Maullidos de amor.

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Hermione quería adoptar un gato.

Esa era la idea que le había estado rondando la cabeza durante meses, de niña tuvo la fortuna de contar con una fiel mascota, un gato anaranjado de carita aplastada y esponjoso pelaje, un minino muy inteligente y cariñoso, desafortunadamente, cómo todo en el mundo, terminó muriendo cuando nuestra castaña termino sus estudios en Hogwarts, el gato gozo de una larga, muy larga y feliz vida con todo los lujos que se le pudieron dar y en la familia no se olvidaron de él, un cuadro al óleo estaba colgado en el recibidor en memoria y honra del buen Crookshanks. Y eso no era la única, en el patio tracero, una lápida conmemorativa del peludo animal  perfectamente cuidada se encontraba, a la sombra del manzano que tanto gustaba el felino de en vida trepar.

Su trabajo como ministra de magia le quitaba gran cantidad de su tiempo entre semana y sentía que no había cosa más deprimente que volver a una casa totalmente vacía entrada la madrugada. Un amigo felino le ayudaría a combatir dicha sensación de abandono y tristeza, de ello estaba más que seguro.

Con ese pensamiento en mente, durante su día libre, nada más levantada de la cama tomo sus cosas, se arregló y fue directamente al callejón Diagon, más específicamente, apareció frente a la tienda de animales donde hace varios años, cuando era una niña, había adoptado a su primera mascota.

Que fortuna que el mundo mágico estuviera siempre activo desde entrada bien la mañana. Abrió la puerta y en cuanto puso un pie en el interior una campanilla se escuchó, la cual indicaba que una nueva clienta estaba en la tienda.

Buenos días señorita Granger — Un mujer ya entrada en el ocaso de su vida salió a recibirla con gusto —. ¿Qué le trae a mi humilde tienda?

Me gustaría adoptar un gato — No quería darle muchos rodeos al asunto, tenía un plan y lo iba a cumplir más pronto que tarde —. No tengo ninguna preferencia y creo que no hay mejor opinión que la suya.

Unos segundo de silencio, la anciana pensaba en la mejor opción entre tantos felinos que tenía. Indescriptible sonrisa en sus labios apareció, una idea genial — Permítame un momento — Le solicito a la encargada de la sección de regulación de leyes mágicas antes de perderse en la trastienda. Recorrió los pasillos de la trastienda en busca de un muy peculiar felino. Entre tanto la castaña iba de un lado a otro juntando las cosas que sabía necesitaría para darle una magnífica vida a su nuevo amigo: arenero, arena, juguetes, un collar, un rascador, de todo, una camita aún cuando sabía que el gusto terminaría durmiendo en una caja o en cualquier lugar por incómodo que a la vista pareciera, lo importante era que su amigo felino supiera que le iba a dar toda comodidad posible.

Lamento la demora señorita — Comento la vendedora al retornar al mostrador, teniendo en brazos al felino seleccionado —. Me alegra ver qué tomo tiempo para seleccionar cosas.

Solo lo mejor para mí compañero — Al instante contesto. Su mirada fija se quedó en la bolita de pelos negros que se encontraba aparentemente durmiendo en brazos de la anciana —. ¿Cómo se llama este hermoso amiguito? — Las orejitas esponjosas se movieron cuando escucharon la voz extraña, saco su cabeza de los brazos de su cuidadora, observó a todos lados tras dejar escapar un bostezo. Los ojos de esmeralda brillante se quedaron fijos en los de la castaña. Un maullido suave como pétalos de rosas frescas se escapó del animal, uno que a pesar de la delicadeza estaba cargado de reproche — Una disculpa, entonces ¿Cómo se llama está amiguita hermosa?

El tiempo con su primera mascota, junto al que había pasado en el mundo mágico le había ayudado a descubrir que los animales entienden más de lo que aparentan y que expresan más de lo que pareciera. Aunque sea, la mayoría de animales domésticos.

Interés mayor apareció en el felino que con cuidado se puso de pie antes de saltar al mostrador y de cerca observar a la castaña quien estaba interesada en ser su esclava.

Pansmione [One-Shots].Where stories live. Discover now