván se hizo el duro al ver al bajito abrir la puerta. Pero no aguantó nada, solo se avalanzó sobre él, y lo abrazó buscando calor, consuelo, y aquel cariño que necesitaba con urgencia.

—Eu, eu — llamó Rodrigo, palmeando la espalda del alto.—Vamos a mi pieza, y me contas que onda, ¿Dale?

Iván no respondió, era obvio que no lo iba a hacer.

Sin separarse de él, rodeó su cintura con un brazo, básicamente manteniendolo pegado a él, cerró la puerta y caminó con su amigo aún abrazado a él hasta la pieza, dónde sentó a Iván en la cama.

Esa imagen lo destrozó.

Iván estaba sentado en su cama, mirándolo tan herido. Se veía tan frágil, como un cristal en el borde de la punta del obelisco.

Rodrigo se agachó ante él. Le sacó las zapatillas, la campera, lo acostó en su cama y lo tapó. Hizo unos capelletinis e hizo que los comiera en la cama, obligo a que coma, porque no quería comer, él solo se negaba. Pero Rodrigo insistió y el alto tuvo que obedecer.

—¿Me vas a decir que te pasa? — preguntó agarrando los platos y poniéndolos arriba de la mesita de luz.

—Soy un pelotudo, eso pasa — escupió con pesadez.

—¿Por qué un pelotudo? — se acostó, se tapó y abrazó a Iván.

—Rodrigo...— el nombrado fijo su verdosa mirada en él. Él suspiró pesado y alzó la voz, diciendo: —¡Tengo los cuernos así de grandes! — levantó ambos brazos, exagerando los cuernos, así indicando que era un cornudo con todas las letras.

—Uhh, mal ahí, boludo — solo eso se le ocurrió responder.—Bueno, no pasa nada, amigo.

—¡Sí que pasa! ¿Tan mal novio fui? — susurró lamentable.

—No fuiste mal novio, fuiste muy atento con ella y cariñoso. Ella se lo pierde por pelotuda.

—Pero si se buscó otro es porque algo hice mal, ¿no? — desvío la mirada.

—No — respondió firme —Ella no vio lo tan buen pibe que sos, porque es una conchita que necesita urgente un oculista.

Iván sonrió, y se acurrucó en los brazos de Rodrigo.

El alto nunca fue tan táctil con él. Nunca fue tan abrazable y pegajoso. Y eso a Rodrigo le encantaba.

Era una escena medio gay.

Sus piernas enredadas, abrazados tan tiernamente. Iván sollozaba un poco en el pecho de Rodrigo, mientras que él acariciaba su pelo despeinado, pero lindo pelo negro.

—Te amo, Rodrigo — musitó cerrando sus ojos marrones, cayendo en un sueño profundo, uno que realmente necesitaba.

—Yo también, Iváncito.

Y cerro sus ojos, para pronto conciliar el sueño.

•One Shots• {Spreen×Carrera}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora