CAPÍTULO DOS

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Thiago comienza a barajar las cartas y a repartirlas. Las cojo sin mostrar nada mientras analizo las caras de mis contrincantes. Por lo que puedo intuir, mi hermano, a pesar de que siempre está serio, excepto cuando está con su novia, tiene un trío y como máximo, es de reina.

Martín no tiene pinta de tener algo increíble, Pablo más de lo mismo y el capullo de su hermano me guiña un ojo cuando coincidimos las miradas. Sonríe y puede tener una simple pareja o póker, pero no sabe quién soy yo.

Ellas, al contrario de ellos, son más fáciles de leer porque quizás son menos competitivas o solo quieren divertirse y pasarlo bien y no van a por todas como es mi caso.

—Cinco —apuesta Martín y le he pillado, como pensaba, sus cartas no son muy buenas y con esa jugaba, prácticamente conseguirá que se vayan la mitad.

Tengo doble pareja, de as y rey, y tengo dudas, o tiro tres y me quedo con la pareja de as, o me arriesgo y tiro una esperando que salga o un as o un rey.

Peor como no tienen muy buenas cartas, me arriesgaré y cuando me toca apostar, pongo el dinero sin aumentarla.

Carolina, Victoria y Carla son las únicas en no seguir y me quedo con ellos, pero que no crean que me van a intimidar.

—¿Cuántas? —pregunta mi hermano.

—Una.

—¿Póker, pequeña Bianchi? —sonríe el imbécil del año.

—Paga la apuesta que haré, y te lo diré —aclaro.

—Eso está claro.

Antes de mirar mi carta, estoy atenta a las cartas que piden y menos Thiago, que pide solo una, los demás quieren tres y eso me da ventajas.

Lentamente, elevo la carta y me contengo por no gritar cuando veo el as que tanto quería y necesitaba. El primero en apostar en Martín que esta ocasión pone diez euros, Pablo y Marcos se la iguala y mi hermano apuesta el doble.

—Los veinte más veinte —digo segura.

A mala ganas porque no le ha salido su jugara, Martín pone el dinero restante para ver las cartas, los hermanos Casas la igualan y mi hermano duplica mi apuesta.

—Vaya —indico como si nada —tus veinte más cuarenta.

—Me voy —Martín tira de mala gana las cartas y es solo la primera jugada.

—Igual —el siguiente es Pablo.

Marcos las tira sin añadir nada y Thiago las ve, no amplía la apuesta y es una pena porque sé que voy a ganarle, ni de coña tiene un póker.

—¿Qué tienes? —pregunta.

—¿Y tú?

—Te la estoy viendo yo a ti —me regaña.

—Lo sé, pero solo quiero ver tu cara cuando pierdas.

—Full de rey —gruñe porque odia que siempre haga lo mismo.

—Ups —le guiño un ojo —full de as —sonrío con suficiencia mientras cojo el dinero —Victoria, anota Lucía uno, Marcos —le miro con suficiencia —cero.

—Aún es el principio, pequeña Bianchi.

—Y así será el final.

Seguimos jugando y en las partidas que juego, sin sorprenderme, gano y en las que me retiro, da la casualidad que gana él y únicamente estoy por encima de él por un solo punto.

A medida que las partidas han pasado, se han ido retirando. La primera en irse fue Carolina porque a ella no le va el mal rollo y las ganas de ganar sí o sí. La siguiente es Victoria porque tenía antojos de comer tostadas con queso y tomate, y está disfrutando comiéndosela como si fuera la comida más deseosa del mundo.

Todos los te quiero que no me atrevo a decir (Saga TE QUIERO IV)Where stories live. Discover now