Tres

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JiSung llevaba catorce días enfermo.

MinHo debe admitir que fue fácil mentirle a todo el mundo diciéndole que lo estaba llevando con calma y que tenía una mente positiva.

Sin embargo, cuando se trataba de hablar en el espacio vacío y doloroso de su conciencia, estaría mintiendo tan abruptamente que se sentiría mareado, irreconocible incluso para sí mismo. Estaba decepcionado de la poca estabilidad que tenía en toda esta situación. Estaba cayéndose a pedazos cuando se supone debería mantenerse lo suficientemente fuerte como para continuar.

Fue la primera semana de invierno.

JiSung y él corrían a mitad del bosque, el menor delante suyo enseñándole su preciosa sonrisa.

—¡No lograrás atraparme! —Le había gritado entre risas contagiosas.

En realidad, MinHo sí pudo haberlo alcanzado, pero disfrutaba ver la alegría del menor cuando ganaba una carrera improvisada, así que se mantenía a una distancia de medio metro como mínimo, riendo cuando JiSung daba vueltas como un niño, tan pequeño e inocente, tan feliz.

Cuando llegaron a su lugar entre los árboles y arbustos, JiSung presumía de su triunfo, gesticulando mucho con las manos mientras decía cosas como: "¿Viste eso? ¡Soy increíble!" A lo que MinHo simplemente asentía con una sonrisa de idiota en la cara.

Y de repende las risas se acabaron, dándole lugar a respiraciones pesadas junto a jadeos adoloridos. De inmediato MinHo se acercó al menor.

—¿Te encuentras bien, Sung? —fue lo que preguntó intentando alcanzar la mano de Han con la suya.

Sólo dio dos pasos cuando JiSung cayó.

MinHo lo atrapó a tiempo, sosteniéndolo entre sus brazos. Se arrodilló para poder atenderlo debidamente, acarició sus mejillas y acomodó sus cabellos detrás de su oreja, murmurando suavemente preguntas sobre su estado para no alterarlo. JiSung en cambio parecía aturdido, observando a la misma nada a través de su mirada perdida mientras balbuceaba cosas inentendibles, hizo una mueca de dolor e intentó estirar sus brazos para poder tocar el rostro de MinHo.

Lee hizo la tarea más fácil y se acercó, los dedos de JiSung tocaron su nariz, su labios, el contorno de su cara. Todavía lucía confundido, y adolorido, exhalando pesadamente e inhalando aun más fuerte intentando respirar como se supone era normal.

—Estoy... Cansado —dijo antes de desmayarse.

MinHo lo cargó como pudo a su casa, al llegar salió el padre de JiSung. El hombre no le gritó, de hecho, no le dijo absolutamente nada. Sólo tomó a JiSung y lo subió a la habitación que le correspondía, lo recostó en la cama y, con una voz repleta de pena le pidió a MinHo que se retire.

Fue confuso.

Ahora, MinHo iba a verlo cada tarde. A veces JiSung estaba despierto, otras no. Se encargaba de llevarle las cosas que necesitara, le ayudaba a comer, a tomar agua; a veces le cantaba, otras simplemente permanecía en silencio, el día anterior le susurró una que otra palabra tonta para verlo sonreír entre sueños.

MinHo jamás le diría que había adelgazado, que estaba muy pálido, mucho menos que su mirada lucía terriblemente cansada. Jamás admitiría delante suyo que el JiSung de hace un mes lucía tan diferente al JiSung actual.

Aun así... Para MinHo, JiSung seguía siendo el chico más lindo del planeta.

—¿De dónde son estos? —preguntó MinHo tomando uno de los tantos libros sobre la cama del menor, pasando las páginas leyendo algunos fragmentos.

—Del almacén de papá —respondió Han con una risita culposa—. Cuando descubrió que robé su libro sobre las estrellas hace tiempo, me dijo que no volviera a ocultarle las cosas, al día siguiente me trajo todos estos. ¿No son lindos? Ahora que no puedo hacer nada los leo sin parar.

MinHo le dedicó una mirada preocupada al notar la carga de desprecio y frustración en su voz al decir la última oración.

—Te recuperarás pronto, cariño —le dijo acercándose para darle un pequeño beso en los labios—. Confía en mí.

—Confío en ti —suspiró—, pero no en mí.

Su voz mantenía una sensación extraña, MinHo todavía no conseguía distinguirla. Simplemente lo abrazó con cuidado de no lastimarlo, beso su frente e intentó consolarlo con su calidez. El cuerpo de JiSung a veces temblaba, sintiéndose frágil en sus brazos, como si pudiera romperse si MinHo no controlaba su fuerza.

—¿Por qué los ocultaba?

Ahora estaban abrazados bajo las sábanas, MinHo refiriéndose a los libros nuevamente.

—Creo que eran de mamá —JiSung estaba quedándose dormido, su respiración era tan calmada y sus brazos se aferraban al cuerpo de MinHo, deseando solamente sentirlo a su lado, pidiendo silenciosamente que no se vaya, que no lo abandone—. Papá siempre guarda sus cosas, nunca habla de ella. Él dice que ya la superó, pero yo sé que miente...

JiSung se quedó dormido después de decir eso.

MinHo sabía de su madre muerta, también de la actitud supuestamente indiferente de su padre a ella después de haberla perdido. Hace cinco años, exactamente en uno de los aniversarios de la muerte de la mujer, JiSung llegó llorando a casa de MinHo; le dijo que su padre era un completo idiota, que nunca iba a visitarla, que siempre evitaba decir cualquier cosa sobre ella.

Sabía que JiSung nunca conoció a su madre, o al menos, si lo hizo, no la recuerda.

Los rumores decían que la mujer siempre estaba enferma, que falleció minutos después del parto de su primer y único hijo, que fue una buena mujer y que amó con todo lo que pudo y en el tiempo que le quedó a su familia.

MinHo observó a JiSung dormir tranquilamente apoyando su cabeza en su pecho, tan tranquilo, y débil, completamente indefenso... Y...

Suspiró y simplemente cerró los ojos, esperando dormir, quizás unos veinte o treinta minutos estarían bien.

𔘓

Despertó cuando el reloj de mesa indicaba que eran las diez de la noche.

"Genial", pensó abofeteándose mentalmente.

Se levantó con cuidado de no despertar a JiSung. Lo cubrió con las mantas y besó su frente susurrando que lo amaba antes de salir de la habitación. Su cabeza a veces imaginaba que esa podría ser su última noche juntos y sentía su corazón romperse, era estúpido pensar en eso. JiSung viviría.

¿Verdad?

Al bajar las escaleras se percató de que la luz de la cocina estaba encendida, y cuando pisó el último escalón cruzó miradas con el padre de JiSung.

—Buenas noches —dijo intentando sonar respetuoso ante el mayor—. Lamento irme tan tarde, me quedé dormido y-

—No te disculpes por eso —interrumpió  sacando algunas cosas de bolsas, al parecer regresaba de algún lugar de comestibles—, JiSung se ve feliz a tu lado.

Pasó saliva y asintió con la cabeza. Quiso continuar con su camino hacia la salida, pero su curiosidad fue mucho más fuerte.

—¿Por qué no le habla a JiSung de su madre?

La pregunta salió más fuerte y clara de lo que hubiese querido.

Para su sorpresa, el hombre respondió al instante:

—Porque no puedo hablar de ella sin sentir dolor —Pese a ser un hombre de aspecto fuerte, MinHo pudo distinguir los temblores de inseguridad al hablar—. Cada día la extraño mucho más que el anterior, pienso en ella a diario y lamento no tenerla a mi lado. Cuando veo a JiSung, puedo ver a la misma persona frágil ante el mundo, puedo sentir la misma tristeza al pensar que no puedo salvarlos, es en ese punto donde entiendo que no puedo sacrificar mi vida a cambio de que ellos vivan la suya.

Y... MinHo lo entendió.

Tal vez porque proyectó ese dolor en sí mismo al imaginarse una vida sin su primer y único amor.

Porque MinHo temió perder a JiSung.

In Another Life┊MinSung ♡ HanKnowNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ