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「 ᴇs ᴛɪᴇᴍᴘᴏ ᴅᴇ ᴅᴇᴄɪʀ ᴀᴅɪᴏ́s 」


La velocidad del tren me deja sin aliento, pero no me sorprendo realmente ya que se trata de uno de los modelos de calidad del Capitolio, que alcanza una media de cuatrocientos kilómetros por hora. Por eso, sé por seguro que nuestro viaje no durará mucho.

Observo lo que me rodea, fijándome en el hecho de que el tren de los tributos es mucho más elegante y sofisticado que la habitación del Edificio de Justicia.

Effie aparece tras una puerta y nos dirige a Brenda y a mí a nuestras habitaciones. Nos dice que cada uno tiene una propia, y que no hará falta compartir. Este, según ella, está compuesto por un dormitorio, un vestidor y un baño privado con agua corriente. Dice que el agua puede cambiarse conforme a tus gustos: ya sea caliente o fría. Me llega el recuerdo de que en mi hogar, el agua caliente es de privilegiados y nosotros solo podíamos conseguirla si la hervíamos; lo cual, era un gran coste y pocas veces hacíamos.

La enviada del Capitolio tras enseñarme el que iba a ser mi cuarto provisional, se lleva a la chica morena consigo. Me despido de ellas, aunque solo Effie me contesta. No espero para entrar al cuarto.

Lo primero que me llama la atención son los distintos cajones de madera que andan desperdigados por cada esquina de la habitación en un orden inquietante. Cuando abro algunos de ellos, distingo ropa de primera calidad y de diferentes estilos y colores; son caros, y sin ninguna duda, era el tipo de ropa que jamás tendríamos la oportunidad de llevar en el distrito 12. Incluso superaba a la que llevaba por regalo de mis padres.

Cerca de estos se encuentra una cama matrimonial; de ésas enormes en las que muchos niños de mi distrito podrían dormir juntos. La rabia se apodera de mi cuando pienso en que las personas del Capitolio están durmiendo en camas de algodón de azúcar, mientras muchos de nosotros ni siquiera pueden tener un mísero suelo en el que descansar.

Oigo la puerta abrirse a mis espaldas y me olvido al instante de tener privacidad en un lugar como este. Al escuchar un pequeño carraspeo, me doy la vuelta para ver que se trata de Haymitch Abernathy. Me sonríe para cruzarse de brazos, y quedarse allí plantado sin decir palabra. Me causa desconcierto su visita.

—¿Qué te trae por aquí, Haymitch?

Se me queda mirando de una forma extraña, como si quisiera meterse en mi cabeza, y tras unos segundos en silencio, por fin habla.

—Vengo a decirte que puedes hacer lo que más gustes en este cuarto y, por supuesto, ponerte lo que prefieras de todo esto. —Señala los cajones llenos de ropa.

—¿De verdad? Que gusto que seáis tan complacientes con los tributos.

El hombre se ríe, para negar con la cabeza. Le divierte la situación.

—Sin embargo, hay obligaciones que cumplir y una de ellas es estar listo en una hora para la cena, ¿has entendido? —Asiento, mientras me doy cuenta de la expresión perdida que coloca en su rostro.

Desvío la mirada de la suya, por el sentimiento incómodo que me nace verla. Me recuerda a mis días en el distrito en el que me lo encontraba de vez en cuando y siempre veía esta con él; casi como si fuera alguien muerto en vida. Ahora, quizás podía comprenderle un poco, pero seguía sin gustarme ni un pelo.

No obstante, no tarda en recuperarse cuando volvemos a conectar miradas y decide soltar una pequeña gracia.

—Tienes que estar preparado, ¿vale? Si no Effie te matara antes de que llegues a los verdaderos Juegos. —Puede que sonase algo cruel, pero me recordó a algo que diría Minho para aligerar el ambiente y, no pude evitar reírme.

𝐓𝐇𝐄 𝐇𝐔𝐍𝐆𝐄𝐑 𝐆𝐀𝐌𝐄𝐒, Newtmas ( au ) [✓]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu