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Kyojurou no puede creer que está delante de aquel edifico, sin embargo, tuvo que haberlo predicho. Darle a Uzui la oportunidad de convencerlo era como decirle "Si", pues conocía a su amigo, y sabe que este obtendrá lo que desea una vez tenga la oportunidad de hacerlo. Ahora está ahí, escuchando la fuerte música resonar del otro lado de las paredes.

Está agotado, fastidiado y solo quiere beber algo de alcohol para celebrar el final de un exhausto trabajo.

Su mirada se desplaza por el lugar, notando lo discreta y elegante que resulta ser la arquitectura del edificio. No hay demasiadas luces más que la de los faroles, tampoco parece haber cámaras y su mirada solo se fija en la larga fila de personas haciendo cola para entrar al club.

Al menos el edificio se encontraba algo lejano y escondido de la avenida principal, sus puertas oscuras resaltan con las luces fluorescentes que se asomaba al otro lado de la entrada. El barbullar de todos los hombres esperando en la cola estaba también presente, todos parecían emocionados, y la gran mayoría tenían puestos trajes de oficina.

Su frente se frunce un poco ante la escena de un par de ellos nalgueando al aire mientras imitaban embestidas exageradas, por lo que desvió su vista al otro lado de la calle, observando los edificios llenos de carteles publicitarios a un par de kilómetros de donde él se encuentra. Están demasiado cerca de Shibuya, e incluso está seguro que podría caminar hasta allá en busca de alguna cantina o bar en el que pueda pasar el rato.

«¿Por qué entre todos los lugares, Uzui tenía que escoger este?» pensó algo fastidiado. Un suspiro escapa de sus labios al ver como su amigo teclea algo en su celular, seguramente está mensajeando con alguien, más al escucharlo reír con picardía decide no querer saber con quién. Cansado solo vuelve a mirar a la puerta de club, leyendo por centésima vez el cartel iluminado en rojo neón.

«[DISTRITO ROJO]».

(..--*--..)

Maldito estrés incesante.

El trabajo se acumuló más de lo que podían permitirse. Durante todo ese mes, ambos se habían quedado hasta la madrugada en sus oficinas apenan tomando unas horas del día para ir a sus casas, bañarse, comer y dormir algo, solo para terminar regresando a trabajar cuanto antes.

Es un gaje del oficio realmente detestable, sobre todo cuando aquello había llegado de forma improvista; alterando la jornada laboral de varios trabajadores pertenecientes a otras áreas de la firma de abogados.

Por lo general, trató de mantenerse optimista sin importar lo que pasara, pero su fuerza mental sucumbió después de dos semanas, quedándose a altas horas de la madrugada modificando documentos o leyendo artículos que pudieran servirle.

Nunca creyó que llevar a cabo la fusión de dos empresas tan grandes le traería tal presión sobre sus hombros. En sí, el problema no era el papeleo, o los requisitos necesarios para llevarla a cabo, sino las constantes peleas entre los patrones y socios que se negaban a firmar el contrato cada que la junta se terminaba, ambos lados siempre se mostraban a la defensiva, demandando más que en la reunión anterior.

Parecía que nunca se llevaría a cabo dicha fusión, pues en más de una ocasión tuvieron que modificar la estructura del contrato, cambiar clausulas, eliminar párrafos, agregar o quitar tanto artículos como condiciones. Eso sin tomar en cuenta la demora en el área de contabilidad, y todo el papeleo gubernamental que se había quedado estancado durante el proceso.

Pero al fin lo lograron. Esa reunión había durado 14 horas; la más larga de todas, las firmas autógrafas de todos los accionistas ya estaban en el documento y lo más curioso fue ver como todos los socios y patrones se estrechaban felizmente las manos; como si fueran grandes amigos que nunca se atreverían a gritarse maldiciones ni amenazas entre sí.

El Bartender del Club (Rengiyuu) +🔞Where stories live. Discover now