Capítulo 2

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Capítulo2


-¿Me pones al día?- Le pidió Drew a Sam mientras caminaban algunos pasos por detrás de Mael.

Samantha Lowell, con su metro setenta y pocos, su tez blanca que contrarrestaba con su pelo negro azabache ondulado y abundante que le llegaba a media espalda y sus ojos de un tono oscuro de azul, podría fácilmente ser una de las mujeres más guapas de entre los Lykos. Y si no fuese por su carácter lo más probable que el propio Drew hubiese considerado sentar la cabeza. Pero era su carácter, justamente lo que los había convertido en tan buenos amigos.

Drew sonrió, mirando a una de las pocas lobas dominantes de su manada. A la única que había osado entrar a formar parte de la Guardia. La única de entre todos los Lykos que había sido terrateniente sin haber sido soldado ni capitán. La única mujer terrateniente de la historia de los Lykos.

Maldita fuese, pensó Drew, no hubiera cambiado ni un solo pelo de su jodida cabeza.

-Ella es Kathayssa Suaçuna. Nos ha dicho que la llamemos Kat.- Empezó a explicar Sam.- Es la nieta de Mayara Suaçuna, la actual líder de los Apuã. Y por lo que tengo entendido Kat será la siguiente líder.- Así que tendría que tener cuidado con la mujer, puesto que sería la más fuerte en combate entre los gatos que estaban ahora en Echeide.- El que la acompañaba es Kauê. De él la verdad es que no sabemos nada.

-Pero...

Sam respiró hondo y frunció el ceño.

-Me da mala espina. ¿Qué diantres hace un teriántropo con todo ese metal encima?- Preguntó ella, haciendo referencia a los anillos, braceletes y pendientes que el propio Drew también se había fijado.- Es... Es raro. Además, está el hecho de que no les importa si llegamos a ser atacados por los Arur.

-Están locos.- Dijo Drew mientras iban caminando por el bosque. ¿Qué podría importarles si los Lykos estaban en guerra con nadie? Tenían que preocuparse de su propia seguridad. De meterse en sus malditos asuntos.

-A mi me parece bien.- Repuso Sam mientras desviaba una rama en el suelo.- Si los gatos quieren ensuciarse las manos, ¿Por qué no aprovecharlo?

-Viven en el Amazonas, Sam. Sabrán sobre plantas, trampas para jabalíes y eso. No creo que tengan idea alguna sobre pelear.

-Cállate, Drew.- Mael dijo aquello sin voltearse, aún estando algunos pasos muy por delante de sus terratenientes. Su pelo rubio se agitaba con el viento, cayendo contra su ancha espalda. - Recuerda que hay diez de ellos aquí ahora. No quiero perder el apoyo de los Apuã por las perlas que te salen por la boca.

-Vale, no sabemos qué nivel tienen de formación en batalla. Pero igualmente hablamos de aumentar filas.- Siguió Sam, que llevaba bastante tiempo empecinada en aumentar filas. Tanto que hasta había llegado a presentar la idea de mandar a algunos de los suyos a buscar humanos para emparejarlos con los jóvenes y tener más cachorros en la manada. Una locura que ni se tuvo en cuenta.- Todos sabemos bien que los Lykos éramos una fuerza a tener en cuenta antes de la Revolución, pero ahora apenas somos un puñado de lobos tratando de subsistir.

El recuerdo de la batalla que les había costado tantas vidas era amargo incluso ahora, cuando ya habían pasado tantos años.

Siguieron andando un rato más, hasta que pudieron ver las luces del porche de la casa Talbot encendidas, entonces Drew y Sam se detuvieron allí, mientras Mael seguía andando hasta su casa.

-Lo pensaré y os lo diré mañana.- Fue todo lo que contestó él, dando por encerrado el día.

Drew siguió caminando por el bosque, con Sam pisándole los talones.

-Imagino que vas donde Annie. ¿Me equivoco?- Preguntó ella.

-Si conoces el camino, no tiene sentido que preguntes. ¿No crees?

-Tienes razón.- Dijo ella con voz cantarina. No le hizo falta darse la vuelta para saber que estaba sonriendo.

-Suéltalo.-Dijo Drew deteniéndose, a lo que Sam hizo amago de torcer el gesto a medio paso de él, lo justo para evitar chocarse con él. La elegancia y agilidad de la loba asombraba a más de uno, puesto que esa no solían ser características propias de los licántropos.

Sam se detuvo un paso después, con las manos enlazadas en la espalda, le hizo un rápido escaneo a Drew pasando desde su pelo castaño un poco más largo que de costumbre y peinado con los dedos hacia atrás. Su piel ligeramente trigueña, sus ojos azul celeste propio de los Sherwood, su marcado mentón oscurecido con la barba de tres días y todo su bienformado cuerpo, de músculos definidos.

-¿Qué?- Volvió a preguntar, sin paciencia.

De ser cualquier otra hembra, se hubiese tomado el escrutinio como un halago. Puede incluso, que como una invitación. Sin embargo... Era Sam.

Y la sonrisa de sus labios no inspiraba hacía el tipo de diabluras que Drew buscaba con constancia en las mujeres de la manada. Era más bien del tipo de quien te llena la cama de pulgas y se pasa semanas riéndose cada vez que alguien se rascaba.

Si bien, ese tipo de bromas era algo común entre ellos.

-Nada.

Sam siguió andando hasta la casa de madera que se hallaba mas adelante. Drew frunció el ceño, curioso, y siguió los pasos de la loba.

Enlace Desertor (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora