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SeHun se quedó mirando al teléfono que tenía sobre la mesa de despacho.

Alargó la mano para tomarlo y llamar a JunMyeon de nuevo. Tenía que hacerlo, quería decirle cualquier cosa con tal de conseguir que volviera a su lado. Pero se quedó parado a medio camino. Pensó en lo que había ocurrido en las últimas horas, no entendía nada, pero sospechaba que no se iba a repetir.

Se levantó de la silla empujándola con furia. La silla giró y se ladeó, golpeándose contra la pared y la pintura que allí colgaba. Era un óleo que Luhan había comprado en una subasta durante el primer año de casados. El cuadro cayó al suelo y quedó tendido allí.

Exhaló con desesperación al ver lo que había pasado. Se sentía tentado a dejarlo allí. Era una pintura que nunca le había gustado, con sus grandes pinceladas y colores estridentes. Pero a Luhan le encantaba y en su momento había amado a Luhan.

Lo había amado.

Irritado, se pasó las manos por el pelo y se acercó hasta el cuadro. Se agachó y lo colocó contra la pared.

«Yo quería a Luhan», se repitió, sorprendido ante el descubrimiento y la fuerza y claridad con la que le llegaba en ese momento, como algo del pasado, algo que ya no sentía.

Había decidido vivir en porque eso era lo que deseaba, lo que lo habría hecho feliz. Pero todo aquello formaba parte del pasado.

Luhan había muerto y él, por primera vez en muchos meses desde que su esposo falleciera, comenzaba a sentirse vivo de nuevo.

Se pellizcó el puente de la nariz para aliviar el punzante dolor que sentía tras los ojos, la cabeza le iba a estallar. No podía creer que cuando por fin encontraba a la persona que había conseguido devolverle a la tierra de los vivos, éste no quisiera tener una relación con él. La mera idea de salir con él seriamente le había producido un ataque de ansiedad.

Se levantó y dejó el cuadro donde estaba.

Era bueno estar vivo, pero también doloroso.

Kim Yixing se quedó mirando la cabeza de su hermano e intentó que su tono de voz no dejara entrever su preocupación.

—¿Vas a conducir hasta Nawon esta noche sólo para ver el partido de baloncesto? —le preguntó mientras se sentaba en una esquina de la mesa de despacho de su hermano en el departamento de bomberos.

JunMyeon siguió trabajando en el ordenador, preparando unos informes que tenía atrasados y le contestó sin ni siquiera mirarlo.

—Sí, estoy de guardia y la mitad del pueblo va a estar allí de todas formas. —Después JunMyeon levantó la cabeza y lo miró fijamente—. ¿Has venido hasta aquí sólo para preguntarme eso?

—Se suponía que íbamos a comer juntos hoy. —se defendió Yixing alzando la mano—. ¿no te acuerdas?

—¡No! Lo siento lay. —dijo JunMyeon recordándolo de pronto y volviendo a concentrarse en la pantalla del ordenador.

Yixing suspiró. Había estado esperándolo en TheHigt durante veinte minutos, al cabo de ese tiempo se dio cuenta de que JunMyeon no iba a aparecer por allí. Lo único que había conseguido mientras lo esperaba, había sido convencer a Lisa para que descansara unos minutos. La joven estaba ya en la recta final de su embarazo y le preocupaba que estuviera aun trabajando como camarera y de pie tantas horas al día. Le aconsejó que debería dejar de hacerlo hasta el nacimiento del bebé.

Yixing se levantó de la mesa de JunMyeon y tomó una silla de otro escritorio y lo llevó hasta allí para sentarse cerca de su hermano. Agarró los reposabrazos de la silla de JunMyeon y la giró ciento ochenta grados para que le diera la cara.

Un amor atrapado en el invierno-SEHOWhere stories live. Discover now