Capitulo 5

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Había una sola cosa que Roxana no podía ignorar en toda su vida y eso era su trabajo.

Por mucho que su hermanito menor la contactara para visitarlo, ella hacia de oídos sordos. Tenía trabajo, demasiado trabajo acumulado y no lo ignoraria, a menos hasta terminar el traje para su hermanito. Su amado hermano menor. La razón por la cual decidió seguir sus sueños y es que que su trabajo era su forma de expresión, la forma de plasmar lo que con palabras no puede hacer.

Y ella quería demostrarle a Claude que era la única persona importante en su corazón.

Era bastante complicado por qué a pesar de que su hermano era atractivo y la inspiración llegaba a tope, la mente dudaba. Dios, era el emperador, un hombre que lo tiene todo.

- ¡Ugh, no! - lanzo con furia la bola de papel que antes era un boceto. Su cuerpo cayó en la silla con cansancio. - ¿Que color sería bueno para mí hermanito? Hay demasiados colores que quisiera ocupar y que definitivamente le quedarían muy bien.

Medito por unos minutos las ideas en su cabeza, normalmente lo vió vestido de una forma peculiar, no sabía por qué decidió seguir esa moda pero debía admitir que le quedaba muy bien.

Algo fuera de lo común, extravagante quizás pero ya formaba parte de el.

- Okey, Roxana eres la única aquí. - se dijo a si misma con calma, atrayendo otra hoja blanca para bocetear - Puedes hacerlo. Conoces sus gustos... ¿ O No?

Detuvo su mano. El lápiz raspó la hoja levemente. Roxana miro fijamente aquella raya.

¿Claude, cambió?

Bueno, esa era bastante obvio. Creció físicamente pero lo que ella conocía de el parecía haberse esfumado.

Garabateo en la hoja frustrada, por primera vez no se sentía capaz de hacer algo pero trataría y de paso, aunque no estaba en su política de trabajo haría el vestido de la princesa.

Estaba molesta pero la princesa Athanasia era la.hija de su hermano. Y ella trataría de no decepcionarlo de nuevo.

Ahora... ¿Azul o rosa?

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Félix estaba nervioso.

El emperador no daba crédito a lo que leía.

No podré visitarte, lo siento hermanito.

— ¿Que...? — murmuro lo más calmado posible.— Félix, está carta ¿Cuando llegò? — observó al pelirrojo tragar.

— H-hace dos días. El correo está un poco... Desorganizado.

— Los voy a matar — mascullo furioso, ofensa tras ofensa de esos sujetos. — Tengo suficiente pruebas para decapitarlos.

— N-No su majestad, espero un momento. — apresuro sus pasos para evitar el caminar de su amigo. — La investigación va en buen camino, personalmente me encargue de eso pero tenemos que ser pacientes, existe la posibilidad de que alguien mas este involucrado.

Claude mantuvo su pesada mirada en el pelirrojo, analizando lo que dijo. Asíntio y volvió a su lugar, tomando la carta de su amada para guárdala en su escritorio junto a las demás cartas.

— Asegúrate de que esos bastardos consigan lo suyo. — volvió su mirada a la montaña de papeles. Trabajo acumulado de varios días. — Y—

Los toques en la puerta lo hicieron detener su siguiente orden. Félix abrió la puerta permaneciendo ahí por unos segundo para después cerrarlo, esta vez, con un paquete en las manos. Camino hasta el emperador y extendió el paquete.

La Diseñadora de Obelia Where stories live. Discover now