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「 ᴇʟ ᴇɴᴄᴜᴇɴᴛʀᴏ 」



* cuatro años antes de los juegos *



No dejo de correr en ningún momento.

No devuelvo la mirada hacia atrás, porque si lo hago toda la valentía que he podido reunir para este momento desaparecería como plomo, de eso estoy seguro. Además, de que sería un completo idiota si desperdicio una oportunidad como esta para ayudar a mi familia.

Así que, me hago de oídos sordos y huyo de aquello que me persigue y me atormenta: la duda de fallar.

Pronto dejo La Veta atrás, en lugar más pobre de mi distrito y el cual resulta ser nuestro querido 12. Diviso la plaza en la que se encuentra mi objetivo. Bajo el ritmo debido a que algunos agentes de la paz se encuentran cerca. No quiero llamar la atención, así que me limito a aparentar normalidad y camino con lentitud hacia mi destino.

Doy una vista a mi alrededor, mientras me sostengo con fuerza de los brazos e intento hacerme a la idea de lo que voy a hacer. Puede que suene algo descabellado, pero debo hacerlo. Mi familia es lo primero, y desde que hace tiempo me he dado cuenta de que no son suficientes los suministros que consiguen (a duras penas) mis padres en las minas.

Ahí es cuando llegue a la conclusión de que no podía seguir con los brazos cruzados. Estábamos pasando por una mala época (al igual que muchos de los demás residentes del distrito); sin embargo, por este motivo, había tomado la decisión, quizás arriesgada, de acercarme a la única panadería del lugar y robar.

Puede que hubiera mejores lugares para escoger, pero unos días atrás descubrí que los Willson (dueños de la tienda), dejan entrar a los niños más curiosos para deleitarse con sus creaciones. Cabe destacar el hecho de que no existe vigilancia alguna; de ahí a que tomase la elección de ir a tanto. No cogería mucho, eso lo tengo claro.

—Tranquilo, respira, puedes hacerlo —me digo, en un intento de creer en mis palabras.

Estoy a unos metros, a nada de hacerlo y siento el corazón desbocado. ¿Soy capaz? ¿Si me pillan, matarían a mi familia para torturarme, o se conformarían conmigo? Las reglas del Capitolio eran sencillas: haces algo en contra de su ley, pues a sufrir. Un miedo creciente sube por mi espalda, y doy un paso hacia atrás, acobardado.

Pero recuerdo a mi madre, a aquella mujer de cabellos dorados llorando en la cocina esa misma madrugada con la esperanza de que nadie pudiese pillarla desprevenida. Ese simple hecho me hace recordarme que esa esa una de las razones principales por las que me tome la libertad de hacer esto.

Me estrujo las mejillas con rabia, en busca de aclarar mis ideas. «Vamos, Newt. Tienes que hacerlo», me repito en la cabeza varias veces como una especie de ritual. Después de todo, solamente es entrar y salir, nada más.

—No tengas miedo. —Tras decir aquello, reviso que la camisa que llevo sea lo bastante holgada, ya que este es el sitio en el que metería lo robado.

𝐓𝐇𝐄 𝐇𝐔𝐍𝐆𝐄𝐑 𝐆𝐀𝐌𝐄𝐒, Newtmas ( au ) [✓]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ