CAPÍTULO II

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<<Sigo siempre a un paso entre la luz y la obscuridad>>.

Leia

Silencio..

Completo silencio..

A pesar de toda la quietud que éste lugar tenía, mi mente estaba hecha un lío. Las pastillas que me recetaron para conciliar el sueño no daban resultado, no podía dormir debido a las pesadillas.
El eco de un disparo resonaba en mi cabeza como una rutina, constantemente me despierto sudorosa y exaltada, en medio de la obscuridad de esta pequeña habitación.

No entendía, no recordaba porque estaba aquí. No sabía porque tenía una cicatriz en mi mejilla y otra muy distinta detrás de mi cabeza rapada. Esta última parecía tener raíces, como si mi piel se hubiera despedazado en mil partes y fue reconstruida como un rompecabezas. Cubría prácticamente toda la parte baja de mi cabeza y yo no podía dejar de tocarla, sentía que tenía vida propia y que guardaba demasiadas memorias a las que yo no tenía acceso.

<<¿Por qué estoy aquí?>>, <<¿Qué fue lo que me sucedió?, <<¿Y mi familia, porqué no esta conmigo?>>, <<¿Y Amber?>>, mi mente no paraba de hacerse estas preguntas una y otra y otra vez.

Recuerdo haber despertado en un hospital, en un momento inusual porque estaban doctores y enfermeras a mi alrededor luciendo sorprendidos y a la vez aliviados, pero fue más extraño aún lo que pude distinguir después, un sujeto que al parecer estaba encadenado me observaba con un interés que en cierto grado activó en mi cierta inquietud.

No pude dejar de pensar en él los días siguientes, no volvió a parecer después de eso por el hospital. Ni en mis días de rehabilitación. De alguna forma hubiera querido que tuviera algún interés en mi, mi corazón palpitaba con fuerza cada vez que pensaba en él. Un sentimiento extraño me absorbía de solo imaginar su rostro en mi mente. Pero a medida que los días avanzaban los rasgos más fuertes que se habían clavado en mi memoria se hacían cada vez más borrosos, hoy solo era una niebla, una muy espesa.

Me levanté con cierta dificultad, mi cuerpo se sentía cansado a pesar de haber estado acostada casi toda la tarde y la noche, muchas veces solo perdía la noción del tiempo aquí. Los tornillos de mi cama chirriaron bajo mi movimiento y el frío suelo en cierto modo aliviaron la pesadumbres que me rodeaba.

Estaba sedienta, el clima en éste lugar era bastante caluroso y húmedo, pero me agradaban los días de lluvia, aligeraban un poco mis penas que me quemaban por dentro. No llevaba muchos días aquí, después de que me dieran el alta una mujer y un hombre ajenos a mi me instalaron aquí, dijeron que este sería un hogar temporal. Que pronto recibiría visitas que aclararían mis dudas, que todo esto era parte de mi proceso para recuperarme y también para que mis recuerdos volvieran. Me habían dicho que mis recuerdos y yo éramos una pieza clave de una historia que obviamente yo desconocía por completo.

Llegué al fregadero de la cocina a obscuras, sentía que mi vida había cambiado 180 grados pero mi vista seguía igual de mala, ni por todo lo que he pasado, ni siquiera el despertar de un coma hicieron que mi acromatopsia desapareciera. En fin, eso era lo único estable en mi vida, lo que jamás cambiaría pasara lo que pasara. Sigo siempre a un paso entre la luz y la obscuridad.

<<Muy bien Leia, ¿en que locura te metiste ahora? >>, me cuestioné a mi misma porque el último recuerdo que tenía antes de despertar en aquel hospital era la de una fiesta, recuerdo a Amber y a Jayden, pero siempre al pensar en ellos mi pecho se estrujaba, como si mi cuerpo recordaba algo que mi mente no. Esto se sentía como una eterna resaca.

Volví sobre mis pasos y me acosté de nuevo, el ventilador de techo se movía tan lento que me desesperaba y comencé de nuevo a sudar, pero después de todo sentía que esas pastillas por fin harían su trabajo y me permitirían dormir.

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⏰ Last updated: Jan 20 ⏰

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SOBREDOSIS ©Where stories live. Discover now