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❀𝑵𝒖𝒏𝒄𝒂 𝒅𝒆𝒋𝒆𝒏 𝒒𝒖𝒆 𝑯𝒂𝒅𝒓𝒊𝒂𝒏 𝒚 𝒍𝒂 𝒎𝒖𝒆𝒓𝒕𝒆 𝒔𝒆 𝒂𝒃𝒖𝒓𝒓𝒂𝒏❀

El tiempo en el pasado se estaba haciendo aburrido para el maestro de la muerte, ya no sabía qué hacer, y eso lo frustraba, tenía su camino trazado en una línea recta que el mismo creo, para que todo salga de acuerdo al plan, pero era sumamente aburrido, o al menos estaba en la parte aburrida. El pasado no tenía nada realmente interesante y por lo que sonreír, y eso lo frustraba aún más.

había decidido seguir el plan al pie de la letra, no podía permitir que las cosas se complicarán más, no ahora al menos.

Pero lo aburrido le frustraba terriblemente, no podía esperar para poder salir de vacaciones de Yule para poder comenzar lo entretenido.

Grindelwald aún no tenía su vista fija en ellos, aún, lo que le daba tiempo de pensar mejor sus planes.

A veces deseaba poder dejar salir su más puro instinto Gryffindor, y hacer las cosas más estúpidas que jamás había hecho.

Las clases que daba Dumbledore estaban bien, pero el ya sabía todo lo que estaban aprendiendo, lo que hacia todo terriblemente aburrido.

Se froto los ojos, ya no podía, su magia estaba por salir al borde. La estúpida voz del viejo lo exasperaba más, Tom lo ignoraba para hacer sus tareas, Draco hablaba con Lestrange, y estaba a unos bancos de distancia, los gemelos se sentaron en la mesa de Gryffindor detrás de Neville y Blaise para molestarlos, nada... no tenía nada que hacer.

Esta era la quinta clase en la que estaban aprendiendo teorías de transformación que no servían de nada, lo que lo irritaba aún más ¿Porque no ir al grano y enseñar la verdadera teoría? sino algunos imbéciles después se confunden por aprenderse estás.

Estaba sumamente irritado, su pie rebotaba de arriba abajo mientras sus brazos estaban cruzados en su pecho, escuchando la perorata que decía Dumbledore a la clase. Cuando se repente, todo fue silencio, y lo que ocasionó aquello fue la ventana haciéndose añicos por su magia accidental.

Pero el siquiera lo noto.

Su mirada estaba en la nada, sin prestar atención a los susurros a su alrededor, ni a Dumbledore arreglando la ventana con un simple movimiento de su varita.

Su rostro estaba frío e inexpresivo, aterrando a algunos alumnos que lo miraban.

—¡Señor Potter! —escucho dentro de su mente la voz Severus Snape, gruñendo cómo en sus clases de pociones durante su cuarto años

—Está claro que la fama no lo es todo —dijo nuevamente la voz, haciéndolo acordarse de su primer año.

—Ah, igual de idiota que su padre— gruño el Snape de su cabeza.

—Cállate —siseo enfadado, mirando desafiante al profesor delante suyo.

Ahora estaba en el aula de Pociones en las mazmorras ¿que no estaba en el aula de trasformaciones?

Baja su cabeza para mirarse a su mismo, notando que tenía su corbata de color escarlata y su escudo de Gryffindor en el sueter.

—Eres un cobarde —ahora estaban en su despacho, el tirado en el piso luego de una clase de oclumancia fallida.

—Cállese, fuera de mi vista, y diez puntos menos a GrYfindor por no prestar atención a la REALIDAD— la última palabra, que sonó como un grito sumamente fuerte que resonó en sus oídos, fue lo que lo hizo volver al mundo real.

"Carajo... vete a la mierda Snape... pero gracias" pensó, y una pequeña carcajada algo enloquecida se escapó de sus labios, ahora sus ojos conectaban con los celestes del profesor Dumbledore quien lo había estado llamando a la realidad.

Hadrian Morte Where stories live. Discover now