Capítulo 1

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El invierno era uno de las estaciones en las que más se solicitaban estos tipos de trabajos. Según los clientes los cuerpos eran difíciles de encontrar y obtener una autopsia correcta.
Mingi sabía perfectamente que eso no era del todo cierto, pero aún así aceptaba trabajar para ellos.

Ahora se encontraba de camino a su próximo cliente. Fue recomendado por el gobernador de su ciudad, el cuál ya había hecho varios trabajos para él y siempre quedaba satisfecho debido al buen trabajo que ofrecía Mingi.

Ser sicario no es trabajo fácil, se requiere de sangre fría y un corazón de piedra para serlo. Además de correr numerosos peligros como ser capturado por la policía o peor aún, terminar involucrado en problemas con mafias poderosas.

Es por ello que Mingi trabajaba solo. Era alguien cauteloso, inteligente y persuasivo. Podía cometer numerosos asesinatos sin dejar un solo rastro. Nunca recibió quejas de parte de sus clientes. Sus víctimas siempre eran encontradas por alguien, pero los forenses nunca podía determinar la causa de muerte. Es por esto que las autopsias siempre terminaban en muerte natural, un paro o un accidente doméstico.
Y un detalle no menos importante, sus víctimas no sufrían.

El método de Mingi era variado e infalible, pero el veneno era su principal herramienta y también su favorita.
No utilizaba cualquier veneno, claro que no podía usar cualquiera, solo podía manipular lo que él mismo creó.

El padre de Mingi era un ingeniero químico muy conocido en Corea, tenía una gran lista de aportes interesantes para la ciencia ganando numerosos premios y reconocimientos por ello. Su hijo menor iba a seguir sus pasos, tenía la inteligencia y habilidad para manejar peligrosos químicos con facilidad como si fueran juguetes para él. Pero ser ingeniero químico no estaba en los planes de Mingi. A él solo le gustara realizar combinaciones y observar los cambios, no le atraía la idea de vivir haciendo lo mismo que su padre. Aunque lo admiraba y amaba demasiado, lo que hacía su padre no le parecía algo divertido de hacer.

A la edad de 18 años su padre dejó a Mingi entrar a su laboratorio, el joven había esperado años para poder visitar tal lugar. En ese momento su entusiasmo era grande y su necesidad por manipular aquellos químicos también.
Tenía la suficiente confianza de su padre como para tocar lo que quisiera, no iba a hacer desastres pues Mingi había estudiado demasiado y sabía perfectamente que cualquier paso en falso podría causar su propia muerte.

Estaba maravillado, mezclaba cosas y anotaba cada movimiento que hacía, teniendo así referencias de lo que hacía.
Había pasado una hora en aquel laboratorio, tenia todo lo necesario para crear cosas, desde los químicos más difíciles de conseguir hasta todo tipo de máquinas para manipularlos.

Esa vez Mingi intentaba experimentar con algo nuevo, quería crear una especie de líquido para que las plantas dieran alimentos en grandes cantidades.
Su primera planta fue una de frutas, tomó un pequeño manzano el cual apenas crecían manzanas en él, era un árbol débil e infértil. Su misión era convertirlo en uno frondoso y fértil, el cual diera la cantidad de manzana que quisiera y del más dulce sabor.

Tenía todo preparado para comenzar, el árbol en su lugar, el líquido en sus manos y sus ganas de ver si funcionaría. Dejó un par de gotas en el agua y regó aquel árbol. Sólo le quedaba esperar los resultados.
Para su suerte todo marchaba bien, cada día visitaba ese manzano y veía cambios notorios en el, sus hojas brillaban más, las manzanas crecían más que antes y en buenas cantidades.

Según él su misión fue exitosa, ya tenía un líquido milagroso que podría acabar con el hambre en el mundo. Estaba más que feliz, se sentía orgulloso de si mismo y esperaba que su padre también lo estuviera.

Contento de su creación buscó a su amado padre, lo llevó hasta el protagonista de su preciado experimento y le contó todo lo que hizo. Fue aplaudido por su padre, apoyó su creación y felicitó a Mingi. Todo parecía perfecto. Satisfecho comenzó a contarle a más personas sobre esto, familiares, compañeros y amigos.

Se sentía bien consigo mismo y esperaba a que su experimento fuera útil a nivel mundial. Lo que él no sabía es que toda esa alegría y orgullo hacia su creación cambiaría una noche. Pero eso es otra historia, una a la que Mingi no le gustaba recordar.

•••

Se encontraba esperando a que su próximo cliente llegara. No sabía mucho pues no tuvo tiempo de investigarlo como a los demás. En la mañana había recibido una llamada anónima que lo citaba en un espectáculo de ópera para hablar sobre su próximo trabajo.
Él estaba acostumbrado a esto, solían citarlo de manera anónima pero él siempre terminaba investigando.

Estaba sólo, sentado en un balcón como cliente vip del teatro en el que se encontraba escuchando las melodiosa voces de los cantantes, disfrutando aquel espectáculo cuando de repente sintió una mano posar en su hombro.

_Adam ¿Cierto?_ Preguntó en voz baja.

No era idiota, su nombre real no sería el que circularia en boca de gente, es por esto que inventó una identidad la cual lo protege a él y a su familia.
Adam era su nombre como sicario.

Mingi como respuesta asintió sin apartar su mirada de aquella mujer que cantaba con tanta pasión.

_Kim Hye-jin_ Continúo la mujer presentándose extendiendo su mano hacia el hombre a su lado.

Sólo le bastó saber el nombre de aquella mujer para reconocerla. Ella era dueña de una gran empresa de cosméticos, los más conocidos en Corea y todo Europa. Eso no era todo, se decía que estaba casada con uno de los empresarios más poderosos en la industria, múltiples rumores decían que esto era falso ya que nunca se la vio con un hombre en público, nadie sabe con quién está casada.

La curiosidad de Mingi despertó, ya quería saber para qué lo había citado. Aún así esperó paciente a que la bella mujer hablara.

_Fuiste muy recomendado por los más poderosos, espero puedas hacer este trabajo_ Dijo mirando hacia el espectáculo.

_Jamás he cometido un solo error_ Dijo con confianza y voz firme.

_Eres muy joven para ser un profesional_ Comentó esta vez mirando con detalle a Mingi. Quien estaba elegante, vestido con un traje negro, corbata color vino y un perfecto peinado hacia atrás resaltando las facciones de su rostro.

Las apariencias engañan y el ser joven no significa que no tengas experiencia. Sólo 24 años le bastó a Mingi para ser el mejor de los que habían.

_¿En cuanto tiempo realizas tus trabajos?_ Preguntó al no obtener respuesta de su anterior comentario.

_El cliente decide, yo solo cumplo ordenes_ Dijo seco, algo en esa mujer le daba mala espina pero aún así iba a realizar lo que le pidiera.

_Bien, en dos semanas necesito a mi esposo muerto en su oficina_ Soltó sin más y una sonrisa se dibujo en los labios de aquella mujer.

Se trataba de otro asesinato matrimonial, en el mes ya tuvo dos así y a todos los tuvo que matar de la manera más aburrida para él. Esperaba que esta vez pudiera elegir él su método.

_Nombre completo y causa de muerte_ Dijo un poco ansioso de saber por fin con que empresario estaba casada.

La mujer se acercó al oído de Mingi para poder susurrarle y que el joven escuchara bien.

_Kim Hongjoong y... Dejo en tus manos lo demás_

Se alejó lentamente para luego levantarse de su lugar.

_Te pagaré cuando hayas terminado_ Fue lo último que dijo antes de desaparecer de ese balcón, dejando a Mingi completamente en shock al escuchar aquel nombre.

Su próxima víctima sería
Kim Hongjoong.

Asesino Perfecto •Minjoong• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora