Capítulo 12: Sofocación.

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Una pequeña niña de 6 años dormía es su cama, bajo las sabanas que la mantenían protegida del frío, a pesar de que su madre había encendido la calefacción de su cuarto.

Se removió sobre las sábanas sintiendo la sensación de que alguien la estaba observando en la oscuridad, así que terminó abriendo sus párpados de a poco intentando acostumbrarse a la poca luz que provenía de la lámpara ubicada en su mesita de noche.

Cuando logró adaptarse, giro un poco la cabeza y vio que era su padre el que la observaba seriamente.

—¿Papá que hora es?—preguntó la pequeña, intentando entender porque su padre estaba en su cuarto.

—Son pasadas las dos de la mañana—le respondió mantenido una expresión que comenzó a asustar a la niña.

Ella seguía sin comprender porque él estaba ahí, pero cuando estaba por preguntarle su padre acortó el espacio que los separaba y en un rápido movimiento la destapó, dejando ver su pijama de invierno, la niña se sobresaltó por eso movimiento repentino.

—Papá tengo frío—protestó la pequeña.

Su padre no le respondió, en cambio la agarró fuertemente de uno de sus brazos y la levantó en un tirón de la cama. La niña gritó por el susto pero más por el dolor que le causó tal acción.

—Papi, papi me lastimas—lloriqueó la pequeña, quien no entendía aquel comportamiento de su progenitor.

¡Cállate!—le gritó este—. Debí darte tu escarmiento desde que naciste y no esperar tanto—siguió gritando mientras la zarandeaba del brazo—. Ahora arrodíllate—la tiro al piso, haciendo que la niña pegara un grito en el impacto por haber caído de rodillas.

Ella solo pensaba que había sido buena como su mami le enseñó y no había dicho nada que molestara a su papi. Pero asustada obedeció las órdenes de su progenitor y quedó de rodillas frente a él con la cabeza gacha.

Al no verlo de frente no supo lo que él estaba por hacer, pero si oyó el ruido de algo metálico y lo siguiente fue un ¡zazzz!.

Y así fue uno seguido de otro, con los gritos de dolor y el llanto de una niña que acababa de ser lastimada por la persona que más adoraba.

Su padre.

—Dafne—sentí que me llamaban en la lejanía y eso hizo que las imágenes que se reproducían en mi cabeza en un bucle sin fin cesaran—. ¿Me escuchas Dafne?—mire a la terapeuta quien era la que trataba de llamar mi atención y me sentí confusa unos instantes.

Apreté mis párpados, intentando comprender donde estaba y aunque logre entender que aún seguía en la sesión. Mi cabeza no paraba de darle vuelta  aquel recuerdo, que me causaba tanto dolor y decepción como el primer día.

Me había salido de mi realidad otro vez debido a aquello y no comprendía como me sucedían realmente estos episodios. Solo sabía que había comenzado hace años atrás y al principio los episodios solían ser más a menudo, pero con el tiempo se calmaron, solo un poco. Me sorprendió un poco que resurgieran justo hoy, porque no podía ser en el peor momento.

Mira a la terapeuta, quien tenia una expresión confusa en su rostro y no sabía cómo le explicaría esto.

—Lo siento—solo pude decir y me re acomodé en sillón.

Me sonrió con gentileza, pero no perdí la mirada de preocupación que me dedico.

—Pensé que te había perdido—había algo en su tono de voz que no me gustaba ahora—, dejaste de hablar por un minuto y tus ojos parecían...—dudo—, vacíos.

Oscuro secreto © [sin editar]Where stories live. Discover now